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El que no corre huye | CULTURA Y ESPECTÁCULOS
Columna
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Niño gratis

Hay un chiste viejo que me encanta, supongo que será popular, pero si es de alguien que lo diga y se pase por la tesorería de este diario para cobrar lo que le corresponda, sin problemas. Un señor llega a un almacén de madera y pregunta que a cuánto está el pino. El maderero le dice que a 150 euros el metro cúbico, pero que si se lleva más de mil metros cúbicos, se lo deja a 130; y que si pasa de mil quinientos, se lo deja a 100, y que si pasa de dos mil, se lo tendría que calcular, porque... Y el otro le dice: para, paaaara. Y lléname el camión hasta que me salga gratis. Efectivamente, así somos, cuando se trata de rapiñar se nos despierta la Guerra Civil que vivieron nuestros abuelos y nos acordamos de todo el hambre que pasa la humanidad entera y nos decimos: "Si es gratis, un puñao". A más de uno le miran el equipaje al salir de un hotel y pasa un apuro que te cagas por lo menos. ¿Para qué nos llevamos una toalla, un albornoz y unas zapatillas si en casa ya hay? ¿Para qué queremos ese cepillo de dientes de plástico malo con esa pasta de miniatura que se gasta debajo de un diente? ¿Para qué ese costurero si no hemos cosido en la vida estando de viaje? ¿Para qué el gorro de ducha? Y hay que tener cuidado, porque llevarse cosas gratis se hace bola (como la nieve, la mentira y el filete malo) y yo sé de gente que se mete en la maleta hasta las sábanas y un teléfono escudándose en "pero si no se van ni a enterar".

¿Para qué queremos ese cepillo de dientes de plástico malo con esa pasta de miniatura que se gasta debajo de un diente?

Igual que nos gusta regalar cosas que no son nuestras, como "veniros al bar mañana que os invito a cenar", tan tranquilamente, porque no es tu bar. O "¿mi cuñao? se lo digo yo y te hace la instalación eléctrica en dos patás". O como yo, con el dueño del chiste del principio. Somos así.

Fíjate si nos gusta lo regalado que nos ofertan paquetes vacacionales, por ejemplo: Tenerife, 8 días, 7 noches, hotel de tres estrellas en régimen de media pensión, 440 euros ¡niño gratis! Y nadie se escandaliza, ni el foro de las familias ni nadie. El otro día en una agencia de viajes había una señora quejándose, y no precisamente de que, con ese precio, no le vayan a dar de comer más que unas lonchas de choped radiactivas en la bolsa pic-nic. Protestaba porque el niño que le tocaba iba a ser guapo o feo o se podía elegir o no. Y le parecía una injusticia, porque ella es de las que siempre ha dicho que los niños los quiere listos, tontos no los quiere, y que a ver si le va a pasar a ella como a los de la verdulería, que se fueron a Benidorm y les tocó un niño soso que se pasa el día gastándoles la batería del móvil jugando al space invaders. Y la de la agencia le dijo que no sabía qué era peor, y que a su hermana, que se había ido a la Riviera Maya, le habían tocado dos niños superdotados, o con altas capacidades creía que se decía, bueno, niños de alta gama, que eran unos morroños y con acento de Ecuador porque venían de familia bien con servicio interno. Y le habían montado un pollo en el aeropuerto, gritando como gorrinos y pataleando en el suelo por no querer pasar el detector de metales, que hasta un guardia civil tuvo que venir y darles dos bofetones con la mano abierta.

Refresco del día: ver hijos ajenos que nos caen mal y congratularnos de que no sean nuestros. Que hay niños que yo no los quiero ni regalaos.

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