"Los árabes deberían cambiar sus Gobiernos, pero viven en una cárcel"
Es una mujer llena de energía y la transmite. A sus 74 años de edad, la feminista egipcia Nawal el Saadawi rebosa de proyectos. El más sorprendente, su candidatura a la presidencia de su país en las elecciones que se celebrarán en septiembre. Al hilo de la agitación política que vive Egipto, El Saadawi ha vuelto a dar prueba de su compromiso con las libertades y derechos fundamentales. "Nunca he pensado que vaya a ser presidente. Nunca. No soy tonta", aclara. Lo que ella quería, una vez más, era "romper el tabú". "Y considero que he ganado porque lo he conseguido", asegura risueña al día siguiente de haber clausurado la VII Conferencia Internacional de la Asociación de Solidaridad de las Mujeres Árabes, la ONG que preside y que el Gobierno del presidente Hosni Mubarak ha ilegalizado.
"Nos hemos convertido prácticamente en una colonia americano-israelí, dependiente de la ayuda estadounidense, que de hecho revierte en EE UU"
"No tenemos democracia. Tampoco en EE UU. Es una democracia falsa porque en un sistema patriarcal capitalista la democracia depende del dinero"
Tan intensa actividad no la distrae de su objetivo primordial, la escritura. La víspera de encerrarse a escribir en la casa que tiene en su pueblo natal, Kafr Tahla, en el delta del Nilo, recibió a EL PAÍS en su domicilio de El Cairo, mientras realizaba un desayuno tardío. "Camino todas las mañanas durante una hora y media debido a los problemas de espalda por pasar tantas horas sentada escribiendo", explica. Pero ni siquiera esas molestias han apagado su pasión por la música y el baile.
"Cuando bailo soy feliz. Noto mi cuerpo y mi mente en armonía. Es como escribir una novela. También cuando escribo soy feliz", confía. De pequeña quería ser bailarina. Terminó siendo psiquiatra, y la psiquiatría la llevó al feminismo y la literatura. Para ella no hay contradicción. Son diferentes partes de un todo vital. En la conversación, salpicada de sonoras carcajadas y de numerosas interrupciones telefónicas, participa también Soraya Mekerta, una profesora árabe-americana que conoce a El Saadawi desde hace 20 años y estudia la conexión entre disidencia y creatividad. "No se puede ser creativo a no ser que uno se haga disidente, en especial en un sistema construido sobre la injusticia", defiende la escritora.
Pregunta. ¿Qué mueve a una escritora a presentarse como candidata a la presidencia?
Respuesta. Soy médica y escribo novelas. La gente me dice que la medicina está basada en hechos y que escribo ficción. No separo entre hechos y ficción, entre el cuerpo y el espíritu. Lo físico también es mental y espiritual, y social, y político... Todo está conectado. He entrado en la política porque todo es político. Incluso esta taza de té que nos estamos tomando. Hay millones de personas en Egipto que no pueden permitirse esta taza de té cada mañana, estas verduras, estas galletas... Carecen de ello. Así que es política. Algunos ni siquiera tienen agua potable.
P. Su actividad política ya le llevó a la cárcel en 1980. ¿Cuál ha sido ahora la reacción de su familia y sus amigos a su candidatura?
R. Mi familia me apoyó mucho. Tanto mi marido como mi hija, mi hijo y mis amigos respaldaron mi decisión. La mitad de Egipto también lo hizo, todos aquellos que no están vinculados al Gobierno o a los fundamentalistas islámicos. La gente normal, la gente de mi pueblo, está conmigo. Ahora bien, los hombres y mujeres del Gobierno están en contra, los fundamentalistas también. Algunos de los partidos políticos de oposición legales han guardado silencio, ni me han apoyado ni me han atacado. Pero el Gobierno y los fundamentalistas me han atacado. Las mujeres que están con el Gobierno dicen que estoy loca. Se puede decir que la mitad de Egipto apoya mi decisión y la mitad está en contra.
