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Crónica:TOUR 2004 | 18ª y antepenúltima etapa
Crónica
Texto informativo con interpretación

Un justiciero en la fuga

Armstrong se fue a perseguir a su enemigo Simeoni y sólo desistió a petición de los acompañantes

Xosé Hermida

Juan Antonio Flecha vio un torpedo amarillo llegando desde atrás y repasó mentalmente los colores de los maillots de todos los equipos. "No es posible. Tiene que ser él", se dijo Flecha. Y, efectivamente, era él. Una fuga en el kilómetro 32 de la etapa, inocua para la clasificación general, con media docena de corredores, entre ellos el francés Sèbastien Joly, penúltimo a casi tres horas y media de retraso, provocó la intervención personal del gran jefe. El pelotón se creyó víctima de alucinaciones hasta que reparó en la identidad de uno de los fugados, un modesto ciclista italiano llamado Filippo Simeoni que hace tiempo presentó una querella judicial contra Lance Armstrong tras una polémica a propósito del dopaje.

La historia es bien conocida en el pelotón. Pippo Simeoni acusó al médico italiano Michele Ferrari, apodado El Mito por sus mágicos cuidados a muchos ciclistas, de estar implicado en prácticas de dopaje. Armstrong, que tiene a Ferrari entre sus consejeros áulicos, debió de sentirse aludido y llamó mentiroso a Simeoni en un programa de televisión. Desairado, el corredor italiano presentó una querella contra el estadounidense.

Antes del Tour, Simeoni confesaba: "Mi objetivo es meterme en alguna fuga... si Armstrong lo consiente". En la novena etapa, cuando Simeoni se escapó con el español Landaluze, el estadounidense estaba con la cabeza en otras cosas y no hizo el menor movimiento. Pero ayer, con el Tour sentenciado, el tejano exhibió su espíritu justiciero. Cuando vio que Simeoni saltaba del pelotón para unirse a una fuga de seis ciclistas, entre ellos los españoles Flecha, Mercado y Txente García Acosta, se marchó furioso a por él. "A éste no le dejo marchar", le comentó a sus compañeros de equipo. Flecha los vio llegar por detrás preguntándose si el Tour había cambiado la norma que impide a los equipos vestir de amarillo, el color del líder. "¡Hostia, pero qué hace éste aquí!", exclamó Txente.

Armstrong participó en los relevos al frente del grupo con tanta fuerza que "casi pone a todos a rueda", comentó Mercado. "Al verlo así, yo estuve a punto de desistir", admitió el que luego resultaría vencedor de la etapa. Con tan formidable incorporación, los fugados aumentaron muy pronto su ventaja de 45 segundos a más de dos minutos. Simeoni, intimidado, se puso en la cola del grupo y fue el único que no entró a los relevos. Todos empezaron a comprender lo que estaba sucediendo. Por si no estaba claro, el propio Simeoni se lo recordó: "¿Pero adónde queréis ir? ¿No veis que os lleváis a éste con vosotros?". Flecha hasta se permitió bromear con Armstrong. "Ten cuidado con las flechas", le espetó entre las sonrisas del líder.

Entonces empezaron las negociaciones. Txente habló con el jefe. Aunque el corredor navarro del Illes Balears no quiso comentar la conversación, otros ciclistas sostienen que trató de convencerle de que les dejase continuar en paz. Allí se estaba jugando la gloria de los modestos, de los que no tienen más aspiración que ganar alguna etapa, y resulta de mal gusto que el líder se entrometa en esa clase de disputas. Otros hablaron también con Simeoni para hacerle ver que mientras él continuase en el grupo, Armstrong no cedería. El italiano, de la misma estirpe que el resto de los fugados, decidió entonces parar. Y la furia justiciera del tejano se aplacó. La disparatada aventura había durado 14 kilómetros.

Lo que no concluyó fue el suplicio de Simeoni, quien entró en la meta llorando tras recibir en la cola del pelotón los insultos de otros ciclistas, como sus compatriotas Danielle Nardello y Matteo Tosatto. "Armstrong ha demostrado qué clase de persona es", afirmó tras la etapa Simeoni. "Yo sólo buscaba un pequeño día de gloria y he sido víctima de una gran injusticia". Pero la actitud de los ciclistas tampoco fue unánime. Al pasar con sus coches, los responsables de algunos equipos fueron saludados con improperios de varios corredores a Armstrong.

Su director, Johan Bruyneel, defendió la tesis de que Armstrong no había actuado por venganza sino por el simple impulso de seguir la rueda de Simeoni. Esfuerzo baldío el suyo, porque el amo de la carrera no ocultó sus intenciones: "Lo hice para defender el ciclismo. Gente como Simeoni es perjudicial para el deporte".

Momento del ataque de Armstrong en la etapa de ayer.
Momento del ataque de Armstrong en la etapa de ayer.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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