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Español para extranjeros | HUMOR
Columna
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Un movimiento 'sexy'

Puede que, en el transcurso de su estancia en España, el extranjero tenga la suerte de mantener relaciones sexuales con nativos o nativas. Enhorabuena. En general, se considera que en este tipo de situaciones no hace ninguna falta hablar. Es más, se sospecha que la propensión del personal a aparejarse en tumultuosa coreografía lúbrico-festiva viene dada por la bendición que supone poder hacer algo con alguien sin necesidad de hablar. Esto era así hasta tal punto que, en los autárquicos años sesenta, se formaron numerosos matrimonios mixtos entre hermosas criaturas nórdicas y no menos hermosos velludos machotes que, sin haber intercambiado una sola palabra en idioma alguno, decidieron iniciar una vida juntos tras retozar satisfactoriamente, certificando así la fragilidad esencial de la institución familiar.

En los últimos lustros, y debido a una revisión socialdemócrata del protocolo sexual, se aboga por un lenguaje verbal que complete el puramente gestual de las escenas de cama. Dicho a la manera de Pedro Almodóvar: hable con ella. En el fragor de la batalla hay quien recomienda emitir frases inteligibles que abunden en la ya de por sí intensa comunicación. Es una opción poco razonable, pero nuestra misión es dar fe de su existencia y prevenir al extranjero sobre cuál deberá ser su actitud en el supuesto de que se produzca esta casi siempre esplendorosa situación. ¿Existe algún tipo de expresión típicamente española que, en el momento de la verdad, uno deba pronunciar preferentemente? Quizá "olé" sea la mejor (de origen árabe, por cierto, pero no mentemos la soga en casa del ahorcado). Es la más emblemática por lo que tiene de espontánea manifestación de admiración patria. ¡Cuántas veces, al ver a nuestro interlocutor sexual despojándose de su última prenda y descubrir su prodigioso palmito, no hemos sentido la tentación de proferir un rotundo olé e implorar al Dios presidente de la plaza planetaria el rabo, las orejas y una apoteósica vuelta al ruedo?

Pero, además de olés, existen algunos conceptos que se repiten en este tipo de agitados encuentros. "Dios, dios", es uno de ellos, aunque también se estila el "más, más" y el "dame, dame". La repetición es un fenónemo interesante de esta clase de comentarios, y tiene la finalidad de enfatizar el mensaje, una costumbre que recomendamos no se aplique a otros ámbitos de la vida cotidiana. Por ejemplo, no se le ocurra entrar en un bar y decir: "¿Me podría poner un café? ¿Me podría poner un café?", por más que el camarero insista en jugar al Hombre Invisible. En cuanto a las onomatopeyas, no hace falta que traduzca las de su idioma propio, ya que, por el contexto, suelen ser fácilmente interpretables, e incluso el nativo más limitado las entiende. Además, tampoco existe una determinada forma de manifestar el éxtasis con una onomatopeya estrictamente española. Haga la prueba: llame al número de información de Telefónica y pregunte de qué manera se puede manifestar el orgasmo español. Verán que les responden que por orgasmo español no les viene nada.

Ejercicio del día: se me ocurren algunos, pero, teniendo en cuenta que podría haber niños cerca, mejor me los callo.

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