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DESDE MI SILLÍN | VUELTA 2003 | 12ª etapa
Columna
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Un día normal

Menos mal, por fin un día normal. Bien, sé que en los artículos que llevo en esta Vuelta me he ido bastante por las ramas, y he hablado bien poco de cómo transcurre la carrera, pero como hoy ha sido un día normal, haré un artículo normal, de esos que hablan de lo que se ve desde mi sillín, que digo yo que será lo que más les interese. Y los artículos poéticos que hablan de girasoles o de otra cosa, como el de ayer, los dejaré para los días raros, ésos en los que me salta la inspiración.

Puede parecer una perogrullada, pero si lo piensan no lo es tanto. Ayer fue un día normal porque nada se salió de la norma. Nos levantamos tarde como todos los días, el desayuno, un poco de descanso y cuando nos dimos cuenta ya estábamos en la salida. Allí el protocolario control de firmas y los saludos y la charla con amigos y periodistas -algunos ambas cosas-. Las típicas firmas a los niños y no tan niños, algunas fotos con aficionados que te conocen -incluso algún admirador-, y poco más. Luego, un pequeño paseo por el village de depart para echar risas con compañeros, y al oír la llamada, todos formales a la salida.

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Aitor y Frigo tropiezan con un abanico

Ya pedaleando, la charla en tensión hasta el km 0, y a partir de ahí la guerra, que ya no hay amigos. Atacaron de inmediato cuatro corredores, y aunque hubo algún tímido intento de seguirles, la escapada fructificó y llegó la calma al grupo. Nadie se lo podía creer, pero estaba ocurriendo, parecía que la etapa iba a ser normal. Y a partir de ahí lo fue: los escapados cogieron ventaja rápidamente, varios corredores -yo entre ellos- empezaron a trabajar para reducir la ventaja; mediada la etapa y con los escapados a la vista, empezó el nerviosismo a hacer mella por el viento de costado, y al final aparecieron los anunciados abanicos. Cada uno fue a su sitio en función de sus fuerzas y de su pericia en estas lides, y en el grupo de adelante, cómo no, ganó el que tenía que ganar, el más rápido. Menos mal, por un fin un día normal. Que de días raros en los que nadie seguía el guión, ya estábamos un poco hartos.

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