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Crítica:FLAMENCO | CULTURA Y ESPECTÁCULOS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Jerez por los cuatro costados

Una nueva manifestación del arte de Jerez. Irregular, incierta, pero Jerez a fin de cuentas, con sus defectos y sus virtudes. Alreó de la fragua -es decir, alrededor de la fragua- se basa en la creencia de los gitanos de que el flamenco tuvo su origen en las fraguas, donde éstos se reunían al final de la jornada de trabajo para echar un rato de cante.

Hay bastante diferencia entre la versión actual y la original que le vimos a Tío Juane años antes de morir. Ahora la fragua tiene sólo un valor testimonial, el que se tarda en hacer una herradura y una ronda de los cantaores por martinetes. Una parte que además ha sido "adornada" con una larga tirada de versos que nada añaden a la acción y que a mi parecer sobran.

Alreó de la fragua

Cante: El Gordo, Juan José Amador, Rancapino y Vicente Soto, Sordera. Toque: Antonio Carrión y Eduardo Rebollar. Baile: Yolanda Lorenzo. Jardines de Sabatini. Madrid, 9 de agosto.

Después, ya los cantaores se sientan en torno a una mesa y ahí siguen el resto de la función haciendo sus cantes. Es donde mejor se refleja el arte de Jerez y donde se dan los momentos de mayor valor del empeño. Cantan El Gordo, Juan José Amador, Rancapino y Vicente Soto, Sordera, acompañados por las guitarras de Antonio Carrión y Eduardo Rebollar, que trabajaron lo suyo.

Hubo buen cante; no siempre, pero lo hubo. Simplemente correcto El Gordo, que no es cantaor profesional y está en el empeño por ser hijo de Tío Juane. Después Amador, gran cantaor en todos los géneros aunque esta noche no brillará especialmente, pues venía en sustitución de Nano de Jerez. Pero tuvo sus momentos. Rancapino ya fue otra historia. Apurado de voz, que apenas le daba para terminar los cantes, cantó en cambio como los ángeles: pastueño, con raíces, inigualable de todo punto. Por alegrías, y también por bulerías, estuvo sensacional, mejor imposible. Son las cosas de este cantaor, parece que no puede y es cuando mejor canta. Por último, Vicente Soto, enorme de voz, con potencia, hizo sus cantes bien, brillando singularmente en las siguiriyas.

De menos a más

Yolanda Lorenzo bailó por soleares y por bulerías. No es una gran bailaora, pero vale para lo que aquí se le pide, haciendo un baile sobrio y de escaso movimiento. En cuanto a los guitarristas ya queda dicho que trabajaron lo suyo, incesantemente.

La función fue de menos a más, con una gran asistencia de público, aunque el programa estaba previsto para dos días. Y muchos buenos aficionados entre el público, lo que nos da idea de que el tema interesaba. Fue una estampa del Jerez más entrañable, el de la reunión en el tabanco para echar unos cantes de amigos, sin mayores pretensiones. Pero en esas reuniones surgía con frecuencia el mejor cante, lo más valioso desde el punto de vista jondo. En la representación de los Jardines Sabatini hubo esos momentos, y se agredecieron muy mucho.

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