Mala Rodríguez carga de poesía el 'rap' español con 'La niña'

Mala Rodríguez debutó en el panorama del rap español en octubre de 2000 con Lujo ibérico, un disco del que ha vendido 40.000 copias y que todavía sigue en las listas de ventas de algunos establecimientos especializados. María Rodríguez, gaditana de 24 años, acaba de editar La niña, un maxi-single, incluido también en Laboratorio Hip-Hop, un recopilatorio con 21 temas inéditos de raperos como Juan Solo, Santa Flow o Frank T.

"Ésta es la historia de una niña que vivía en el barrio de la Paz. De ella se decía que quería vender droga como su papá". Así empieza uno de los dos nuevos temas de Mala Rodríguez, una canción tan poética como políticamente incorrecta en la que describe la historia desgarrada de una niña traficante. La niña y Amor y respeto, son un adelanto del que será su nuevo y esperado disco, cuya publicación se anuncia para el próximo septiembre u octubre.

"El rap te permite expresarte como quieras", aseguraba ayer la artista con voz cálida y gracejo. La niña salió "del tirón" en una noche. En el estudio que tiene en su casa madrileña escuchó la música de J, uno de sus colaboradores, y empezó a redactar el estribillo. "No había nada previsto. Escribí el primer trozo y lo grabamos y luego otro cacho... y así en cuatro horas tuvimos acabada la canción". Como la mayor parte del repertorio de esta artista, La niña tiene que ver con algo que ella ha visto o conoce. "Si viviera encerrada en mi casa no podría hacer las canciones que hago", cuenta. Pero las nuevas composiciones no siempre salen así "de seguido", otras hay que "currarlas mucho".

Una corona tatuada

Altiva, dulce, cortante e ingenua. Mala Rodríguez llega con el pelo todavía mojado de una clase de baile. Calza chanclas de goma, vaquero y un jersey que deja al descubierto la corona que lleva tatuada en el brazo derecho. La cita es en un parque infantil en el barrio de Carabanchel, donde vive desde hace unos meses. Mala Rodríguez, gaditana de 24 años, tiene claro que para triunfar en algo en la vida hay que dedicarse a ello con toda el alma. Hubo una época en la que trabajó como camarera, pero ahora -"Tenga poco o mucho dinero me dedico a esto"- ha decidido centrarse totalmente en la música.

Su primer álbum, lleno de referencias callejeras muy cercanas al sur de España, incluía versos como "no regalo ná, a mí tó se me paga" o "estoy aquí pa dar el callo, que en este corral yo soy el gallo". Lujo ibérico la convirtió en una de las promesas más firmes del rap en español y desde entonces no ha parado. La voz de esta artista suena como una mezcla de hip-hop y flamenco pop, pero ella niega que el flamenco tenga que ver con ella aunque sea una música que le gusta. "Escucho de todo, pero especialmente, el rap que se hace en Nueva York o Los Ángeles". Le gusta mucho como canta Eminen -"el niño ese"-, pero cree que las raíces del rap y de la mayor parte de la música hay que buscarlas en las voces negras.

MC (como se denomina a los intérpretes del género) acaba de fichar para Universal y en las próximas semanas tiene previsto actuar en lugares tan dispares como Cracovia, Lleida, Mallorca, Ibiza y el festival Espárrago Rock. No quiere firmar más galas para el verano porque si no no acabará el disco. Como muchos raperos empezó pintando graffitis en las calles de Sevilla. La mala era su tag (firma), que luego adoptó como nombre artístico. Su idea es que los graffitis -"obras de arte, pintadas en plena calle, aunque bien podrían estar en los museos"-, los brea-kers o los djs forman parte de la historia de esta música que ella empezó a escuchar cuando era una niña. "En lugar de irme a las discotecas con las amigas me quedaba rapeando en la calle".

Elude extenderse sobre proyectos como Laboratorio Hip-Hop, un disco con el que Universal inaugura un sello dedicado al rap y en el que colabora en el doble disco inaugural con 20 artistas. "Yo paso de todo eso. Me da igual. Hay un montón de sellos que sólo sacan esa música, pero que una compañía grande de facilidades a los que empiezan siempre está bien", concluye la artista que, como la protagonista de La niña, parece "llevar pistola", en su caso verbal, "para no sentirse sola".