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Reportaje:

Seguridad por megafonía tras el 11-M

Metro de Madrid advierte regularmente con mensajes sonoros a sus usuarios de que vigilen sus equipajes

Soledad Alcaide

Recién llegada de las vacaciones de Semana Santa, el pasado domingo, Elena tomó el metro en la estación de Avenida de América, tras bajarse del autobús en el intercambiador. Se sorprendió al ver, ya pasados los tornos de entrada, a cuatro guardias municipales que paseaban tranquilamente por los pasillos. "En el puente me había olvidado de que Madrid sigue todavía en alerta, después del 11-M", cuenta.

Pero lo que más llamó la atención a Elena fue escuchar por los altavoces una voz de mujer que anunciaba: "Atención, señores viajeros. Metro de Madrid informa de que, por su seguridad, tengan sus bolsos de mano y otras pertenencias controlados. Juntos mejoramos la seguridad. Gracias por su colaboración".

"Cuando es necesario, bajan los perros expertos en detección de explosivos"

Éste es el mensaje que desde hace dos semanas se repite regularmente en los trayectos del metro, con la intención de que los pasajeros se percaten de que deben avisar a la seguridad del metro cuando vean alguna cosa extraña o bolsas y equipaje sin dueño aparente.

El metro de Madrid se suma así a una iniciativa que ya habían puesto en marcha las compañías de transporte de París o Londres, días después del atentado del 11 de marzo, y que suelen hacer siempre que hay situación de alerta. A Elena le produjo más pánico que sentimiento de seguridad, porque cree que es necesario olvidar el posible peligro del viaje para atreverse a bajar a las estaciones bajo tierra.

"A mí me parece que está muy bien. Yo lo he visto en Londres desde hace tiempo, en el autobús, porque con el IRA [el grupo terrorista separatista irlandés] tuvieron también que poner avisos", comenta en cambio Charo, otra pasajera del metro. Ella nota ahora más interés por parte de los usuarios del metro. "Antes del atentado del 11 de marzo, he llegado a ver una papelera ardiendo en una estación y que la gente pasara por delante sin decir nada. Tiene que pasar algo tan tremendo para que la gente se tome interés y avise a seguridad", continúa.

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Junto a los avisos por megafonía, se ha incrementado la vigilancia. La presencia de guardias de seguridad de Metro, con sus chalecos fosforescentes, pasa ya completamente inadvertida en los pasillos de este transporte. Pero lo que todavía sorprende al viajero es el número de agentes de la policía, sobre todo en las grandes estaciones, como el intercambiador de Moncloa o el de Avenida de América. Especialmente porque no llevan el traje habitual que utilizan en la calle, sino otro de faena, que tiene un aspecto más militar.

Ayer al mediodía, sólo en la estación de metro de Puerta del Sol se podía contar con la presencia de cuatro agentes municipales y otros tantos guardas de seguridad. Una parada más adelante, en Gran Vía, otros cuatro agentes municipales hacían su ruta.

Pero también es posible advertir la presencia de policías nacionales. Ocurre especialmente en las estaciones más utilizadas, las de centro y puntos estratégicos de comunicaciones. Ya en las paradas periféricas es más difícil que haya otra vigilancia que no sea la de los guardas de seguridad.

"Hay policías de paisano y de uniforme", explica la portavoz de la Concejalía de Seguridad sobre las medidas de seguridad que se han tomado tras el atentado. Añade que el Ayuntamiento ha puesto a disposición del Ministerio del Interior sus efectivos, hasta el tiempo que éste considere adecuado. "Cuando es necesario, bajan también los perros expertos en detección de explosivos de la Policía Municipal", agrega.

La presencia de esos efectivos es parte del Plan Integral de Seguridad que coordina el Ministerio del Interior, y que ha supuesto mantener los 100.000 agentes que se desplegaron en la capital para las elecciones.

Uno de los efectos que ha tenido su presencia ha sido la de cambiar el paisanaje de las estaciones de metro. Desde la Semana Santa, han desaparecido casi completamente los manteros que trabajaban en los pasillos del metro vendiendo música o películas de vídeo. Ahora es un sector de puertas afuera.

Y aunque el metro sigue siendo el transporte de la capital con más disparidad racial de usuarios, el aumento de los agentes ha echado casi completamente a los viajeros de color. También a los que no tienen permiso de residencia, según cuenta Adrián, un pasajero argentino. "Porque la gente tiene miedo de que en cualquier momento les pidan los papeles. En la calle es más fácil sortear a los agentes".

Aunque quizá la culpa sea de los demás pasajeros. Esta misma semana, la entrada de un ciudadano chino con un voluminoso carrito de la compra apenas provocaba miradas entre los viajeros, a pesar de que por su tamaño, podría haber llevado hasta armas sin problemas. Sin embargo, cualquier persona con aspecto de tener origen magrebí y que viaje con un bolso o mochila no sale del vagón antes de ser minuciosamente examinado con la vista por alguno de los pasajeros.

La psicosis está ahí. Por eso, en general, los viajeros han recibido con buen talante las nuevas medidas del metro.

"He sido empleado de Renfe, ¿sabe? Con todo lo que he tenido que ver. Por eso yo, antes de que comenzaran con esos avisos por megafonía, ya iba al tanto, lo mismo en el metro que en otros sitios", asegura Francisco Orejón por los pasillos del metro. "Para mí está muy bien que haya aumentado la vigilancia y que avisen, porque así se podrá acabar del todo con esos desgraciados".

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Sobre la firma

Soledad Alcaide
Defensora del Lector. Antes fue jefa de sección de Reportajes y Madrid (2021-2022), de Redes Sociales y Newsletters (2018-2021) y subdirectora de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS (2014-2018). Es licenciada en Derecho por la UAM y tiene un máster de Periodismo UAM-EL PAÍS y otro de Transformación Digital de ISDI Digital Talent. 

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