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Lágrimas, delirio y confeti en el arranque de la gira de U2

Bono interpreta en San Diego 22 canciones en el primer concierto de 'Vértigo 2005'

Las tres décadas de música, espectáculo, éxito y experiencia de la banda irlandesa de rock U2 confluyeron el lunes en San Diego (Estados Unidos) durante el concierto inaugural de su gira Vertigo 2005, que les traerá a España en agosto (Madrid, Barcelona y San Sebastián, con las entradas ya agotadas). Con un cantante carismático como Bono, con vocación de protagonista y nominación al Nobel de la Paz, una banda con músicos sólidos que saben hacerle brillar, un repertorio que ha marcado a tres generaciones, declaraciones de principios para ayudar a mejorar el mundo y tecnología llamativa pero sin excesos para envolver todo el paquete, U2 demostró que no sólo sigue sabiendo vender discos (diez millones de su nuevo trabajo, How to dismantle an atomic bomb, Cómo desactivar una bomba atómica), sino que es el grupo de rock más influyente del siglo XXI.

El grupo fue capaz de sorprender al público inyectándole aún más política a su música

Los jovencísimos Kings of Leon tuvieron el difícil encargo de calentar motores ante una audiencia que no se dejó convencer por una banda que hizo todo lo posible por animar al público sin demasiado éxito. Su presencia ante los 14.000 fans de U2 que llenaron el San Diego Sports Arena podría más bien calificarse de heroica, puesto que, tratándose del primer concierto de la gira de los irlandeses por Estados Unidos, para el que conseguir entradas fue casi un ejercicio de fe (las localidades para el tour de nueve meses se agotaron en horas), saltaba a la vista que la totalidad del público eran devotos ultraortodoxos de U2, incluidos algunos que hicieron colas de 24 horas para estar en la primera fila de un escenario con una pasarela en forma elíptica sobre la que Bono hizo su aparición estelar a las nueve de la noche.

Camuflado en la oscuridad, mientras los altavoces chillaban y repetían la palabra "Everyone", el cantante, vestido de riguroso cuero negro y pegado, como es habitual, a unas gafas de sol, arrancó el concierto caminando teatralmente con su inconfundible estilo de rock star, mientras el guitarrista The Edge, el bajista Adam Clayton y el batería Larry Mullen iban discretamente tomando posiciones en el fondo del escenario, a la vez que desgranaban las primeras notas de City of blinding lights, uno de los temas de su nuevo disco. Una lluvia de confeti de colores y el despliegue de unas pantallas de luces a espaldas de los músicos, sobre las que se fueron sucediendo proyecciones diversas a lo largo de todo el concierto, abrieron las dos horas de espectáculo y 22 canciones que Bono no quiso comenzar sin antes arrodillarse completamente ante sus fans. Ésa fue sólo una de las escenas protagonizadas por un cantante que incluso dejó caer unas lágrimas que exhibió ostentosamente quitándose las gafas al entonar más tarde Sometimes you can't make it on your own, dedicada a su padre, fallecido recientemente.

Pero antes de llegar hasta ahí, U2 viajó del presente de su single Vertigo, ganador del Grammy al mejor tema de rock del año, al pasado de su primer disco, Boy (1980), del que interpretó los clásicos Electric Co, An cat dubh e Into the heart, que no se habían escuchado en años en sus conciertos. Sin embargo, la banda no pareció calentarse hasta el sexto tema de su repertorio, Beautiful day, que estuvo acompañado por un intenso despliegue de luces con aire de amanecer. En lugar de los mecheros que hubieran acompañado antaño a un clásico de la banda, la marea de móviles con cámara intentando inmortalizar el momento dejó constancia de que la simbiosis entre U2 y el siglo XXI funciona.

Bono tocó el tambor en primer plano del escenario en el tema Love and peace or else, con el que se abrió el repertorio más político de la velada. Tres temas más tarde el cantante volvía a estar de rodillas frente al público, pero esta vez con una venda cubriéndole los ojos, sobre la que había dibujada una media luna y una estrella de David, mientras entonaba dos frases de The hands that built America, de la película Gangs of New York.

Pese a sus 14 discos y sus 25 años sobre los escenarios, U2 fue capaz de sorprender al público inyectándole aún más política a su música, ya de por sí cargada de mensaje. La proyección sobre las pantallas de una niña leyendo la Declaración Universal de los Derechos Humanos desconcertó y silenció durante algunos segundos a la entregada audiencia, que poco después pudo entender el sentido de la palabra everyone con la que se había abierto el concierto: Bono la repitió varias veces al recordar una frase de Martin Luther King sobre la necesidad de igualdad "entre todo el mundo" (everyone).

El cantante no tuvo reparo en comparar su campaña para erradicar la pobreza en África con "el sueño de igualdad que tenía Mr. King", tras lo que introdujo el poderoso Where the streets have no name, al que siguió One, que Bono utilizó para promocionar precisamente la campaña homónima, con la que aspira a recoger un millón de firmas para luchar contra el sida y la miseria en África. Una floja exhibición del batería Larry Mullen a los teclados para el tema Yahweh dio paso al cierre del concierto con el tema 40, que U2 no tocaba desde 1983, y cuyo estribillo, How long to sing this song? (¿durante cuánto tiempo habrá que cantar esta canción?)", quedó en manos del público, que, tras dos horas de concierto, se retiró con el vértigo de un buen espectáculo dibujándoles una sonrisa.

Bono, líder de U2, el lunes, durante el primer concierto de su gira <i>Vértigo </i>en San Diego.
Bono, líder de U2, el lunes, durante el primer concierto de su gira Vértigo en San Diego.ASSOCIATED PRESS

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