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Elecciones 2004

Soberanistas y constitucionalistas libran su cuarto asalto en Euskadi

El PSE aspira a arrebatar el segundo puesto a los populares

Euskadi dirime en las urnas el próximo día 14, además de la elección de 19 diputados y 12 senadores, la cuarta pugna electoral consecutiva entre soberanistas y constitucionalistas desde el fracaso del proceso de Lizarra y el fin de la tregua de ETA, agudizada esta vez por la presentación del plan Ibarretxe, constituido en barrera infranqueable entre ambos grupos. Pero, a diferencia de hace cuatro años, el enfrentamiento entre populares y socialistas es casi tan agudo como el que se registra entre ambos y el PNV. La causa está en el choque Rajoy-Zapatero y en que el PP haya convertido su interpretación de la lucha antiterrorista -su principal éxito esta legislatura- y su oposición a cualquier discusión del modelo de Estado en sus dos referentes de campaña.

Los principales partidos han renovado a 12 de los 15 cabezas de lista de hace cuatro años

El rechazo al plan Ibarretxe es hoy lo único en que coinciden populares y socialistas -además, obviamente, del peso sobre ambos de la amenaza terrorista- y ni siquiera con los mismos matices. Las consecuencias de la entrevista de Josep Lluís Carod en Perpiñán con Mikel Antza y Josu Ternera y el anuncio etarra de tregua limitada a Cataluña han alejado aún más, si cabe, a los dos principales partidos de España y sus concepciones de la política vasca. El Pacto Antiterrorista es lo único que comparten y atraviesa su peor crisis desde su firma en diciembre de 2000.

El PSE, tras el relevo de Nicolás Redondo Terreros subsiguiente al fracaso de la alternativa a Ibarretxe que persiguió con Mayor Oreja en 2001, ha ido tomando distancia con respecto al PP y aspira a situarse como una fuerza central, en medio del enfrentamiento sin cuartel entre populares y nacionalistas. Su principal intención es recuperar el segundo puesto, que desde 1998 ha cedido a los populares en cinco ocasiones.Para ello deberá enjugar los votos que perdió incluso en sus feudos en las pasadas muncipales.

La polarización de la política vasca se mantiene, pero, de alguna forma, los polos han cambiado: si desde la llegada de Aznar al poder los extremos del espectro eran Herri Batasuna-ETA y el PP, y ello reforzó al PNV hasta encaramarle en las autonómicas de 2001 a su mejor registro histórico -604.000 votos en coalición con EA-, ahora, con ETA atravesando su momento más bajo, son PP y PNV los protagonistas de una incomunicación y un bloqueo institucional sin precedentes.

Los comicios de 2000 se celebraron en medio de una ofensiva total de ETA, reconstruida y reorganizada durante la tregua, y la propia banda quiso marcar la campaña de aquellas generales con el asesinato del socialista Fernando Buesa y su escolta 18 días antes de las elecciones. La cita del 14-M llega después del año en que ETA ha cometido menos crímenes (tres) desde 1972 y más cercada está policial, judicial e internacionalmente. Sin embargo, el clima político vasco es probablemente el peor que se ha vivido desde la restauración de la democracia.

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Dos grandes factores, externos a la propia campaña, son los que pueden marcar su desarrollo de una forma fundamental. Uno es la posibilidad, temida por los servicios antiterroristas españoles y franceses, de que ETA quiera sancionar su tregua catalana con un atentado antes del 14-M, y otro el recorrido que tenga el conflicto político en Cataluña: hasta dónde lo va a usar el PP contra Zapatero y el riesgo de que la banda se guarde nuevas revelaciones de su cita con Carod y decida usarlas como carga de profundidad para hacerse presente.

La polémica catalana y la precampaña convertida en un mano a mano sin cuartel entre Rajoy y Zapatero han dejado en segundo plano la situación vasca, relegamiento del que el PNV intentó infructuosamente salir esta semana con su iniciativa, repudiada por sus socios en el Ejecutivo, de abrir en pleno periodo electoral el debate parlamentario del proyecto de nuevo Estatuto.

Los dos bloques y cada uno de sus componentes van a leer los resultados también como un respaldo a sus políticas en torno al plan Ibarretxe. El PP se ha puesto como objetivo "perfectamente posible", en palabras de Mayor Oreja, superar por primera vez al PNV en unas elecciones en Euskadi, meta de la que hace cuatro años se quedó a poco más de 24.000 votos. Por ello, Mayor ha hecho un llamamiento expreso a concentrar en sus candidaturas todo el voto constitucionalista, lo que el PSE ha recibido con indignación.

