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Las profesoras de 43 a 57 años son las más 'quemadas' en la educación secundaria obligatoria

Un estudio de la Jaume I analiza la incidencia del síndrome de 'burnout' en la enseñanza

María Fabra

La docencia es un trabajo bastante más duro de lo que piensa alguna gente, especialmente en aquellos niveles que exigen al profesor una tensión permanente y que implican una puesta a prueba cotidiana de sus capacidades. Un estudio del área de psicología social de la Universidad Jaume I de Castellón ha estudiado al profesorado de las provincias de Castellón y Valencia. Entre sus conclusiones destaca que el síndrome de burnout, el sentimiento de estar quemado en el trabajo, afecta especialmente a profesoras de 43 a 57 años, que son víctimas de la sensación de ineficacia y agotamiento.

Mujeres con edades comprendidas entre los 43 y los 57 años de edad, que imparten clases en Enseñanza Secundaria Obligatoria conforman el perfil de los docentes que muestran mayores niveles de incidencia del síndrome burnout o síndrome de quemarse en el trabajo. Las profesoras, en general, se siente más agotadas, menos eficaces y muestran mayores síntomas depresivos. Los docentes que se encuentran en el tramo de edad comprendido entre los 43 y los 57 años muestran mayores niveles de cinismo, menos eficacia profesional y menos satisfacción laboral, mientras que los que imparte Educación Secundaria Obligatoria (ESO) sufren unos niveles más elevados de agotamiento y de ansiedad.

Éstas son algunas de las conclusiones a las que ha llegado el proyecto Wont de Prevención Psicosocial, realizado por el Área de Psicología Social de la Universidad Jaume I de Castellón, para analizar el efecto que las demandas y recursos de la actividad docente tienen en el bienestar psicológico, así como la influencia de variables que pueden amortiguar sus efectos negativos.

La muestra realizada y estudiada por las profesoras Susana Llorens, Mónica García Renedo, coordinadas por Marisa Salanova, se ha centrado en los docentes de enseñanza secundaria de la provincias de Castellón y Valencia, entre los que realizó una serie de encuestas hasta la obtención de resultados fiables. Y, ante estos resultados, las profesoras consideran necesario continuar o, en muchos casos, empezar, "con la evaluación de riesgos psicosociales genéricos y/o específicos en este colectivo y/o en centros específicos". Las autoras del estudio se manifiestan, además, partidarias de llevar a cabo acciones informativas y divulgativas de concienciación en materia de cultura preventiva para tratar de paliar las consecuencias del profesor quemado.

Absentismo

El absentismo laboral, la disminución del desempeño, las bajas laborales, la falta de calidad de la enseñanza y el menor aprendizaje de los alumnos son algunas de las consecuencias del síndrome debidas, según las profesoras de Prevención Psicosocial, a que se espera que el profesor eduque, que forme, que oriente, "pero a la vez que ejerza, en muchas de las ocasiones, la función de los padres".

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"Esta responsabilidad junto con las elevadas exigencias cada vez más complejas tanto por parte de los alumnos, familiares como de los cambios y reformas de los planes de estudio y de la reestructuración del sistema educativo, están convirtiendo la docencia en una profesión de alto riesgo", señalan. A la sobrecarga de tipo emocional, ya que se les exige que se impliquen a nivel personal con los alumnos y con los padres de los estudiantes, en relaciones que son conflictivas, se unen, como principales fuentes del malestar docente, la cantidad de trabajo, que les "sobrepasa" ya sea por falta de tiempo o por exceso de tareas, el conflicto de rol o grado en el que el profesor percibe instrucciones contradictorias respecto a cuáles son sus cometidos laborales, la falta de apoyo social por parte de sus compañeros, la falta de coordinación entre compañeros para realizar trabajo en equipo y la desmotivación, la apatía y la indisciplina de parte de los alumnos.

Si junto a estos obstáculos, se dan otros de tipo técnico como son los problemas relacionados con el material didáctico disponible y fallos o averías en la infraestructura e instalaciones en las que imparten sus clases y desarrollan su tarea, el resultado en muchas ocasiones es "un estado psicológico negativo en el trabajador".

En cambio, "si el trabajador se encontrara con los recursos suficientes, tanto personales como laborales" generaría un estado psicológico positivo con resultados como la satisfacción en su trabajo, concluye el trabajo de investigación psicosocial.

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