Impotente Valencia
La audacia del Werder Bremen obtiene su premio y elimina al conjunto de un conservador Ranieri
Tanto en Bremen como en Mestalla, en sus dos enfrentamientos directos, el Werder fue más audaz que el Valencia. Y obtuvo el premio gordo por ello. Merecidamente. Aunque le bastara el empate, el conjunto alemán no renunció anoche a jugar con dos delanteros y un media punta. Todo el encuentro. El Valencia, en cambio, ni siquiera al final se atrevió a tanto, siempre con mucha gente por detrás del balón. Además de que Ranieri tampoco acertó con la tecla de las sustituciones. Justo cuando mejor se veía a su equipo, con Aimar muy puesto en su función de desequilibrar, Ranieri lo mandó a la ducha. Prefirió la opción italiana, empezó a bombardear al área y el Bremen lo agradeció eternamente. Entró el paraguayo Valdez, firmó dos golazos y los valencianistas acabaron frustrados y desquiciados, con muy mal perder de algunos de ellos. Porque el Valencia se había exprimido como otras veces, cierto, pero sin ninguna vista desde el banquillo.
VALENCIA 0 - WERDER BREMEN 2
Valencia: Cañizares; Curro Torres, David Navarro, Caneira, Moretti; Angulo, Marchena, Baraja, Xisco (Vicente, m. 60); Aimar (Corradi, m. 60); y Mista (Di Vaio, m. 60).
Werder Bremen: Reinke; Pasanen, Baumann, Ismaël, Stalteri; Jensen (Magnin, m. 44), Ernst, Micoud, Borowski; Charisteas (Valdez, m. 80) y Klose (Klasnic, m. 90).
Goles: 0-1. M. 82. Pase largo a Valdez, que se escapa del marcaje de Navarro, regatea a Cañizares y marca a puerta vacía.
0-2. M. 91. Valdez controla el balón en el borde del área y acierta de fuerte tiro.
Árbitro: Anders Frisk (Suecia). Amonestó a Baumann, Marchena, Ernst, Cañizares, Corradi, David Navarro, Vicente, Ismaël y Borowski. Expulsó a Angulo con tarjeta roja directa (m. 90) por una entrada a Valdez.
Unos 45.000 espectadores en Mestalla.
El conjunto de Ranieri arrancó con un ritmo muy alto, recordando viejas noches de gloria europea. Pero, claro, sin los recursos de antaño. Ni físicos ni tácticos. En realidad, impuso un ritmo que no podía seguir y, a la media hora, el Bremen no sólo empezó a defenderse con cierta suficiencia, sino que atacó cada vez con más claridad. La que pasaba por los pies de Micoud, el mejor de largo de los alemanes. Jugó a su antojo el media punta francés, sobre todo desde la tarjeta amarilla que vio y cohibió a Marchena, su marcador. Micoud debería agradecérselo a su entrenador, Thomas Schaaf, que le puso por delante a dos delanteros: Klose y Charisteas, lo que suponía muchas opciones de pase. Justo lo contrario que Aimar, que alzaba la vista y se le agolpaban los jugadores alemanes. Sólo estaba Mista y sólo a veces. Con todo, tanto Baraja como Aimar hubieron de exprimir su visión de juego para encontrar espacios. Y, aunque esporádicamente, lo lograron. Especialmente Baraja, que inventó un maravilloso pase interior entre una nube de adversarios. Dejó a Aimar solo ante Reinke, listo para disparar con la izquierda, pero el argentino se reprimió y se la cedió a Mista. Y, como éste se durmió en el remate, la grada le recriminó a Aimar su falta de instinto goleador. El reproche del público pareció estimular al argentino, que a partir de ahí entró más en calor.
Por fin Ranieri le dio un partido importante a Mista, descolocado desde que empezó la temporada por la llegada de sus dos competidores italianos: Corradi y Di Vaio. Y a nadie se le nota tanto como a Mista su falta de rodaje. Es un delantero que necesita jugar mucho para estar a punto. El Valencia volcó casi toda su pólvora en la primera parte por el extremo izquierdo. Con un inconveniente: Moretti centra muy mal. Vicente, en el banquillo después de dos meses de ausencia, era más añorado que nunca.
La pareja de centrales valencianistas (Caneira y David Navarro) protagonizó varias cadenas de errores. Por lo que le tocó a Marchena oficiar de tercer central, en detrimento de la salida del equipo, claro. La afilada delantera del Werder, sin embargo, tampoco aprovechó los regalos. Venían de vapulear al Friburgo (0-6) en la Liga alemana, pero se les vio muy perdidos con el balón fuera del área. Lo suyo es el remate y basta. Aunque también eso lo pusieron anoche en entredicho. Otra cosa resultaría después Valdez, mucho mejor que sus afamados compañeros.
Micoud empezó a perder tiempo descaradamente. Y eso encrespó al público, que se volcó con su equipo. El Valencia parecía cada minuto más metido en harina. Los córners a favor eran anuncio de gol. Y entonces Ranieri decidió poner la cuchara en la sopa: tres cambios de golpe. El primero, Vicente por Xisco, largamente ovacionado; el segundo, Corradi por Mista, ni fu ni fa, y el tercero, Di Vaio por Aimar, causó polémica y algunos improperios hacia el entrenador. Sobre todo, porque Aimar se encontraba cada vez más a gusto. La propuesta, en cualquier caso, era otra. Se trataba de buscar un juego más largo y directo. Y así Di Vaio mandó un chutazo al larguero. Pero ahí acabó todo.
Vicente cobró un protagonismo inevitable. El público lo esperaba como al mesías, pero dos meses sin jugar son demasiados para que no se noten. Y, aun así, dejó detalles de su inmensa calidad: entre ellos, un magnífico centro en el que, para cabecearlo, se estorbaron David Navarro y Di Vaio. Pelotazo arriba, pelotazo abajo, Ranieri enfrió el partido sin quererlo. Y el Bremen se vio de pronto con el balón y con el territorio para marcar. Lo hizo Valdez dos veces. La primera, tras un magnífico control del balón y el posterior regate a Cañizares. Perdieron entonces los papeles los jugadores valencianistas; sobre todo, Angulo, que cometió una entrada impresentable.
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