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Español para extranjeros | HUMOR
Columna
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De Sitges a Marbella

Para ambientarme mejor a la hora de escribir estos artículos, he elegido una ciudad turística: Sitges. Con el metro cuadrado de terreno más caro de la Península (2.318 euros), mil veces bautizada como capital de la tolerancia gay internacionalista, en Sitges cohabitan, además de los idiomas visitantes, el español, un catalán intimidado y huellas de genios transidiomáticos como Santiago Rusiñol o Miguel Utrillo. Delante de un cartel en el que se lee Rentat a má (lavado a mano en catalán, en un taller que incluye lavado de coches), un extranjero que busca alquilar un vehículo (Rent a car) interpreta que quizá puedan ayudarle. En una céntrica cafetería-restaurante, una pizarra anuncia desdejunis, una forma nada coloquial de decir "desayunos" en catalán y que los numerosos francófonos confunden con su déjeuner. La empanada lingüística sólo es una muestra de la tremenda confusión que vive el territorio durante estas aceitosas, ruidosas y excesivas semanas.

Hace un par de años, Joan Manuel Cabezas, joven antropólogo nacido en Sitges, describió así un paisaje que conoce como la palma de su mano: "Estudiantes que trabajan como camareros o que cobran 500 pesetas la hora para hacer de monitores de actividades de verano organizadas por el Ayuntamiento, presidentes en funciones por doquier... La precariedad laboral, económica y cultural que desde hace un tiempo marca nuestra sociedad se manifiesta clara y contundentemente durante los meses estivales. El verano, pues, debería contemplarse como una especie de lente cuya función podría ser mostrar de manera amplificada la vastísima sucesión de agujeros que subsisten bajo la decadente sociedad contemporánea".

La idea de precariedad es, en efecto, ubicua y permanente. Y también tiene su lado excitante, ya que, visto con una mezcla de estoicismo y frivolidad, te permite vivir en una situación de riesgo non-stop. Idiomáticamente, en cambio, Sitges es un ejemplo de caos, donde se acaba adoptando una lingua franca mezcla de español, francés, italiano e inglés con la que se realizan las transacciones económico-sentimentales de poca monta que caracterizan el mes de agosto. Paralelamente subsiste la actividad cultural, con conciertos, bailes ancestrales, teatros y otros mogollones festivos. Precariedad total, pues, en un paisaje propenso, por desgracia, a la inundación y al incendio. En otro de sus artículos, Cabezas utiliza el término marbellización para describir la brutal transformación del litoral, genuflexo ante la tentación del cemento especulativo. Y lo argumenta citando al geógrafo Roger Brunet, inventor de este neologismo que, con bastante exactitud, intenta definir (sic) "el estadio extremo de ocupación del litoral". Se trata de un término que, condensado, describe la saturación que nos asuela, presagio de crisis, decadencias, otoños e inviernos calientes, y que tiene en la auténtica Marbella, la de Gil y del neodesarrollismo jaleado por horas y horas de televisión, su expresión más excesiva.

Ejercicio del día: escriba un par de frases que incluyan el concepto marbellización o marbellizar. Ejemplo del día: Marbella está marbellizada. El marbellí que la desmarbellice, buen desmarbellizador será.

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