_
_
_
_
_
EL ENREDO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Influencias marxistas

UN FANTASMA RECORRE ESPAÑA: el marxismo (de Groucho Marx). No contentos con ganar todos a la vez el referéndum, los líderes políticos deciden pelearse por ver quién ha ganado más, y PSOE y PP discuten después de defender lo mismo: "Se lo advierto, amigo: no vuelva a defender la misma política que yo o tendrá que vérselas conmigo". Esta fiebre cruza España de punta a punta. En Cataluña, tras lo sucedido con el túnel del Carmel, vecinos de otros barrios de Barcelona se movilizaron: "No queremos AVE". La situación no puede ser más marxista: "Oiga, pollo, ¿le interesa un tren de gran velocidad? ¿Quiere que le haga yo mismo el túnel? Conteste primero a la segunda pregunta". (Con todo, esto no es necesariamente malo. Las últimas campañas electorales españolas habían alcanzado límites peligrosos, con la promesa de una estación del AVE cada cien metros, hasta tal punto que Francisco Álvarez Cascos, adelantado del marxismo con su invento del AVE tortuga, inauguraba palotes en los que ponía: AVE, y tenía que venir la Junta Electoral Central a recordar que si no hay tren, no hay tren).

Maragall visitó el Carmel y dijo: "Esto es como el 'Prestige". Interpretarle no siempre es fácil, menos aún cuando se le entiende

Maragall visitó el Carmel y dijo: "Esto es como el Prestige". Interpretar a Maragall no siempre es fácil, menos aún cuando se le entiende, pero la oposición aceptó la comparación, agarrándola por la parte de la incompetencia política. Piqué pidió cinco dimisiones. Más o menos. Probablemente con cuatro se conformaría. La actitud de Piqué podría parecer contradictoria, porque en la crisis del Prestige el PP no pedía dimisiones. Por fortuna, Fraga es también un gran marxista, y consiguió dar coherencia al embrollo: "La Xunta no siempre se sintió apoyada por el Gobierno central durante la crisis del Prestige". La mar salada. Fraga le colgó un medallón a Cascos para agradecer aquel escaso apoyo, pero en esto tampoco hay nada ilógico. De haberse sentido muy apoyado, Fraga le hubiera puesto dos medallas a Cascos.

Aznar no pilló el gag, y ha escrito una carta titulada: "No me lo puedo creer". Dirigida a Fraga, le exige que rectifique sus palabras, y que proclame ante la historia que Aznar es el mejor. Alguno puede pensar que Aznar tiene el sentido del humor de un mejillón cebra. Falso. Aznar es marxista hasta la médula. En su carta, Aznar recuerda a Fraga que la hemeroteca es muy cruel con quienes "mudan" de opinión. Se lo dice a Fraga, nada menos, que fue ministro de Franco, y ahora le pasa por la izquierda.

Como sucedió en Galicia, en Cataluña ha habido intentos de control de la información, negativas a la investigación, políticos bajo la mesa y otros alardes marxistas, pero ha faltado lo principal: un ministro de Defensa que sobrevolara la zona en helicóptero para después proclamar: "He visto un barrio esplendoroso". Trillo era mucho Trillo. El marxismo español contemporáneo le debe casi todo a Trillo.

En política no es tan importante hacerlo bien como que otro lo haya hecho antes peor, aunque esto vaya usted a explicárselo a alguien que estaba merendando en su salón cuando llegó una excavadora y le tiró la casa abajo. "Valor, amigo. Tiene usted suerte de que gobernemos nosotros. Los otros son mucho peores. Ya ve: excavábamos buscando el futuro y hemos llegado adonde siempre".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_