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Crónica:CIENCIA FICCIÓN
Crónica
Texto informativo con interpretación

Recordando a Lise Meitner, o el Nobel que no fue

MARZO DE 1938. Tras la anexión alemana de Austria, Lise Meitner, tercera hija de una familia de judíos vieneses, decide buscar cobijo en tierras suecas. Una más de los miles de víctimas de la prepotencia humana, salvo que en este caso se trata de alguien de perfil un tanto peculiar: nacida en Viena en 1878, Meitner ingresa en su Universidad en 1901, venciendo la feroz resistencia de la época a la educación de la mujer.

Estudia con el célebre físico Ludwig Boltzmann y, con un doctorado en Física bajo el brazo, se muda a Berlín para trabajar con el no menos célebre padre de la mecánica cuántica, Max Planck. Allí conocerá al químico Otto Hahn, con quien compartirá tres fructíferas décadas de colaboración en el emergente campo de la física nuclear. Tras su forzoso exilio en Suecia, Meitner persevera en su estudio y caracterización del núcleo atómico.

El 13 de noviembre de 1938, Meitner se reúne secretamente con Hahn en Copenhague. A sugerencia de ésta, Hahn y un colega, el también químico Fritz Strassmann, realizan diversos experimentos de bombardeo de uranio con neutrones, a la búsqueda de elementos más pesados que éste (los llamados elementos transuránicos). Los experimentos no se desarrollan según el guión: con estupefacción, Hahn y Strassman encuentran un inusitado elemento entre los productos de la reacción: el bario, que lejos de ser más pesado que el uranio, presenta una masa atómica de aproximadamente la mitad de éste.

Ni cortos ni perezosos, Hahn y Strassman deciden publicar su descubrimiento (quien no corre, vuela) en la revista Naturwissenschaften (enero de 1939). Inmediatamente, Meitner y su sobrino Otto R. Frisch publican en la prestigiosa Nature (febrero de 1939) la correcta interpretación del fenómeno a partir del llamado modelo de "gota líquida" para el núcleo atómico, postulado por Niels Bohr: la escisión del núcleo de uranio al ser bombardeado por neutrones, que da como resultado elementos de masa atómica inferior, proceso que bautizaron con el nombre de fisión nuclear.

Años de efervescencia en el campo de la física y de nuevos hallazgos, algunos avalados por el reconocimiento y el prestigio de un premio Nobel. Es éste el caso del descubrimiento de la fisión nuclear, a todas luces digno de tal galardón, aunque su adjudicación no estuvo exenta de controversia: en una discutida decisión, el comité Nobel galardonó a Otto Hahn con el Nobel de química de 1944 por "su descubrimiento de la fisión de núcleos pesados", ignorando el papel esencial que desempeñó Lise Meitner en la historia.

Diversas piezas teatrales se han ambientado en aquella época bélica y en el papel fundamental de los físicos alemanes en el desarrollo de las primeras armas atómicas. Si hace algunos años veía la luz Copenhague, de Michael Frayn (estrenada en España en el 2003), ficción ambientada en otro célebre encuentro en la capital danesa, el que mantuvieron los físicos Niels Bohr y Werner Heisenberg (y de cuyo contenido todavía discuten los expertos en historia de la ciencia), Remembering Miss Meitner, de Robert Marc Friedman, revisita el descubrimiento de la fisión atómica, de la mano de Lise Meitner, Otto Hahn y el físico sueco Manne Siegbahn.

En su obra, Friedman, catedrático de Historia de la ciencia de la Universidad de Oslo (Noruega), pasa revista a las intrigas políticas e intenta racionalizar las causas que llevaron a Meitner al olvido. La injusticia cometida con Lise Meitner por el comité Nobel nunca fue asumida. Acaso, como compensación, en 1966 se premió a Hahn, Meitner y Strassmann con el codiciado premio Enrico Fermi, que otorga el Gobierno estadounidense a científicos que han destacado por logros excepcionales en el desarrollo, uso o producción de energía en sus diversas formas. Entre los galardonados, destacan nombres como John von Neumann (primer receptor del premio Fermi en 1956), Hans Bethe, Edward Teller o J. Robert Oppenheimer.

Curiosamente, el teatro se está erigiendo en un insospechado vehículo de divulgación científica. Otra pieza reciente, Background, de Lauren Gunderson, se articula en torno a la figura del físico Ralph Alpher y la génesis de la teoría del Big Bang de la mano de su implicación en el estudio de la radiación cósmica de fondo.

A este paso, habrá que ir pensado en el teatro como posible comodín que aúna ciencias y letras por el camino del conocimiento. Lástima que el aforo (y el interés del ciudadano medio, todo hay que decirlo) esté todavía lejos del de un campo de fútbol...

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