Julia

Julia Mora Rodríguez pertenece a la estirpe de las mujeres valientes , como Pilar, Guillermina, Reme, Joaquina, y miles de desconocidas que en el duro transcurrir de su existencia han cargado baterías para seguir luchando todavía hoy. Los periodistas la descubrieron vigilando las votaciones por cuenta de Esquerra Unida en su alicantino barrio de Los Ángeles, tarea que viene haciendo desde la República. Por eso sabemos que nació hace casi 94 años en Puerto Lumbreras y que se le murieron diez hermanos. Los dos supervivientes quisieron ayudar a los padres, ya muy gastados, y a la edad de ocho ella tuvo que llorar en el campo el desabrido rechazo de la cuadrilla: "Vete a que tu madre te dé el biberón". Pronto "consiguió" desriñonarse arrancando cebada a dos manos, y el amo don Francisco (que se paseaba con sombrilla entre los caballones, como quien desfila bajo palio) llegó a gritarle que no hacía falta que levantara la cabeza y dejara de trabajar para contestarle. A continuación, despidió al capataz que se había atrevido a defenderla.

El padre pagaba una peseta cada mes para la escuela del chico. Ella nunca pudo ir, así que aprendió las letras con los libros del hermano.

Julia organiza a los jubilados del barrio desde hace 25 años y nunca ha ocultado "lo que es". Tiene muchos amigos porque los colores de la gente no le interesan, sino que sea honrada y buena. "¿Quién soy yo para despreciar a nadie?"

En la mesa electoral, hasta los interventores rivales le piden que controle cuando han de ir al aseo. Un día hizo romper una papeleta para EU porque el votante no llevaba carné. "Soy justa y sólo quiero el bien para la clase trabajadora. Colaboraré mientras el cuerpo aguante".

Quizá ahora esté triste por los magros resultados obtenidos por los suyos, o puede que con espíritu unitario dé por buena la que llaman transfusión roja de votos al PSOE. Por todo esto me ha gustado detenerme hoy en una mujer que en días aciagos y tensos aporta una bocanada de vida, humanidad y decencia.