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Crítica:LA LIDIA | FERIA DE SAN ISIDRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Frustrante juventud

Antonio Lorca

A Sebastián Castella se le ofreció ayer una oportunidad de oro para abrir, por fin, la puerta grande, y no lo consiguió. Por demérito propio, quede claro. Tampoco Vega ni Perera levantaron el vuelo y, al final del festejo, quedó un alto de tristeza en el ambiente. Ciertamente, a los toros, dulces como el almíbar, les faltó fuelle, pero la juvenil terna protagonizó una sonora frustración.

Supo a poco, a muy poco, la valiente actuación de Castella en el cuarto de la tarde. Comenzó por estatuarios, inmóvil como una estatua, y dejó que los pitones le rozaran la taleguilla. Fue un inicio de toreo verdadero y emocionante. Se fue a los medios y allí desplegó sus armas para alcanzar un triunfo que se había puesto muy cuesta arriba. El toro, blando, no fue un eficaz colaborador, pero tampoco la labor del torero estuvo reunida. Una corta tanda de redondos, un natural bien ligado con el de pecho, y casi nunca con la suerte cargada. Emocionó porque es valiente a carta cabal, pero le faltó profundidad a todo su quehacer. La verdad es que lo intentó toda la tarde, pero no tuvo la suerte o la capacidad para redondearla como todos, él el primero, esperaban. En ese cuarto toro se lució en un quite por verónicas muy lentas, cerrado con una media garbosa.

Núñez del Cuvillo / Castella, Vega y Perera

Toros de Núñez del Cuvillo: bien presentados, inválidos y muy nobles. El 6º, bravo y parado en el tercio final. Sebastián Castella: pinchazo hondo, pinchazo y estocada baja (palmas); metisaca -aviso- y estocada perpendicular y baja (ovación). Salvador Vega: casi entera baja (palmas); seis pinchazos, media tendida -aviso- (silencio). Miguel Ángel Perera: estocada (silencio); -aviso- y cuatro pinchazos (palmas). Plaza de Las Ventas. 29 de mayo. 14º corrida de feria. Lleno.

Pero, quizás, la tarde se torció en su primero. Lo había recibido con una verónica de cartel y continuó por ceñidas chicuelinas. Comenzó la faena de muleta con dos pases cambiados por la espalda en el centro del anillo, y la emoción se hizo presente. Pero tal como vino se fue. La primera tanda de redondos salió enganchada, el torero se descompuso y se marchitó la ilusión. No encontró la distancia justa y el toro se paró cuando lo citó con la zurda.

Bien, sin más, este Castella que debió confirmar sus serias aspiraciones de figura y quedó a medio gas. No siempre se reúnen los hados para que toda la plaza vibre y se conmocione. Ayer, no ocurrió, y Castella se marchó por su propio pie cuando con tanta seriedad, especialmente en las dos actuaciones anteriores, había intentado traspasar a hombros la puerta grande de Las Ventas.

Más frustrante, si cabe, la tarde de Salvador Vega, que llegó con vitola de cosumado artista, y se ha marchado con la inquietante interrogante de no haber estado a la altura de las circunstancias. Es torero de clase, pero ayer lo disimuló en el curso de una actuación muy pobre, desangelada y carente de recursos que pone en entredicho su bien ganada fama. Muy acelerado y mal colocado casi siempre, estuvo muy por debajo de su flojo primero; manso y deslucido fue el quinto, y Vega no acertó a justificarse y protagonizó un mitin con la espada.

Quien más excusas tiene quizá será Perera. Le tocó el más bravo de la tarde, el sexto, que acudió de largo al caballo, persiguió en banderillas y duró un suspiro en la muleta. Bien plantado y con buenos mimbres, no pudo redondear una labor que se presumía triunfal. Su primero fue un completo inválido que lo desarmó al inicio de la faena, y la flojera del toro se unió a la frialdad del torero. Arreciaron las palmas de tango y se esfumó toda esperanza.

Tarde de expectación, tarde de frustración. Frustrante juventud ésta que dice aspirar a todo y pasa de puntillas ante una corrida que no ayudó, pero que tampoco planteó dificultades insalvables para que el aburrimiento se adueñara de la tarde. Frustrante juventud que parece esperar sin prisas al toro tonto que vaya y venga para abrir un tarro de esencias que, en muchos casos, tiene ya el tapón oxidado.

Sebastián Castella, durante el primero de su lote, ayer en Las Ventas.
Sebastián Castella, durante el primero de su lote, ayer en Las Ventas.CLAUIDIO ÁLVAREZ
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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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