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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La caldera venezolana

La radicalización de partidarios y detractores de Hugo Chávez empuja al abismo a Venezuela. El detonante del renovado clima de confrontación, que ha dejado en los últimos días una decena de muertos y centenares de heridos y detenidos, es la decisión de las autoridades electorales de anular provisionalmente más de un tercio de las firmas recogidas por la oposición para forzar un referéndum sobre la continuidad del presidente.

El propio Chávez era partidario de la idea del referéndum revocatorio, novedad de la Constitución de 1999 que él apadrinó y cuyas reglas estableció el año pasado el Consejo Electoral. Pero a medida que era claro que la oposición recogería sin problemas los 2,4 millones de firmas (20% del electorado) necesarias para su convocatoria, el presidente se ha distanciado del experimento, al que ahora considera un fraude. El Consejo Electoral, donde Chávez tiene mayoría, ha decidido con el aval de las Fuerzas Armadas reexaminar las firmas dudosas en un procedimiento que comenzará a finales de este mes. Organismos mediadores como la Organización de Estados Americanos y la Fundación Carter, que hace casi un año avalaron un acuerdo entre el Gobierno y la oposición para dirimir constitucionalmente sus agravios, opinan que la autoridad electoral está abusando de los tecnicismos.

Venezuela se ha instalado en una dinámica de confrontación de la que cabe temer lo peor. El propio presidente encabeza esta dialéctica nefasta con intervenciones progresivamente incendiarias y un discurso político conspirativo impropio del presidente de una atribulada democracia. La oposición, cada vez más desafiante, tampoco parece calibrar ajustadamente el respaldo social de Chávez, que además de movilizar regularmente a sus multitudes partidarias cuenta con el apoyo de los militares.

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Ningún país puede estar a merced de la calle. Menos si es el quinto exportador mundial de petróleo. Al margen del riesgo de enfrentamiento civil que planea sobre Venezuela, está el hecho crucial de una economía comatosa por la polarización social. Y ningún gobernante responsable debe permitir que un litigio sobre su persona escinda a los ciudadanos en dos bandos que pueden llegar a ser irreconciliables, independientemente del desenlace de la pugna. La obligación de Chávez en este escenario es abrir la válvula de escape constitucional que permita a los venezolanos sustanciar en las urnas la opinión que les merece su turbulento liderazgo.

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