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Reportaje:

"No podía respirar"

Hillary Clinton relata la confesión de su marido sobre el 'asunto Lewinsky'

Hillary estaba segura de que Bill no mentía. Una mañana, cuando Hillary todavía se desperezaba, el presidente se había sentado al borde de la cama para adelantar a su mujer una historia que estaba a punto de saltar a la prensa y que era -repitió varias veces- absolutamente falsa. "Es verdad", decía Bill, "que hay una tal Monica Lewinsky en la Casa Blanca, una becaria vivaz y atrevida con la que recordaba haber coincidido en los pasillos, pero no te creas lo que se va a publicar porque apenas conozco a esa mujer", insistía. Hillary, acostumbrada como estaba a deslealtades conyugales, creyó la versión de su marido y aceptó que todo era un montaje de sus enemigos políticos.

Siete meses después, sentado de nuevo al pie de la misma cama, Bill le confesó a Hillary la naturaleza de su relación con Lewinsky. La noche siguiente la pasaron en la casa de vacaciones en Martha's Vineyard. Hillary durmió en la habitación de arriba, y Bill, en el sillón del comedor.

"Buscaba aire, empecé a llorar y a gritarle: ¿Qué quieres decir? ¿Por qué me mentiste?"
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Quienes deseen leer detalles morbosos de la relación matrimonial más política de la historia deberán pagar 28 dólares por las 576 páginas en las que Hillary Clinton lo cuenta todo, o al menos así lo promete la editorial que publica el próximo lunes su autobiografía, Living history (un juego de palabras entre historia viva y viviendo la historia). La senadora por Nueva York ha cobrado 13.900 dólares por página, hasta un total de ocho millones de dólares.

Simon & Schuster ha impreso una tirada inicial de un millón de ejemplares en EE UU, lo cual constituye un cálculo sumamente optimista. En todo caso, nunca perderá dinero porque los derechos están vendidos a decenas de países y porque Hillary ha sabido guardar silencio desde el día en el que una portada de Newsweek ofreció al mundo la sonrisa abierta de Lewinsky. Era enero de 1998.

Hillary creyó con tanta firmeza la primera versión del asunto Lewinsky que no tuvo reparo en ser ella la que comparecía en los medios para hablar de una "conspiración de la derecha", que había inventado la historia para acabar con la carrera política de su marido.

Siete meses después, horas antes de comparecer ante un gran jurado, Bill Clinton despertó a Hillary, "para decirme por primera vez que la situación era mucho más grave de lo que había reconocido antes. Sabía que estaba a punto de testificar que había habido una relación íntima con la becaria Lewinsky". "Me contó que lo que hubo entre ellos", escribe Hillary en su libro, "fue breve y esporádico".

"No podía respirar", cuenta Hillary cuando describe ese momento. "Buscaba aire, empecé a llorar y a gritarle: '¿Qué quieres decir? ¿Qué me estás diciendo? ¿Por qué me mentiste?'. Estaba más furiosa cada segundo que pasaba. Él se quedó allí repitiendo una y otra vez: 'Lo siento, lo siento tanto. Intentaba protegeros a ti y a Chelsea".

Hillary se quedó sola, llorando en la habitación, mientras su marido confesaba las intimidades más escabrosas de su relación con Lewsinky ante una cámara de vídeo. Clinton grabó un mensaje para explicar su testimonio a los estadounidenses y se marchó con su familia a Martha's Vineyard. Las cadenas de cable retransmitieron la salida del helicóptero como si fuera un acontecimiento deportivo; medían al milímetro la distancia que separaba a Bill de Hillary y Chelsea en el camino por el jardín de la Casa Blanca. Dice Hillary en su libro: "Buddy, el perro, vino con nosotros para hacerle compañía a Bill. Era el único miembro de nuestra familia dispuesto a hacerlo". Durmiendo desde entonces en camas separadas: "No sentía más que furia, decepción y una profunda tristeza. Apenas podía soportar dirigirle la palabra, y cuando lo hacía era para gritarle".

Asegura que presentarse a senadora creó un puente de reconciliación entre ellos. Reconoce que la decisión más difícil de su vida fue seguir siendo la esposa de un cónyuge infiel, pero mantiene que los actos de su marido, aunque moralmente reprobables, no constituyeron una traición a su electorado porque forman parte del ámbito privado. "Por qué sintió que tenía que engañarme a mí y a otros es su propia historia, y es él quien debe contarla a su manera", concluye Hillary. Los Clinton cobrarán otros 10 millones cuando el presidente publique sus memorias dentro de algunos meses.

Hillary y Bill Clinton, en un acto público celebrado en 1999.
Hillary y Bill Clinton, en un acto público celebrado en 1999.REUTERS

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