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Una mujer que admitió haber asesinado a su marido ahora lo niega y se presenta como víctima de su compañero

Magdalena Martín, juzgada desde ayer en la Audiencia de Lleida por un tribunal popular por el asesinato de su marido -hecho ocurrido hace dos años en Almenar (Segrià)-, modificó sus primeras declaraciones autoinculpatorias y dijo que la muerte de Juan Antonio García se produjo durante una de las muchas peleas que ambos libraron en los nueve años de convivencia. La fiscal solicita 20 años de cárcel para la acusada y 15 años para el novio de su hija, presunto coautor del crimen.

Ayer, Magdalena Martín, de 35 años y madre de cuatro hijos -dos de ellos de un matrimonio anterior-, se declaró inocente por primera vez desde su detención y se esforzó en presentarse ante los miembros del jurado como una víctima de la violencia doméstica. La mujer explicó que los últimos siete años de convivencia con su marido fueron un infierno, hasta que harta de soportar agresiones y vejaciones plantó cara a su agresor. Ante la insistencia de la fiscal en saber por qué no había denunciado estos malos tratos continuados, Magdalena contestó que ya lo hizo en una ocasión y que incluso se marchó de casa, pero que no sirvió de nada porque no se cursó la denuncia ni nadie le ofreció protección. "No hay justicia y no la habido nunca. Hay muchas mujeres muertas por esto, ¿qué importa una más?", reprochó.

De acuerdo con la última versión de la acusada, el día de los hechos, la madrugada del 28 de febrero de 2001, la pareja discutió acaloradamente. Él se fue a dormir y ella bajó a la calle para llamar desde un teléfono público a su hija Raquel V. M., de 17 años, que vivía en Lleida con su novio, Ignacio Castet. Ambos llegaron a la casa y, según la acusada, se inició una nueva pelea en la que intervinieron los cuatro. "Mi hija le golpeó dos veces en la cabeza con una katana [espada japonesa] y yo me abalancé sobre él con todas mis fuerzas. Mi marido cayó al suelo y no sé cómo ni cuándo se golpeó la cabeza contra un pedestal de piedra. Su muerte fue un accidente", relató. La mujer añadió que se atribuyó el crimen para proteger a su hija (condenada por un juzgado de menores a un año de reformatorio y a otro de libertad vigilada) y al novio de ésta.

Premeditación

Castet reiteró que cuando entró en el piso se encontró con el cadáver de García en la cocina en medio de un charco de sangre y se limitó a ayudar a llevarlo a una habitación. "Lo que ha declarado Magdalena es mentira", apostilló. Raquel, propuesta como testigo de la defensa, se acogió al derecho de no declarar contra familiares de primer grado.

El fiscal y la acusación particular difieren de la versión de la acusada al considerar que se trató de un crimen premeditado y cometido en familia, en el que participaron Magdalena, Raquel y el novio. Esa noche, sostiene la fiscal, la acusada, que ya había decidido matar a su marido, le preparó un puré de verduras para cenar en el que diluyó numerosos comprimidos de Valium, y aprovechando su sueño bajó a la calle para llamar a su hija, tal como habían convenido. Cuando llegaron Raquel e Ignacio, el marido estaba con vida y dormía en su cama. Mientras Raquel se dirigió al cuarto donde estaba su hermano pequeño para cuidar del mismo, los otros dos acusados golpearon a la víctima en la cabeza con una katana. El herido se levantó y trató de huir, si bien, aletargado por los somníferos, sólo pudo llegar hasta la cocina, donde fue atacado de nuevo y golpeado en la frente con una piedra de unos 16 kilos de peso. García quedó malherido y los acusados, para atenuar sus gritos, le pusieron una bolsa de basura en la cabeza hasta que falleció por el traumatismo craneal.

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