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Tribuna:CIRCUITO CIENTÍFICO
Tribuna
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La mayor dificultad de la ciencia europea

Considerando nuestra herencia científica, no es sorprendente que los europeos seamos conscientes de la importancia de la ciencia. Todos sabemos que para que los aviones vuelen, los ordenadores se comuniquen o se desarrollen nuevas gamas de medicamentos, es vital la investigación científica. La sencilla verdad de que la ciencia resulta clave para la prosperidad futura de nuestro continente es algo que comprenden los expertos y la gente en general. Todos entendemos que el conocimiento es clave para la supervivencia, que la ciencia supone innovación y la innovación supone puestos de trabajo.

También sabemos que la investigación es cara y que ninguna sociedad puede seguir siendo competitiva sin invertir en su base de conocimientos. Por eso los gobiernos de la Unión Europea han respaldado las agendas de Lisboa y Barcelona, y han prometido más fondos para la investigación; el objetivo es alcanzar en la Unión Europea una media de gasto en ciencia del 3% del PIB para 2010.

¿Dónde está, entonces, el problema? ¿Por qué no está ocurriendo todo eso ahora? ¿Qué nos retiene? La explicación convencional es bastante sencilla. Se debe a la falta de recursos y de voluntad política. Aunque estos factores son muy importantes, este argumento no reconoce la importancia de las personas, de los científicos. No vale de nada aportar el 3% del PIB y tener el compromiso político de los gobiernos de Europa si no hay nadie que realice la investigación científica. No hace falta ser un genio de las matemáticas para calcular que si la Unión Europea aumenta el gasto en investigación científica del 1,9% al 3% del PIB, harán falta 1,2 millones de personas más, de los cuales 700.000 deberán ser investigadores plenamente formados. La falta de científicos es, en consecuencia, la mayor dificultad a la que se enfrenta hoy en día la ciencia europea.

Para formar a estos científicos adicionales, los sistemas de enseñanza europeos deberán trabajar a toda máquina los próximos años. Igualmente, tendremos que poner el mismo empeño en garantizar que nuestros competidores no se llevan a nuestros investigadores tan rápidamente como nosotros los producimos. Esto, sin embargo, no será suficiente. Sobre todo, debemos atraer y motivar. Necesitamos demostrar que reconocemos y valoramos lo que nuestros científicos están haciendo. Necesitamos recompensar el éxito y asegurarnos de que disponen de las herramientas que necesitan para realizar su propio potencial y nuestro potencial colectivo. Sólo entonces volverán los jóvenes al mundo de la ciencia, pasarán a formar parte de la clase científica europea y ayudarán a establecer una plataforma para la salud y la prosperidad continuadas del continente. De nosotros depende el conseguirlo.

Jean-Patrick Connerade es presidente de Eurociencia y Miembro del Gran Jurado del Premio Descartes de la UE, que se falla mañana.

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