Escándalo en la pista
Nadal aventaja a Grosjean en un duelo suspendido por la lluvia pese a descentrarse en un 'set' por la bronca del público al árbitro
Aquello fue un escándalo. La pista central de Roland Garros, en pie, pitando contra el árbitro, rompiendo por completo el partido y desequilibrando al tenista teóricamente más débil, al español Rafael Nadal, de 18 años. Se enfrentaba al francés Sebastien Grosjean, el 24º del mundo, y le había ganado ya la primera manga por 6-4. El público parecía resignado a que el balear se convirtiera en verdugo consecutivo de dos franceses tras haber eliminado en la ronda anterior a su ídolo emergente, Richard Gasquet, también dieciochoañero. Nada anormal. Nada, hasta que en el último punto del primer juego de la segunda manga, Grosjean reclamó una bola que el árbitro se negó a ir a mirar y la pista central estalló. Aquello le costó un set al mallorquín (3-6), que parecía haberse recuperado y dominaba por 3-0 en el tercero cuando el partido fue suspendido hasta hoy a causa de la intensa lluvia.
El francés reclamó una bola con tal insistencia que echó a los espectadores contra el español
Nadal había pegado un drive junto a la línea que Grosjean se quedó mirando, al entender que la pelota había botado fuera, pero devolvió. En el golpe siguiente, el manacorí ganó el punto. El árbitro de silla, el argentino Damián Steiner, cantó el punto y el juego para Nadal: 1-0, con rotura del servicio.
Pero Grosjean se quedó largo rato mirando el impacto de la bola y le pidió al árbitro que bajara a mirarla mientras Nadal cambiaba ya de lado. Steiner se negó en redondo a bajar alegando que lo había visto muy bien y que, además, el punto no se había parado. Pero esa situación encendió una mecha que al jugador francés le fue de perlas.
Toda la central, unas 15.000 personas, comenzó a silbar al árbitro y así se mantuvo durante unos 10 minutos. Era una situación nueva en el torneo que obligó al jefe de árbitros, el alemán Norman Peick, a intentar apaciguar los ánimos. El único antecedente similar en París lo había originado Sergi Bruguera en 1997, cuando reclamó una bola y no prosiguió el juego hasta que el juez árbitro acudió a la pista Suzanne Lenglen.
"Yo no creo que Grosjean reclamara con la intención de armar un escándalo parecido", reconoció Carlos Costa, representante de Nadal, que estuvo en la pista junto a Toni Nadal, el tío y entrenador de Rafael; "pero luego no hizo nada para pararlo".
Al contrario, la actitud del tenista francés encrespó aún más la situación. Grosjean se fue al fondo de la pista y reclamó la presencia del juez árbitro. Insistió una y otra vez para que el árbitro bajara. Se sentó en la silla a la espera de conseguir sus propósitos. Y de esta forma no sólo consiguió que el público entrara de lleno en el partido y se implicara en él para apoyarle, sino que, además, de alguna forma, se lo echó encima a Nadal, que se descentró por completo y perdió la solidez de su juego.
La actitud del público prosiguió durante todo el partido. Cada vez que Steiner abría la boca le caía una pitada monumental. Y también algunos errores de Nadal fueron aplaudidos en una clara demostración de hostilidad. El juego era interrumpido en cada momento. "Tú sabes que entre saque y saque no se puede molestar", le dijo Nadal al árbitro.
Todo adquiría un aire disfuncional, lento. Costaba poder sacar y el ambiente se podía cortar. "Vivíamos un calvario", agregó Costa; "Rafa no era él. Su juego no fluía con la naturalidad habitual. Desde la grada, tanto Toni como yo intentábamos levantarle. Pero no podíamos. Sólo esperábamos que aquello se parara. Y la lluvia nos ayudó en este sentido. Mañana [hoy] todo será muy distinto".
Durante la primera manga, Nadal no concedió ni una bola de break a Grosjean, que sólo ganó cinco puntos sobre el saque del español. Sin embargo, en la segunda, Nadal comenzó rompiendo el saque del francés, pero, tras el escándalo, perdió el suyo tres veces antes de concluir la manga. "Aunque tuvo la fuerza suficiente para lograr otro break [para colocarse 3-2], no conseguía centrarse", concluyó Costa.
Nadal perdió el set, pero demostró su extrema fortaleza mental y su total convicción en la victoria al comenzar la tercera manga y dominarla por 3-0 justo en el momento en el que la lluvia obligó a suspender el partido.
¿Perdió ahí Grosjean su oportunidad? Tal vez tampoco. La suya fue una ocasión ficticia. Hoy, cuando los dos vuelvan a la central, el juego debe recuperar el protagonismo. Grosjean puede ganar. Pero deberá hacerlo todo muy bien y no cometer errores. Y eso le resultará muy difícil, sabiendo que tiene enfrente a un chico de 18 años que lleva 20 partidos seguidos ganados, que juega siempre al ciento por ciento de sus posibilidades y que ayer aprendió una nueva lección y supo cómo resolverla.
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