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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El vicio del juego

Es éste un gran libro de cuentos escrito por un autor que conoce el noble arte de narrar. Tras un prólogo humorístico que declara la inutilidad de los prólogos en el que aparece ya el tema de los juegos de azar, el primer cuento tiene un título, La martingala, que simboliza el propio libro y el relato presenta los grandes temas por venir. Las historias se unen por la presencia de unas reuniones, "las extrañas veladas", en las que participan dos caballeros de la belle époque que se conocieron en las trincheras de la I Guerra, un médico francés, Emile Fontenac, y un noble polaco, Jan Norwid, junto a otros personajes en un palacete parisiense de la Place Vendôme, insólitos participantes en un Decamerón en pequeño. Todos escuchan las historias que el conde tiene que contar sobre personajes autodestructivos, obsesionados por el juego, la ruleta y los casinos. La misma situación es ya intrigante pues algunos de los comensales desaparecen y algunas puertas se cierran para siempre. Un propósito aleccionador parece guiar las narraciones. En la última velada con la casa ya desvencijada parece vislumbrarse la última razón que ha movido al conde a contar sus historias, un propósito digno de alabanza, aunque todo aparece matizado por elementos grotescos y sorprendentes, pues tanto por los temas y las situaciones como por el lenguaje utilizado, la narración se vincula a la literatura finisecular, modernista y decadentista. Un epílogo posterior, surgido años después de esas insólitas veladas, dará otra vuelta de tuerca a la situación, planteará nuevos interrogantes al lector y dejará en sus manos las posibles respuestas.

LAS EXTRAÑAS VELADAS

Esteban Padrós de Palacios

El Cobre. Barcelona, 2002

224 páginas. 14 euros

Las diversas historias parecen salidas del mundo de Dostoievski o de Stefan Zweig. El sistema D'Alembert, un texto categórico sobre el vicio del juego, contiene una inaudita conversación donde se habla de la mejoría de una enfermedad como algo similar a la ganancia monetaria en el juego, pero la misma idea de mejoría es una blasfemia, pues en el mundo de los casinos sólo cabe el empeoramiento. Y encima, los interlocutores deben reconocer que el motor de lo sucedido es una historia de amor, el colmo para un casino. Este relato tiene un final felicísimo; en cambio Reintegro, que, en principio, tiene en su transcurrir todos los visos del final feliz, acaba con un giro trágico marcado textualmente por la aparición del adjetivo "repugnante".

Una vez terminada la primera fase del libro y por si el lector no ha quedado aún satisfecho, todavía quedan cuentos para leer, Y otros azares. Un libro en el que no falta nada. Incluso, una ópera cómica, parodia de las novelas góticas y visión jocosa (y patética) de las actividades espiritistas en la que podemos leer que, una señora que parece de otro mundo como un personaje valleinclanesco "con un solo y alado ademán convirtió la sala en un palacio". Al fin. Respiremos tranquilos.

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