La escuela de la Alhambra
Arquitectos y especialistas en historia del arte se reúnen en Granada para revisar la modernidad del monumento nazarí
En el año 1950, un grupo de arquitectos jóvenes residentes en Madrid organizaron unas sesiones de crítica con el más que loable intento de encontrar ideas que hicieran posible salir a la arquitectura de la crisis en la que se encontraba. Apadrinados por la revista del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, profesionales que luego llegarían a alcanzar mucho prestigio, como Fernando Chueca Goitia o Miguel Fisac, debatían periódicamente sobre la mala situación de su oficio, a partir del análisis de los edificios más relevantes de la arquitectura española en aquel momento.
También a la Alhambra le llegó la hora de ser objeto de debate. Lo paradójico era que se trataba de debatir sobre el valor "moderno y contemporáneo" de un edificio cuya construcción comenzó en el siglo XIII, nada más y nada menos que siete siglos antes.
Dos años después de iniciarse estas sesiones, los jóvenes arquitectos decidieron visitar Granada y mantener sus jornadas de debate en la Alhambra para discutir, precisamente, sobre el edificio que los acogía. Por algún motivo, aquella reunión fue diferente a las demás. Tras debatir durante tres o cuatro días, los arquitectos volvieron a Madrid. Era octubre de 1952. Frente a lo que había ocurrido en otras sesiones de debates, de las que no había salido documento alguno, la reunión de la Alhambra interesó de modo especial a Fernando Chueca Goitia, que años después se convertiría en director del madrileño Museo del Prado. Según cuenta Ángel Isac Martínez de Carvajal, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Granada, "Fernando Chueca tuvo especial empeño en que la visita a Granada no fuera una reunión más". Al finalizar el viaje, explica Isac, Chueca recopiló todas sus notas de los debates y redactó el que se daría a conocer como Manifiesto de la Alhambra. Un documento largo entre cuyas conclusiones se podía leer que la Alhambra constituía un "depósito esencial de arquitectura moderna", cuenta Isac.
Ahora, cuando se cumplen 50 años desde que la Dirección General de Arquitectura publicara aquel documento, un grupo de arquitectos e historiadores del arte se vuelven a reunir en la Alhambra para "analizar el valor que pudo tener el manifiesto en su momento y volver a estudiar las relaciones entre la Alhambra y la arquitectura moderna".
Las jornadas de debate, organizadas por el Centro Mediterráneo de la Universidad de Granada, comienzan hoy y durarán hasta el próximo viernes. Uno de los dos codirectores de las jornadas, Ángel Isac, recuerda que tanto Fernando Chueca como Miguel Fisac siguen vivos y han sido invitados, aunque ambos han declinado su participación por razones de edad. El otro codirector es Mateo Revilla Uceda, director del Patronato de la Alhambra y una de las personas que mejor conoce el recinto monumental nazarí. Entre los conferenciantes que acudirán a las reuniones, que se celebrarán en el Palacio de Carlos V de la Alhambra, estará Carlos Jiménez, profesor de la Rice University School of Architecture de Houston (Estados Unidos) y miembro del jurado de los Premios Pritzker de arquitectura. También participarán en los debates, entre otros, el arquitecto Víctor Pérez Escolano y el arquitecto jefe del Servicio de Conservación de la Alhambra, Miguel Ángel Martín Céspedes.
Una de las premisas de esta reunión, asegura Isac, es que se va a revisar el Manifiesto original pero no se va a redactar ningún documento de ese estilo. "No tendría ningún sentido ni es momento. Será un ejercicio más académico que reivindicativo. En su momento sí tenía sentido, ahora no".
Ángel Isac opina que "desde ciertas perspectivas, la Alhambra puede considerarse aún un modelo ejemplar para ayudar a la arquitectura moderna a resolver ciertos problemas". "La actualidad del encuentro radica en la permanente capacidad del monumento para hacernos pensar que la arquitectura histórica puede llegar a constituir una sugerente manera de enfocar los proyectos contemporáneos", añade Isac.
"Otra cosa es", dice, "el alhambrismo, ese afán de intentar dar un aire arabesco a muchas viviendas hoy día. A pesar de que ya en 1952, los firmantes del Manifiesto de la Alhambra lo "repudiaron expresamente, una visita por muchas nuevas construcciones en Granada y alrededores demuestra que es necesario que el manifiesto sea leído con más atención por algunos de los responsables de la fisonomía de las ciudades".
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