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Los Agnelli y el grupo Hopa se ofrecen a inyectar 1.500 millones para salvar a Fiat

La familia Agnelli, propietaria del 30% del grupo Fiat, y la sociedad Hopa, controlada por el empresario de Brescia Emilio Gnutti, están dispuestos a desembolsar en conjunto 1.500 millones de euros para sacar al grupo de Turín de la crisis, según diversos medios de comunicación italianos. La mala racha que atraviesa Fiat será el emblema de la protesta que prepara CGIL, el principal sindicato italiano con más de cinco millones de afiliados, que ayer aprobó la convocatoria de una nueva huelga general para el 21 de febrero próximo.

Este paro tendrá la crisis de Fiat como telón de fondo. La cúpula dirigente del grupo podría estudiar esta misma semana dos de los planes de rescate propuesto: el plan Colaninno (del ex presidente de Telecom Italia Roberto Colaninno), que será presentado al presidente de Fiat, Paolo Fresco, a finales de semana, y el plan Gnutti, elaborado por Emilio Gnutti. Su sociedad, Hopa, está participada en un 5,4% por Fininvest, el holding del primer ministro Silvio Berlusconi.

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Sobre el plan Gnutti ayer se redoblaron los rumores. La propuesta de este financiero habría recibido el visto bueno de Umberto Agnelli, cuya familia estaría dispuesta a desembolsar 750 millones de euros en la recapitalización de Fiat Auto, una suma similar a la que ofrece Gnutti para reflotar la casa de Turín. El resto del dinero, hasta los 5.000 o 6.000 millones de euros que serían necesarios para sacar a Fiat Auto de apuros, procedería de nuevas aportaciones de los bancos acreedores y del mercado.

Umberto Agnelli, presidente y vicepresidente, respectivamente, de IFI e IFIL -las socidades a través de las que controla Fiat-, declaró al diario Milano Finanza que la eventual ampliación de capital debe realizarse sin recurrir a inversores extranjeros. El hermano de Giovanni Agnelli, presidente de honor de Fiat, recordó además que IFI e IFIL inyectaron 800 millones de euros en la multinacional de Turín el pasado año.

Huelga general en febrero

Mientras, el sindicato CGIL aprobó ayer la convocatoria de una nueva huelga general para el 21 de febrero. En esta ocasión, la protesta, que abarcará toda la industria y el artesanado, se prevé durante la mitad la de jornada laboral (cuatro horas). El objetivo es llamar la atención sobre "el declive industrial de Italia", del que la crisis de Fiat es "el emblema", según el sindicato.

El secretario general de CGIL, Guglielmo Epifani, había adelantado el lunes la iniciativa del paro invitando a sumarse al mismo a las otras dos grandes centrales, la CISL, próxima a los democristianos, y la UIL, centrista. Sin embargo, Epifani advirtió de que CGIL apoyaría el paro en solitario, si era preciso. Los otros dos sindicatos se desmarcaron de la huelga acusando a Epifani de pretender imponer la "hegemonía" de CGIL.

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