Como don Quijote

El primer capítulo de la novela en el que la pareja formada por Sierra y Hunter entran en California por la frontera de Arizona describe con un lenguaje preciso y poético un paisaje vivo y fantástico con brillantes imágenes como aquella en que unos molinos se convierten en "un ejército tenaz y disciplinado". Así el narrador nos conduce poco a poco al territorio del caballero de La Mancha hasta que en una área de descanso de la autopista aparece un vagabundo loco con un par de burros y un montón de cantimploras cuyo decir es el decir de don Quijote. Como él es un demente o un sabio y su aparición anuncia el futuro discurrir de la novela. Es el homenaje personal que Jesús Torrecilla rinde a la novela de Cervantes. Quijotesca va a ser la lucha que la investigadora privada Sierra DeMent va a sostener para descubrir el culpable de un oscuro crimen.

Torrecilla es un autor que

sabe utilizar con gran propiedad los dispositivos del mundo moderno (recordemos Tornados y Guía de Los Ángeles). Esta vez a la red de autopistas se añade la de Internet convertida en un personaje dramático más, bien integrada en la trama de esta magnífica novela, la mejor de su autor. Torrecilla obtiene inmejorables efectos manejando la red electrónica para multiplicar los escenarios como en un calidoscopio y sabe sacar un gran partido de una situación tan estática como la de un atasco monumental en la autopista. Acude con frecuencia a detalles visuales para enriquecer una escena: por ejemplo, mostrar los dibujos de una tarjeta comercial.

El centro de la novela lo ocupa una investigación criminal. Como siempre, un detective, por curiosidad o por sentido del deber y en el caso de Sierra por su inveterada costumbre de ayudar a los desvalidos, se pone a investigar un crimen que permanecía impune. Esta investigación nos llevará a momentos de alta tensión que se enredan con los recuerdos personales de la investigadora y su compañero. Ella, educada en la India por una madre irresponsable, tuvo que empezar de nuevo al regresar a Norteamérica, él, Hunter, niño cuyo padre se suicidó, vive de joven en un infierno de drogas, sexo y alcohol. Un pasado que ejercerá un gran poder en la trama.

Cuando el crimen parece resuelto, en los capítulos finales, la historia da un giro considerable que convulsiona a la protagonista y permite al lector también emocionado rematar algunas de las ideas diseminadas por la novela: la importancia fundamental de la libertad humana, el funcionamiento azaroso de los hombres en sociedad, los hechos y su significación en la formación de un carácter o los heterogéneos elementos que conforman lo que llamamos cultura. Emoción y pensamiento se funden armoniosamente. Al final, Sierra vuelve al desierto de Arizona y se fija en los altos saguaros, árboles de la clase de los nopales. Dice: "Crecen de manera egoísta, siguiendo su instinto natural, pero también dan buena sombra". Una explicación conveniente para captar el sentido de una novela inteligente y bella.