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Reportaje:

El secreto está en las manos

Un museo acerca a los escolares a la música a través de talleres prácticos y el uso de instrumentos

Conseguir que un grupo de chavales de entre 6 y 13 años preste atención durante una hora a las explicaciones de un guía en un museo es algo casi imposible. Para teoría y explicaciones ya tenemos al maestro en clase todos los días, pensarán. Sin embargo, en el Museo Interactivo de la Música de Málaga (Mimma) han ideado un sistema que, con sus más y sus menos, consigue que los escolares que lo visitan parezcan turistas japoneses, por lo atentos y comedidos.

El secreto está en las manos. Los niños pueden dar rienda suelta a su curiosidad e iniciarse como músicos con una serie de instrumentos que el museo ha dispuesto como complemento a esta iniciativa educativa. Esta parte de la actividad se hace al final, a modo de premio a su paciencia y atención durante la visita. Así al menos se lo tomaron Luis y Santi, dos alumnos de 1º de Primaria del colegio Severo Ochoa de Málaga que visitaron junto con otra veintena de compañeros de varios cursos de Primaria las instalaciones del Mimma. Tras pasar más de media hora bajo la vigilancia intensiva de sus tres profesores, los inquietos Santi y Luis se desquitaron con unas cajas de ritmo y un piano, instrumentos que padecieron la energía contenida de ambos. "Para los de primer curso se les hace la visita algo pesada", aseguraba a modo de disculpa María Salazar, profesora de 4º de Primaria en el Severo Ochoa. "De todas maneras, la visita ha estado muy bien, porque los niños han conocido un mundo para ellos desconocido", añadía la profesora.

La visita de escolares al Museo Interactivo de la Música de Málaga está segmentada en tres partes. Se empieza con un taller de sonido en el que los niños experimentan con principios de la Física para conocer las características del sonido, como el timbre o la amplitud, y conocer la razón de la tradicional división de los instrumentos musicales por familias. Una vez explorada la base, un monitor muestra a los escolares todos los instrumentos que guarda el museo, que al estar enclavado en los bajos del aparcamiento de la Plaza de la Marina, junto a unos restos de murallas árabes, ofrece un aspecto peculiar, como sacado de una película de Indiana Jones.

"No me creo que eso esté hecho con huesos humanos", replica un alumno a Mercedes Zea, la monitora, en la zona donde se exponen los instrumentos de algunas tribus indígenas. "Pues esa especie de zambomba está hecha con piel de serpiente", les cuenta Mercedes. La muestra recoge instrumentos casi prehistóricos, como un didjeridu indígena, -"una especie de flauta gigante de eucalipto que ahuecan las termitas durante un rito de iniciación para los varones de una tribu australiana", explica Mercedes ante la mirada incrédula de los niños- hasta los más mordernos y que ya hacen uso de la electricidad. Entre ellos se encuentran algunas curiosidades, como una réplica del primer soporte en el que Thomas A. Edison grabó por primera vez sonidos en 1887; instrumentos hechos con animales, pianolas como las de las cantinas de las películas del Oeste o una especie de guitarras dobles medievales.

El Mimma organiza estas visitas desde noviembre a junio en colaboración con el Ayuntamiento de Málaga, la Facultad de Ciencias de la Educación y el Conservatorio Superior de Música de Málaga, que brindan los monitores. "Durante el pasado curso nos visitaron más de 5.000 alumnos de 80 centros andaluces", explica Pedro J. Torralvo, del departamento de Educación del museo, para quien el éxito de estas visitas reside en que son "interactivas".

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