P. ¿En qué grupo de población encuentra mayor respaldo?
R. Por supuesto, entre las mujeres jóvenes. Se ha notado en la conferencia que acabamos de celebrar. Las mujeres y los hombres jóvenes se están mostrando muy favorables, en especial los licenciados universitarios en paro. No tienen trabajo y están hartos con el sistema, que quieren cambiar. Son ellos los que me impulsaron a lanzar mi candidatura.
P. Sabiendo que carecería de posibilidades de ser elegida, al menos en esta primera ocasión, ¿qué pretendía al presentarse?
R. Lo primero de todo, romper el tabú de que una mujer no puede ser presidente. He mostrado que una mujer puede, está cualificada para ello y tiene el coraje. He sido fuertemente atacada por la mitad de la población, por los religiosos, por el Gobierno, los grupos fanáticos. No me ha importado porque he roto un gran tabú, abriendo una puerta que ha estado cerrada durante siglos y nunca se había abierto ante las mujeres. Y considero que he ganado porque lo he conseguido. Eso es todo. Nunca he pensado que vaya a ser presidente. Nunca. No soy tonta. Lo sabía. Sabía que me lo impedirían.
P. Sueñe por un momento que gana las elecciones. ¿Qué es lo primero que cambiaría?
R. La forma de gobierno. El sistema es jerárquico, como una pirámide. El jefe del Estado es como un dios, y sus decisiones son la decisión. Vivimos bajo la férula de un individuo. Eso cambiaría. Tendríamos un liderazgo colectivo.
P. ¿Cuál es el principal problema al que se enfrentan los egipcios?
R. La pobreza y la opresión. Pobreza debido a la situación económica de Egipto. Nos hemos convertido en prácticamente una colonia americano-israelí, dependiente de la ayuda estadounidense, que de hecho revierte en Estados Unidos. Los pobres no se benefician de ella. Los únicos que se benefician son los propios americanos y nuestra clase alta. Pero los egipcios, debido a los proyectos del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, estamos viendo cómo aumenta la pobreza y crece la brecha entre pobres y ricos, entre mujeres y hombres. Sufrimos una elevada tasa de paro, cerca del 30%, en especial entre los jóvenes universitarios. Y opresión porque no tenemos libertad, libertad para organizarnos o ser quienes queremos ser.
P. ¿Qué necesita cambiarse?
R. La enmienda constitucional es peor... No tenemos democracia. Tampoco en Estados Unidos, por cierto. Es una democracia falsa porque en un sistema patriarcal capitalista, la democracia depende del dinero.
P. Le estaba preguntando por los cambios necesarios...
R. En primer lugar, tiene que cambiar toda la Constitución, no sólo un artículo. También todas las leyes que restringen las libertades de los egipcios, como la ley de emergencia; la de partidos, de forma que cualquiera pueda fundar un partido; la de asociación, para que quien lo desee pueda organizar una ONG... La gente debería ser libre. Ninguna asociación debería poder cerrarse de forma ilegal. Nuestra asociación, la rama local de la Asociación de Solidaridad de las Mujeres Árabes, ha sido cerrada ilegalmente por el Gobierno y no hemos podido hacer valer nuestros derechos. Lo mismo con nuestra revista. El Gobierno puede retirarte el permiso en cualquier momento si le criticas. Así que hay que cambiar todo eso.
P. ¿Por qué califica usted de catástrofe la enmienda constitucional?
R. Porque pone numerosas restricciones a los candidatos independientes, como yo misma, y también a los partidos. Nos exige que 250 cargos electos respalden nuestra candidatura para que sea aceptada, y todos los que están en esos puestos son gente del Gobierno, prácticamente designada. Nunca van a apoyarme a mí o a otros .
P. ¿Cómo puede llegar a la gente si está censurada en la televisión estatal y los periódicos oficialistas?
R. La conferencia ha sido un ejemplo. Los medios oficiales egipcios la boicotearon. Sólo los pequeños periódicos de oposición asistieron. Así que setenta y tantos millones de egipcios no se han enterado. Prohibieron el mitin que había organizado en mi pueblo, también la conferencia que iba a dar en Alejandría, todas mis intervenciones públicas. Quisieron impedir que se celebrara esta conferencia, pero debido a la participación internacional, con invitados de todo el mundo, se dieron cuenta de que sería un escándalo, y también necesitan turistas
. Si hubiera sido una reunión exclusivamente egipcia, la habrían prohibido. He puesto mi programa en mi web.
