"No es ridículo tener éxito pronto. La gente mejora con la experiencia y el éxito posibilita experimentar"
Con An Oak Tree (Un roble), Michael Craig-Martin atajó en 1973 el dilema sobre la relación entre sujeto y objeto en el arte. Apoyándose en el sacramento eucarístico, transformó un vaso de agua en un árbol, lo que constituyó uno de los trabajos conceptuales más influyentes de las últimas décadas. En murales de colores artificiales, con los que transformó el Centre del Carme de Valencia, o en tablas que prepara para una próxima exposición en Nueva York sigue explorando conceptos y conexiones vitales a través de repetitivas imágenes familiares. Nacido en Irlanda en 1941 y educado en Estados Unidos, fijó hace 35 años su residencia en Londres, donde ejerció de profesor del Goldsmith College. De sus clases emergieron Damien Hirst, Tracey Emin y otros portavoces del BritArt, generación que ha transformado el medio artístico británico. En su estudio del este de Londres, Craig-Martin admite que el arte contemporáneo requiere un acto de fe del espectador.
"No acepto la idea de que exista algo en el espíritu de un artista que le lleve a hacer una obra genial"
PREGUNTA. ¿Cómo responde a los que cuestionan el arte contemporáneo?
RESPUESTA. Una obra de arte depende increíblemente de la fe. El espectador debe estar dispuesto a participar, relajarse y olvidarse de ideas preconcebidas. Es imposible explicar qué es arte. Pasa lo mismo con los chistes: si debes explicarlos pierden la gracia. No se trata de definir lo que es arte, sino de intentar comprometer a la gente con los tiempos que vivimos.
P. ¿En qué basa su credo?
R. Creo que la simplicidad es la clave para comprender los conceptos más difíciles. Con un vocabulario de imágenes cotidianas, que no dan pie a la especulación, intento entablar un diálogo en el que lo importante, y lo que siempre ando buscando, es lo que no se ve.
P. ¿Adónde nos conduce el arte actual?
R. El arte refleja las creencias y actitudes del momento. A diferencia del pasado, no hay un bloque compartido de valores e ideas y, por tanto, el arte está tan fracturado como la sociedad.
P. A su paso por el Goldsmith surgieron los artistas más relevantes del momento. ¿Cómo explica el fenómeno?
R. Inculcamos en los alumnos la necesidad de aceptar la responsabilidad que conlleva una decisión. El profesor intenta ayudarles a localizar las ideas y valores propios que desean manifestar. Con este método, que se basa además en un análisis muy crítico del trabajo, los estudiantes adquieren un fuerte sentido de su identidad y la relación con su arte. El periodo fundamental se dio entre 1985 y 1989, germen de la generación de los Young British Artists (YBA).
P. ¿Qué caracteriza a este grupo de creadores?
R. Rompieron la evolución que seguía el arte británico desde los años sesenta. Su impacto es enorme puesto que han transformado el medio. El marco de referencias es completamente nuevo. Ahora impera un complejo mundo artístico, dominado por los jóvenes, con decenas de oportunidades y exposiciones sin fin. Por primera vez, Londres es destino de los artistas de todo el mundo. Para tener éxito, un artista joven debe formar parte de la escena londinense.
P. Más que un creador original, el artista actual es una celebridad.
R. Sí. La personalidad sobresale por encima de la obra, algo que antes evitábamos porque nos parecía vulgar. Es más fácil saber cómo es Tracey Emin como persona que conocer su obra.
P. ¿Se debe quizá a que triunfaron muy pronto?
R. Indudablemente, los YBA entraron muy jóvenes en el mundo del arte. Muchos pensaron que era ridículo y que se quemarían pronto. Yo no estoy de acuerdo. La gente mejora con la experiencia y el éxito abre las posibilidades de experimentar. Cuanto más arte conoces, más retos hay que superar. No acepto la idea de que exista algo en el espíritu de un artista que le lleve a hacer una obra genial.
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