DANIEL PAZ MANJÓN / "Salía a bailar con 20 euros y me devolvía siempre 15"
Daniel Paz tenía 20 años y era de Vallecas Villa. Estudiaba segundo curso en el INEF y siempre entraba en clase cantando. Sobre la mesilla de noche dejó un libro casi terminado con una marca azul, El Proceso, de Kafka. Tenía una vena filosófica. Le había impresionado mucho El jugador, de Dostoievski. "Era un humanista", recuerda su padre. "Era un pegajoso cariñoso", contrapone su madre. Dani tocaba la guitarra y a veces se perdía en pequeñas tabernas a escuchar a cantautores. No bebía y no fumaba. Era reflexivo, pero lo que más le gustaba era el deporte. Jugaba al fútbol con tanto estilo que podría haber sido profesional. Pero no quiso. No le gustaban ni el dinero ni la fama. "Salía a bailar y yo le daba 20 euros", relata su padre, "y volvía siempre con una vuelta de 15". Fue el primero del barrio en colocar en el enrejado de su terraza un cartel contra la guerra. Creía en la convivencia. Alguno de sus mejores amigos era magrebí. Tenía muchos amigos, aunque era un poco "cortado", y las chicas del barrio, a sus espaldas, comentaban que estaba "como un queso".
De pequeño era muy travieso. Su madre sabía que, siempre, todas las reuniones con sus profesores concluirían con una pequeña queja: "Decían que eran los peores, pero, en realidad, los rebeldes eran los mejores". El fútbol le ayudó a disciplinarse. Incluso jugó en el Moscardó. Su mejor amigo falleció de un accidente de tráfico a mediados de febrero. Dani le recordaba escuchando discos de Luis Pastor.
Los dos últimos veranos trabajó para no tener que pedir. "Todavía lo tendrá todo en la cartilla". Estuvo tres meses como jardinero. Al año siguiente cambió su ocupación estival y se dedicó a trasladar a personas mayores o enfermas a centros de ocio.
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