P. Pero la mayoría de los egipcios no tienen acceso a Internet...
R. Es cierto. En realidad, no estoy compitiendo en las elecciones porque estamos paralizados. ¿Cómo podría hacerlo? Sería una candidata ilegal, ya que la enmienda del artículo 76 nos impide a todos participar. Sólo van a hacerlo Hosni Mubarak y quien él decida. Así que ya no necesito publicidad . Para lo único que necesito la publicidad es para abrir un debate. Cuando anuncié mi candidatura no fue por el puesto. Nunca he pensado que vaya a ser elegida. Sabía que no ganaría, pero quería abrir un debate, organizar mítines. Por eso defiendo que necesitamos un canal de televisión y de radio, medios distintos de los del Gobierno, pero eso requiere dinero... En cualquier caso creo que ya he ganado porque anuncié mi candidatura y todo el mundo la ha discutido. Nunca antes se había planteado que en la presidencia de Egipto pudiera haber una mujer.
P. Incluso ha generado un debate entre las más altas autoridades religiosas...
R. El gran imán de Al Azhar ha dicho que puedo participar, que nada en el islam dice que una mujer no pueda hacerlo. Sin embargo, el muftí de la República, que tiene el mismo nivel de autoridad, dijo que no, que el islam lo impedía. Y cuando le preguntamos por qué, respondió que una mujer menstrua. ¡Es ridículo! Condoleeza Rice menstrua y es la jefa de todos los dirigentes árabes...
P. ¿Cómo es posible semejante contradicción?
R. Ya ve.
P. ¿Qué opina sobre Kifaya (Basta), como se conoce al Movimiento Egipcio por el Cambio?
R. Asistí a su primera manifestación el pasado diciembre. Mi marido y yo estuvimos en la calle con ellos. Les animamos. Consideramos que necesitamos que más gente lo haga. Son pocos. Tenemos que ser más. No sólo en El Cairo, en todas las provincias. Para manifestarnos, de forma pacífica, decir no y tener el coraje de marchar por las calles. Lo necesitamos.
P. De momento parece que sólo es una élite y hay 77 millones de habitantes. ¿Cómo pueden conectar con el grueso de la población?
R. Pueden hacerlo si quieren. La élite en Egipto se divide en varias categorías: los que han sido cooptados por el Gobierno, que trabajan en la televisión, en los grandes periódicos, en los altos puestos de la Administración; otros permanecen en silencio porque tienen miedo, y finalmente hay una élite, como la gente de Kifaya o yo misma, que estamos intentando hacernos oír y romper los tabúes. No toda la élite es igual. Y si queremos conectar, podemos hacerlo. Yo me fui a mi pueblo y el Gobierno prohibió mi mitin. La gente de Kifaya debe ir a los pueblos, mezclarse, y creo que eso es lo que están haciendo.
P. Egipto no es el único país árabe en el que la gente está diciendo "¡basta!". ¿Existe un impulso común a estos movimientos populares o se trata de fenómenos puramente nacionales?
R. Sí, hay conexión. Estuve en Beirut hace un mes y me reuní con un montón de gente. Saben lo que estamos haciendo y nos apoyan. Acabo de volver de Argelia. Viajamos mucho. Yo encuentro más apoyo en otros países que en Egipto porque el Gobierno aquí trata de acabar con mi imagen, atacándome en los grandes periódicos, algo que no sucede en el resto de los países árabes. Hay un vínculo, pero no es suficiente. Los regímenes árabes están en contra de la oposición, por lo que impiden esos lazos. También en el caso de Egipto.
