_
_
_
_
_
Crónica:AUTOMOVILISMO | Gran Premio de Australia de fórmula 1
Crónica
Texto informativo con interpretación

Apertura en rojo y azul

Alonso, tercero, lleva su Renault al podio, pero sin amenazar a los Ferrari de Schumacher,ganador, y Barrichello

Lo que hizo fue grande. Fernando Alonso (Renault) subió al tercer peldaño del podio en su primera carrera de la temporada en un aviso claro de lo que puede ocurrir. El español, de 22 años, había anunciado que su objetivo era pisarlo en cada una de ellas. "Iremos a por todas en cada prueba", indicó. Y ayer, en Melbourne, puso la primera piedra en ese edificio que debe ir construyendo en los 17 restantes. Su tercera posición en el Gran Premio de Australia, tras el alemán Michael Schumacher y el brasileño Rubens Barrichello (Ferrari ambos) se suma a la victoria lograda la pasada temporada en el de Hungría, al segundo puesto en el de España y a los dos terceros de Malaisia y Brasil.

Lo suyo fue espectacular. Cuando tomó la salida, clavó su primera estacada al príncipe colombiano, Juan Pablo Montoya, y le dejó a él y a su flamante BMW Williams con un palmo de narices y sin saber exactamente qué estaba ocurriendo. Fue uno de los tres hechos que marcaron la carrera inicial en el circuito de Albert Park. No sólo porque Alonso se encaramó ya de entrada de la quinta a la tercera plaza, con un adelantamiento por la izquierda sobre la hierba, sino porque a causa de ello el propio Montoya forzó tanto para impedir perder su posición que se salió de la pista, atravesó el césped y regresó cuatro puestos más lejos.

Montoya arruinó de entrada su carrera y las ilusiones de un equipo, el Williams BMW, que había depositado en él la mayor parte de su artillería pesada. El suramericano, que comienza como el principal rival de Michael Schumacher en la disputa del título, inició allí mismo una carrera de obstáculos frenado por sus rivales, a los que no lograba adelantar y perjudicado también por un error en su propio box -le mantuvo más de 10 segundos parado en el segundo avituallamiento-, que le condujo al fracaso más absoluto. Acabó el quinto, por detrás de su compañero, Ralf Schumacher, evidenciando además los problemas internos de la escudería. Su mayor mérito fue conseguir que su equipo ocupe el segundo lugar en la clasificación de constructores. Pírrico.

El segundo hecho significativo fue que ni siquiera Alonso, realizando una carrera espectacular, consiguió ser una amenaza seria para la hegemonía de Ferrari. Si alguien tenía dudas sobre la capacidad de concentración y de pilotaje de Michael Schumacher le han quedado disipadas. Ahí se produjo una confluencia de factores. El primero, que la marca de Maranello escondió sus armas durante toda la pretemporada, pero tenía un producto superior al de todos sus rivales: un coche eficaz, sólido y con una aerodinámica desequilibrante. El segundo, que Bridgestone ha trabajado de forma muy solvente para paliar la desventaja que tenía el año pasado en relación a Michelin en las superficies secas. Eso se hizo patente en la tremenda estabilidad de los Ferrari en la salida de las curvas, en comparación con la del Renault de Alonso. Y el tercero, que el alemán sigue marcando diferencias a pesar de sus 35 años de edad, y que Barrichello es un escudero fiel.

La tercera circunstancia que marcó la carrera fue ver el desespero reflejado en el rostro del finlandés Kimi Raikkonen cuando en la décima vuelta su coche se paró y tuvo que abandonar. Aquello era la constatación más evidente de que McLaren tiene un serio problema. El motor en el que habían depositado la mayor parte de sus esperanzas, del bólido que conducía uno de los pilotos con más futuro en el circo de la F-1, se rompió en menos de media hora de carrera. Y el otro, el del coche del británico David Coulthard, se movió en una mediocridad impropia de una escudería con uno de los presupuestos más altos.

El colofón llegó ya al final, cuando Montoya pudo vislumbrar desde el final de la recta de boxes por su retrovisor como Michel Schumacher entraba ya en ella. Un momento patético porque demostraba hasta qué punto había sido demoledor el dominio de Ferrari. Sólo el Renault de Alonso lo soportó. Pero ni las incuestionables dotes del español bastaron para crear un problema a los bólidos rojos.

Michael Schumacher y Rubens Barrichello se felicitan y Fernando Alonso celebra su éxito.
Michael Schumacher y Rubens Barrichello se felicitan y Fernando Alonso celebra su éxito.ASSOCIATED PRESS / EFE

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_