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VIAJE DE CERCANÍAS
Columna
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Del boniato al archivo

La multa que tengo a la vista, firmada por el gobernador de Alicante en enero de 1943, no viene dirigida a mí, ni tampoco llegó a mi casa con sesenta años de retraso (aunque cosas más raras ocurren con las multas y los gobernadores), sino que la trajo un amigo mío de Xàbia porque sabe que me interesan estas curiosidades.

Más que una curiosidad la multa es un ejemplo de abuso de poder. Se la pusieron al padre de mi amigo, que era un modesto labrador, por "ocultar la cosecha de boniato", según consta en el papel de Pagos al Estado de 1ª clase, aun cuando el Estado nacido del Alzamiento Nacional era de la peor clase o calaña. El importe de la multa -250 pesetas- resultó exorbitante en tiempos de hambre y jornales de 15 pesetas.

A diario aparece por el archivo Vicent Balaguer, un estudioso de 74 años que trabajó en un banco aunque su pasión era y sigue siendo la historia de ir por casa, la historia de gente cercana.

Así que mi amigo y yo tuvimos ocasión de hablar por enésima vez de los años de posguerra, que fueron los de nuestra infancia, años muy duros y sombríos sobre todo para nuestros padres y abuelos; años en los que se comían patatas al mediodía y boniatos por la noche, a toque de cornetín.

¿Sabe hoy un niño de ciudad qué es, qué forma tiene, cuál es el sabor y la utilidad de un boniato? ¿Significa esta misma palabra algo más que un insulto?

En los viajes de cercanías unas cosas te llevan a otras, y la multa impuesta por ocultar boniatos como si se tratara de un alijo de droga me ha traído esta semana al Archivo Municipal de Dénia. Aquí, Rosa Serer hace catequesis de su profesión. Entras en este edificio moderno donde trabaja Rosa y cuando al cabo de un par de horas lo abandonas ya te has convertido a su religión. Vuelves a casa y buscas en armarios y cajones donde anidan las polillas viejos documentos o cartas, planos o libros que creías sin interés o valor histórico. Ahora los miras con otros ojos que no son los tuyos, ni los de tu propia familia (tampoco los de Rosa), sino los de una colectividad, pueblos a los que siempre te has sentido vinculado y piensas que de pronto va a aparecer un eslabón de alguna historia que ya están construyendo en aquel archivo, o en cualquier otro archivo de la comarca.

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Lo explica de una manera sencilla Rosa Serer, nacida en Ondara hace 43 años y metida en este archivo los 18 últimos: "Cuando vine por primera vez todo estaba en el desván, la historia de Dénia por los suelos, entre polvo y ratones, y por tanto expuesta a desaparecer. Ni siquiera la puerta estaba cerrada. Yo puse una llave. Me di cuenta de que aquí había un tesoro. Lo mismo aparecían documentos del siglo XV que un libro con las entradas de los barcos en el puerto, todo en un desorden perfecto, y necesité cuatro años para clasificar lo que parecía la punta del iceberg..."

Ahora las cosas están ordenadas. Pueden seguirse los pasos del duque de Lerma, valido de Felipe III, quien por ser también marqués de Dénia tuvo aquí un inmenso poder.

"Dénia ha sido castigada a lo largo de la historia por muchas guerras y conflictos. De ellos tenemos aquí documentos importantes y también curiosos. Por eso mi deseo no es que el archivo permanezca alejado de la población, sino que la gente de Dénia, y de los alrededores, vengan y consulten estos documentos, y conozcan el pasado para darle sentido al presente", dice Rosa.

La archivera está satisfecha porque acaba de cerrar un buen negocio con las Agustinas Recoletas, orden de clausura que ocupa un convento construido por el duque de Lerma -cómo tantas otras cosas- hace cuatrocientos años y en el que hay gran cantidad de documentos que las religiosas le han permitido microfilmar. "Las tres únicas monjas que quedan son estupendas, son monjas con mucha marcha, aunque parezca mentira, y están informadas de todo porque aunque no pisen la calle, y vean poco la tele, demuestran tener los pies sobre la tierra", explica Rosa.

Desde el Archivo va poco a poco tensando hilos en todas las direcciones. Así pudo encontrar una novela corta de 1931 escrita por Ros Fillol, que era un literato local y ocurrente. Rosa se las ingenió para que el Ayuntamiento, que la apoya con entusiasmo en todo, publicara este año L'anell del Marqués de Dénia en edición facsímil.

La población de Dénia (50.000 habitantes) sabe, o eso quiere Rosa que sepa, que el Archivo está abierto a todos porque la historia común pertenece a todos, y depende de todos completarla y preservarla. Por eso lo que más emoción le produce es que alguien venga con algún documento y le diga: "Creo que este es su sitio si de verdad tiene interés".

A diario aparece por el archivo Vicent Balaguer, un estudioso de 74 años que trabajó en un banco aunque su pasión era y sigue siendo la historia de ir por casa. Es decir, la historia de gente cercana. A lo mejor de alguien pintoresco que algunos conocieron pero olvidaron hace años. Entonces Balaguer se rasca la cabeza y dice: sí, merece la pena que me dedique a él. "Porque yo soy como el azafrán, me meto en todos los guisos", explica Balaguer, "por eso escribí el libro de la posguerra en Dénia, que está lleno de hechos, curiosidades y anécdotas que los historiadores, digamos que de renombre, no se molestan en reconstruir o recopilar".

El libro es muy ameno. Tiene ilustraciones asombrosas, como lo fueron muchos de los personajes de la época. Hay una foto, por ejemplo, cedida por el Ayuntamiento de Calp, de Matíes, el del carret i el gosset, un entrañable enano oriundo de Llíber que se ganaba la vida vendiendo tabaco y lotería por pueblos de la Marina Alta. Matíes se desplazaba en un cochecito fabricado a su medida, tirado por un perro que parecía un pony. Este personaje murió en 1957 a los 31 años. Todavía muchos lo recuerdan. Y Balaguer cuenta con ternura y brevedad esta historia.

Rosa Serer y Vicent Balaguer acometieron un proyecto ambicioso: historias orales de personas mayores de la comarca. Una empresa de vídeo, también local, graba las entrevistas sin pedir nada a cambio. Llegado el momento, se editarán los vídeos y se publicarán los textos. "Es la vida relatada en primera persona, en directo, tal como fue o como se recuerda. Y esto despierta un interés extraordinario, pues aunque una vida no sea extraordinaria puede ser fascinante".

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