P. Estados Unidos atribuye estas peticiones de democracia y libertad a su intervención en Irak...
R. . Es una tomadura de pelo. Lo hemos comentado durante nuestra conferencia. George Bush, Condoleeza Rice y su gente han utilizado los problemas de las mujeres y la liberación de las mujeres iraquíes para invadir Irak, robar su petróleo y dominar el llamado Gran Oriente Próximo. No tiene nada que ver con la democracia. Han apoyado a los dictadores más reaccionarios en el mundo árabe (el rey de Arabia Saudí, Sadat...). Han apoyado a los dictadores en todo el mundo, también en América Latina, en Filipinas, en todas partes. Mataron a los progresistas. De hecho, administraciones norteamericanas han sido responsables de la muerte de líderes democráticos en América Latina y en otros lugares. Y lo harían conmigo. Hace tres semanas estuve dando una conferencia en California y me lo preguntaron los alumnos: ¿Qué hará Estados Unidos si sale usted elegida? Y se lo dije: tal vez me maten. Pueden pegarme un tiro como han hecho con otros en América Latina. Ya lo intentaron con Castro, y también con Naser cuando nacionalizó el canal de Suez. En cuanto surge un líder, en los países árabes, en África, en Asia o en América Latina que es un poco democrático y quiere avanzar, le frenan.
P. Pero los árabes también han frenado el avance de la democracia con el pretexto de la guerra contra Israel. ¿Por qué han sido incapaces de solucionar ese problema hasta ahora?
R. No pueden. Todos los Gobiernos árabes, desde sus orígenes hasta ahora, nunca han trabajado para la gente, sino para los colonizadores, fueran los británicos, los franceses, los americanos, los israelíes... Incluso cuando hablan en alto contra Israel, en secreto tienen relaciones económicas, comerciales y políticas, pero declaran en los periódicos que están contra Israel. Son todos unos hipócritas.
P. ¿Cuál es la solución?
R. La gente debería moverse. Necesitamos que setenta millones de egipcios, y muchos más en el resto de los países árabes, se muevan y cambien estos regímenes. Ése es el poder de la gente, pero nunca sucede porque la gente vive en una cárcel.
P. Y el que se mueve va a la cárcel...
R. Sí, cuando yo estaba activa acabé en prisión. Ahora vuelvo a estar activa y no me han encarcelado, pero han cerrado mi asociación, mi revista. Me censuran. Así que estoy paralizada. Lo llamo cárcel sin barrotes.
P. ¿Cómo se puede cambiar la mala imagen y estereotipos del mundo árabe e islámico?
R. No podemos cambiar la imagen del islam o del mundo árabe al menos que los musulmanes, y la gente de todos los países árabes, cambiemos nuestros sistemas. Porque son nuestros Gobiernos los que realmente estropean y distorsionan nuestra imagen. Los Gobiernos animan al fundamentalismo. Se trata de las dos caras de la misma moneda. Fue Sadat el que impulsó a los fundamentalistas islámicos en Egipto con el visto bueno de la Administración norteamericana. Hay una conexión entre los Gobiernos y los grupos religiosos fanáticos, también en el caso de los cristianos en Estados Unidos que apoyan a George Bush, los fanáticos judíos que apoyan a
Sharon. Con su fanatismo distorsionan la imagen del islam y utilizan a jóvenes pobres, hombres y mujeres. Los reclutan como los reclutaron durante la guerra contra la Unión Soviética en Afganistán. Entonces usaron a los fundamentalistas islámicos para combatir el comunismo y ahora quieren combatirles a ellos. Tenemos que cambiar nosotros. No vale con pagar a una compañía de relaciones públicas en Estados Unidos para mejorar nuestra imagen. Es como una mujer enferma que se maquilla. Eso no soluciona el problema.
P. ¿Qué va a escribir ahora?
R. Una novela.
P. ¿Ha empezado ya? ¿Nos puede adelantar el argumento del libro?
R. No, aún no. Estoy en el periodo de incubación. Normalmente lo que hago es intercalar momentos de gran actividad política y después retirarme a escribir. La campaña electoral, la conferencia, las reuniones con gente, los viajes a Argelia, a Líbano y a Estados Unidos me sirven para recargar mis baterías. Pero el resultado final, mi objetivo último, mi gran objetivo en la vida, es sentarme y escribir una novela.
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