Las generales han sido siempre las elecciones que mejores resultados han arrojado para los partidos de ámbito estatal. Los socialistas -que ya han ganado en Euskadi cuatro veces al PNV (tres de ellas en unas generales), aunque sólo una vez con más votos- y los populares sumaron hace cuatro años, por ejemplo, 93.000 papeletas más que los actuales componentes del tripartito juntos. Sin embargo, en esta ocasión hay que tener en cuenta cómo pueda comportarse el agrupamiento del voto nacionalista que se registra desde 2001. Cuatro candidaturas se van a disputar esta bolsa en el País Vasco y Navarra (PNV, EA, Aralar y la coalición Nafarroa Bai), al fracasar en Euskadi la negociación de listas conjuntas.

El PNV va a mirar quién gobierna en La Moncloa casi tanto como los dos principales aspirantes a ese sillón. Aunque el nuevo presidente nacionalista, Josu Jon Imaz, en su primera campaña en el cargo, ha dicho que no le preocupan "las siglas" que estén en Madrid, sino que se acabe "el bloqueo institucional", es evidente que para el PNV supondría un profundo alivio no ver a Rajoy en La Moncloa o, cuando menos, que perdiese la mayoría absoluta de forma notable. Los peneuvistas no han adquirido más compromiso público para la sesión de investidura que afirmar que cualquier negociación pasará por hablar del plan Ibarretxe.

El PNV ya ha convertido su campaña y su programa en un ataque frontal al PP y al legado de Aznar, que los peneuvistas creen que ha dañado en profundidad la democracia. La "regeneración democrática" en la próxima legislatura es uno de los objetivos que el PNV se ha marcado, sancionándolo incluso negro sobre blanco en su programa electoral. En este terreno Imaz ha adoptado una terminología que el PSOE ha repetido con profusión por España. Paralelamente, los socialistas quieren apelar al voto útil del nacionalismo moderado como única opción para desalojar al PP. Imaz va a tener además en las próximas semanas el mejor de los altavoces para difundir su discurso sobre Euskadi y su talante, alejándose de la sombra de su antecesor, Xabier Arzalluz.

PNV y EA no han conseguido cerrar una coalición en Euskadi, entre otras razones, porque los de Begoña Errazti, que aspiran a formar grupo con ERC en el Congreso, quieren visualizar su propio respaldo en la única elección en la que pueden permitirse ir solos sin más riesgos que los imprescindibles.

Los partidos han afrontado además una amplia renovación en sus candidaturas. De los 15 cabezas de lista de los principales partidos, sólo tres (Ramón Jáuregui (PSE), José Eugenio Azpiroz (PP) y Begoña Lasagabaster (EA) repiten el puesto en que concurrieron hace cuatro años. Expertos electorales coindicen en que las principales incógnitas en la atribución de escaños serán si EA conserva su escaño en Guipúzcoa ante la entrada en liza de Aralar y si los populares mantienen el tercer diputado en Vizcaya y el segundo en Guipuzcoa.

Un grupo de operarios concluía ayer en Vitoria el montaje del escenario para el primer mitin de campaña del PNV.
Un grupo de operarios concluía ayer en Vitoria el montaje del escenario para el primer mitin de campaña del PNV.PRADIP J. PHANSE

El fracaso de Bergara

La izquierda abertzale, que en las generales de hace cuatro años optó sin más por no presentarse a unos comicios extranjeros

y plantear a sus seguidores la abstención, propone ahora, como en las pasadas municipales, un remedo de papeleta que le sirva para contar los apoyos que aún le quedan, aunque sea sumando en el saco todos los votos nulos.

La ilegalizada Batasuna, en sus horas más sombrías, ha visto cómo su propuesta de Bergara -una candidatura única nacionalista como plataforma para negociar la autodeterminación- era olímpicamente ignorada por las formaciones nacionalistas democráticas, pese al esfuerzo de ETA por apoyarla con su oferta, por dos veces en 17 días, de que estaba "dispuesta a tomar las medidas pertinentes y dar todos los pasos necesarios" si salía adelante. Ni ese amago de promesa difusa de tregua le ha servido al final para nada.

Las filas abertzales, en cuyo voto pretende el PNV seguir mordiendo, pueden verse aún más menguadas por el resultado que consigan tanto Aralar -especialmente en Guipúzcoa, donde arranca con mejores expectativas- en su primera cita electoral de relevancia como la candidatura nacionalista unitaria Nafarroa Bai, contra la que ETA arremete en la entrevista publicada por Gara el pasado día 22, muestra clara del daño que le está haciendo. Nafarroa Bai parte con expectativas de lograr un escaño.

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