La ruta del tabaco de Gil de Biedma
Recuerdos hispanos en los campos y estancias del valle filipino de Cagayán
Una mansión rodeada por una gran baranda en sus cuatro costados, y, a su vez, envuelta por verdes campos de tabaco, puede ser una imagen muy atractiva por poco que a uno le gusten los puros. Si esta mansión es descrita por un poeta como Jaime Gil de Biedma, en su libro Retrato del artista en 1956, dando fe de la dimensión de "una baranda tan amplia que un jeep podría circular por ella", son elementos suficientes para despertar la curiosidad del viajero. Y así es, la mansión existe. Se trata de la que fue la Hacienda San Antonio, en los tiempos de esplendor de la explotación tabaquera española en el valle de Cagayán, al noreste de Filipinas, a unos 450 kilómetros al norte de Manila.
La hacienda, o más bien lo que queda, es ahora propiedad del barangay, el municipio de San Antonio. En la otrora señorial escalinata en madera de narra, la que da acceso a la primera planta porticada, hay ahora una plataforma que igual hace las funciones de tablado para grupos musicales que animan la velada que de altar para la misa dominical. Por el porche no circula ningún jeep, entre otros motivos porque podría despertar a quienes hacen la siesta en confortables hamacas, a la sombra de las persianas de fina caña de bambú. Los jeeps, los omnipresentes jeepneys, miniautobuses que recorren como moscas en un pastel de rica miel cualquier rincón de este archipiélago de más de 7.000 islas, están aparcados en el patio, con sus carrocerías cromadas resplandecientes al sol y coloreados parasoles encima del parabrisas donde, en uno de ellos, figura la inscripción: "Que Dios nos bendiga".
Y, por este valle surcado por el río Grande de Cagayán, Dios debió bendecir a los primeros colonizadores españoles, cuando estas tierras eran conocidas como Nueva Vizcaya, cuyo nombre sigue en vigor en una de las provincias, e iban construyendo iglesias y fortificaciones para defenderse de un posible ataque de los chinos, que en aquella época llevaban siglos navegando y comerciando por estas costas. Tanto fue así que un jesuita, Alonso Sánchez, incluso llegó a elaborar y presentar un detallado plan para conquistar China, siguiendo el ejemplo de lo hecho en América Latina, con un concepto de "ataque preventivo", sin pensar en las posteriores consecuencias... capaz de haber inspirado a los actuales teólogos de la Administración estadounidense del presidente George W. Bush. La epopeya del esquema, de cuando China pudo haber sido española, llegó hasta la misma mesa del rey Felipe II, en un memorando secreto titulado De la entrada de China en particular, pero el desastre de la supuesta Armada Invencible dejó el plan para el olvido. Excepto para los historiadores, o de lo contado ahora por Manel Ollé, en su libro sobre el tema, La empresa China, de la Armada Invencible al Galeón de Manila.
En Tuguegarao City, la capital de Cagayán, bulle la vida como en todas las ciudades y pueblos filipinos. El visitante que acuda a contemplar la catedral de San Pedro, un remanso de paz y un buen sitio para estar fresco cuando cae un sol de justicia, puede encontrarse con el arzobispo de nombre muy literario para una novela del cielo, Diosdado A. Talamayan, amante de contar historias en su perfecto español, heredado de sus tiempos de seminarista en Salamanca.
El arzobispo aconseja visitar, en especial, la iglesia del Apóstol San Matías de Tumauini, única en toda Filipinas por su fachada de ladrillo rojo y un campanario cilíndrico de inmaculado encalado blanco. Es media tarde cuando llegamos, y la iglesia, que no es pequeña, está llena de fieles rezando el rosario. En el Sari Sari, o tiendecita vecina donde calmamos la sed con un refresco de agua de coco, nos invitan a quedarnos porque esta noche habrá "fiesta", así se dice en todo el país, herencia, como los días de la semana y otras muchas palabras, de los tiempos de la presencia española.
