Los tesoros del monasterio
El museo de Pedralbes prepara la exposición de sus obras de arte más destacadas tras la marcha de la colección Thyssen
Algodones, bisturís, mascarillas, barnices y batas blancas son los elementos más visibles estos días en el museo-monasterio de Pedralbes, en Barcelona. La antigua cocina, las procuras, donde se guardaba el ganado y los comestibles, incluso zonas de clausura, han sido okupadas por una veintena de restauradores que realizan con precisión de cirujano sus trabajos en pinturas, esculturas y muebles. La actividad es grande ya que los trabajos de restauración tienen que estar terminados el próximo 12 de febrero, festividad de Santa Eulalia, día en que se inaugurará la exposición permanente Los tesoros de Pedralbes, que mostrará alrededor de 60 piezas, las más destacadas del inmenso patrimonio artístico y cultural, del total de las 6.000 catalogadas que guarda el monasterio, y que se exhibirán en la sala que acogió durante 11 años parte de la colección Thyssen.
El año 2005 será clave para el monasterio. Se abrirá la colección permanente
La reorganización de los fondos permitirá exhibir obras que han permanecido inéditas
Anna Castellano, directora del museo-monasterio y comisaria de la exposición junto al profesor de Historia del Arte Marià Carbonell y Antoni Nicolau, director del Museo de Historia de la Ciutat, una de cuyas sedes es el monasterio desde 1999, muestran sin reparo su alegría. Y no es para menos: la comunidad de 16 monjas clarisas han bendecido el proyecto que les han presentado. "Son las propietarias de este inmenso patrimonio, y tienen que aprobar todo lo que se haga con él", afirma Castellano.
El proyecto, en el cual se trabaja desde hace dos años, es la continuación de la exposición Petras Albas, realizada el año 2000 y que prefiguró la colección que se puede ver desde entonces. Pero ahora, tras realizar un "expolio de la clausura", según Carbonell, "podrán exponerse obras que no se habían podido contemplar, al pertenecer al mundo interior del convento, o que eran inéditas, como un Ecce Homo de 1500; un San Rafael con Tobias, de Joan Llimona, de 1896; y una Virgen de Montserrat, de Tamborini, de 1900, los dos inéditos y que ahora han sido catalogados", detalla el profesor de Historia del Arte, quien aclara, mientras Castellano asiente, que el "expolio ha sido respetuoso, pues siempre han sido las monjas las que han decidido en última instancia, lo que se exponía o lo que continuaba en clausura".
Ese es uno de los mayores valores de las obras. "Frente a colecciones formadas por obras con historias individuales, estas piezas tienen el valor añadido de pertenecer al lugar donde se exponen. Son elementos de uso cotidiano de las mujeres que vivieron en este monasterio o que aportaron cuando ingresaron en él, y aquí siguen, pero el tiempo les ha dado un valor artístico", señala Castellano. Además, "muchas de las obras son piezas vivas, que mantienen su uso dentro del ritual litúrgico de la comunidad", eso obligará a que "en ciertos momentos del año, como la Semana Santa, algunas de ellas, cálices y cruces, abandonen temporalmente la exposición", afirma la directora.
Paralelo al proceso de restauración, se realiza el estudio de las obras de arte que llevará a revisar cronologías y denominaciones. Marià Carbonell, que junto a Rafael Cornudella coordina a más de 20 investigadores que estudian las piezas, afirma que "el patrimonio artístico que se expondrá es lo mejor de todo el conjunto, uno de los más importantes de Cataluña". Y detalla que "la excepcionalidad viene dada también por obras, como los siete retablos facticios, formados por piezas de origen diferente, de los siglos XVI, que son casi únicos de este monasterio; un dintel de estuco del siglo XV del palacio de la reina Elisenda, con un caballero matando a un dragón; un arca de Semana Santa del siglo XVI; un Ecce Homo flamenco de tamaño natural de 1500, que ilustra un pasaje que sólo recogen los Evangelios Apócrifos; un nacimiento de alabastro policromado del siglo XV; un relicario de la Vera Cruz, de plata dorada y esmaltes, del siglo XIV; el tríptico de la Epifanía del taller de los Della Robbia; o una Virgen con el Niño del maestro de Burgo de Osma, entre otras, junto a piezas de mobiliario excepcionales".
Anna Castellano considera que la exhibición en el monaterio de Pedralbes de las 78 obras de la colección Thyssen durante 11 años ha sido "un episodio más de su historia, que ha tenido cosas positivas, como el hecho de poder contar desde ahora con una gran sala, el antiguo dormitorio comunitario, dotada con las mejores condiciones de exposición". Pero, sobre todo, "permitir que el edificio se abriera más a la ciudad y que sus tesoros fueran más conocidos", puntualiza la comisaria. Y deja entrever que las monjas, pese a ser respetuosas con la exhibición de la colección Thyssen en su monasterio, no han dejado de verla como algo ajeno, mientras que están ilusionadas y satisfechas con poder mostrar una colección íntimamente relacionada con la congregación religiosa.
Para Castellano, 2005 será un año clave, un punto de inflexión. A la inauguración de la exposición permanente le seguirán una serie de actos y exposiciones temporales. En mayo del año próximo, tras el acuerdo firmado con el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), se exhibirán seis pinturas de Antoni Viladomat centradas en la vida de San Francisco, y se celebrarán cursos y conferencias, entre ellos, la Semana de Estudios Medievales que organizan universidades catalanas. Destaca la directora del museo-monasterio, que además, "el edificio cuenta con obras claves del arte catalán, como las magníficas pinturas realizadas por Ferrer Bassa en 1346 en la capilla de San Miguel, una de las celdas que rodean el claustro". En un futuro, concluye "no se descarta que estas obras puedan exhibirse en una exposición junto a pinturas de alguno de los maestros de Ferrer Bassa, como Giotto".
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