Búfalos de agua
Para mejor administrar estas tierras, ya en aquellos tiempos coloniales el extenso y fértil valle de Cagayán fue dividido en dos zonas, surgiendo la provincia de Isabela, así bautizada en 1856 en honor de la reina Isabel I. Para acortar distancias, a Isabela puede llegarse cruzando el río en una de las múltiples barcazas de troncos, donde se suben jeepneys repletos de pasajeros, navegando por el río donde en el pasado abundaban los caimanes y ahora se bañan, impasibles, los carabaos, los búfalos de agua, tan presentes como los jeeps en la vida del país. En Isabela puede visitarse la iglesia de San Pablo, con las ruinas adjuntas del convento y lo que fue Casa Real
La hospitalidad filipina, sobre todo en zonas poco frecuentadas por el viajero, puede hallarse igualmente en el pueblo de Iligan, sede de los almacenes tabaqueros de la que fue la Compañía General de Tabacos de Filipinas, de la que Jaime Gil de Biedma fue miembro y secretario del Consejo en su última etapa de esplendor. En la baranda de la casa de huéspedes de la compañía, obviamente menos espectacular que la de la vieja hacienda colonial de San Antonio, es un placer degustar un buen puro, con un vaso de ron helado y unas gotas de lima. Me cuentan anécdotas, no siempre ligadas a la literatura, de las visitas del poeta. "Era muy amable y se pasaba muchas horas leyendo libros, y bebía ginebra con agua de coco", explica, en español, el filipino Simeón, de 77 años de edad, responsable de los huéspedes mayoristas de medio mundo que vienen aquí a comprar tabaco.
Si el viajero lo desea, el valle de Cagayán ofrece otros atractivos, como la visita a las cuevas de Callao de Peñablanca, en las estribaciones de Sierra Madre, que lo separan del mar, hasta llegar a una de las mejores reservas de ecoturismo en el área de Aparri, donde desemboca el río Grande de Cagayán, frente al mar de China, o hacia Santa Ana y San Vicente, en la punta Escarpada, con el horizonte del Pacífico por frontera. De ahí llegaba el Galeón de Manila cuando, durante casi tres siglos, la ruta de España hacia Filipinas partía desde Cádiz hasta Veracruz. Desde allí el pasajero cruzaba por tierra toda Nueva España (México) y en el puerto de Acapulco, una o dos veces al año, embarcaba en el galeón que llegaba, cuando llegaba..., hasta Manila.
Desde Tuguegarao también pueden hacerse excursiones hacia la cordillera, al oeste del valle de Cagayán, donde viven los nativos ifugao, que, en otros tiempos, preservaron todo intento colonizador gracias a su destreza en el manejo del arco y sus flechas envenenadas. Hoy cultivan tabaco, maíz, arroz y venden souvenirs.
De regreso, o de ida, desde Manila hacia el valle de Cagayán es imprescindible una visita a Intramuros, en la capital de Filipinas, el barrio histórico forjado por los españoles, en cuya iglesia de San Agustín, la más antigua de Filipinas, está enterrado el adelantado Miguel López de Legazpi. Recomendable también en Manila una visita a la librería Solidaridad, que mantiene vivo el nombre del diario de los independentistas filipinos de finales del XIX. En el piso de arriba de la librería vive y escribe F. Sionil José, cuyas novelas sobre la saga de la familia Rosales están ambientadas en Ilocos, al oeste de Cagayán. Acaban de publicarse sus primeras obras en español, Anochecer y El árbol de la esperanza. Dos novelas para comprender mejor lo que fueron los últimos años de colonización española, vista desde el lado filipino.
- Ramón Vilaró (Vic, 1945) es autor de la novela Tabaco, el imperio de los marqueses de Comillas (Martínez Roca, 2003).
GUÍA PRÁCTICA
Datos básicos
- Población: Tuguegarao tiene 20.000 habitantes. Prefijo telefónico: 00 78.
Cómo ir
- KLM (902 222 747) vuela a Manila con escala en Amsterdam. Hasta junio, a partir de 759 euros, más tasas.
- Lufthansa (902 22 01 01), a Manila con escala en Francfort, hasta junio, ida y vuelta, 759 euros, más tasas.
- Philippine Airlines (www.philippineairlines.com) une por avión Manila y Tuguegarao. El vuelo dura una hora y cuesta unos 100 euros, ida y vuelta.
- En autobús, el trayecto a Tuguegarao dura 12 horas. Varias empresas cubren la línea; por ejemplo, Auto Bus (743 68 73. Dimansalang Stret; Sampaloc, Manila).
Dormir y comer
Los precios de los hoteles oscilan entre 10 y 20 euros por habitación doble. Para las comidas hay que calcular entre tres y seis euros por persona.
- Hotel Lorita (844 19 03). Rizal Street. Tuguegarao. Con restaurante.
- Ryan Hotel (888 23 69). Rizal Street. En Aparri. Con restaurante.
- Orchid Plaza Hotel (624 20 50). Paguirigan Street. Iligan. Turístico, con restaurante.
Visitas
- Excursión a las grutas de Callao de Peñablanca y Palaui Island y expedición por el río Grande de Cagayan. Organiza el Department of Tourism (844 16 21). R02, 2º Floor, Supermarket. Tuguegarao, Cagayan.
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