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Las asignaturas pendientes

A fines de 2001, el colapso del régimen económico configurado en los años noventa profundizó la crisis y generó una desorganización de la actividad económica hasta en los elementos más básicos. Tras cuatro años de recesión y abrupta contracción, el producto interior bruto (PIB) acumuló una caída de casi 20%, el desempleo y la pobreza alcanzaron máximos históricos y Argentina enfrentó el desafío de rediseñar las reglas centrales del juego económico, en sus aspectos cambiario-monetarios, fiscales y financieros.

El nivel de ingresos por habitante que se había alcanzado en los años de vigencia de régimen de convertibilidad se ubicaba en torno a los 9.000 dólares anuales. Hoy surge con claridad que dicha situación era una ficción insostenible. El endeudamiento excesivo y la venta de activos públicos y de unas 1.000 empresas privadas fueron factores primordiales para permitir niveles de consumo público y privado mayores que la riqueza que en efecto se estaba generando. El ajuste inevitable de esta situación no pudo ser transitado sin rupturas traumáticas.

Para crecer en el largo plazo, en una economía abierta, se requiere que el Gobierno implemente reformas de política fiscal, monetaria y financiera
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Argentina libera el ahorro

Hoy, Argentina posee un nivel de ingresos por habitante inferior a los 3.000 dólares. También parece ser ajeno, ahora por defecto, al potencial de la capacidad productiva del país. Argentina cuenta con una dotación de recursos naturales, de insumos básicos intermedios, de infraestructura, de recursos humanos, de capital social acumulado que dan respaldo a esta afirmación.

Desvirtuando algunas previsiones apresuradas sobre hiperinflaciones ineluctables o necesidades imperiosas de instituciones "importadas" (como dolarizar, crear banca off shore, etcétera), desde mediados de 2002, aun en un contexto de alta incertidumbre, aparecen algunos indicios que se consideran positivos: una demanda por la moneda local para transacciones "sorprendentemente" resistente, un freno a la abrupta caída del nivel de actividad, un notable superávit comercial, un rápido ajuste de las empresas a las nuevas condiciones del entorno, entre otros. Pero, en lo inmediato, Argentina aún debe evitar caer en una situación de inestabilidad extrema.

En la actual transición se verifica una notable respuesta empresarial. Las empresas industriales y aquellas localizadas en actividades de recursos naturales encontraron un refugio que les permite mantener el desarrollo de los negocios. Es evidente que se trata de un posicionamiento transitorio que frena el cierre de empresas, pero que no constituye un equilibrio estable.

Para crecer en el largo plazo en una economía abierta, se requiere que el Gobierno implemente reformas de política fiscal, monetaria y financiera, que avance en las negociaciones con los acreedores externos y se regularicen las tarifas de los servicios públicos. Al mismo tiempo, se debe recuperar el entramado productivo y trazar una estrategia de inserción internacional. Es necesario generar inversiones en activos específicos, reclutar mano de obra formal, recomponer la cadena productiva aumentando la densidad de contratos, de asociaciones y de estrategias de horizonte largo. Estas decisiones del presente que comprometen el futuro sólo pueden hacerse en contextos de menor incertidumbre, donde exista intermediacion entre el ahorro y la inversión, y de una recomposición de la calidad institucional. En este sentido, el aporte de la comunidad internacional, y en particular de los organismos financieros es clave, no tanto respecto a la provisión concreta de recursos (en medio de la mayor depresión que recuerda, el país realizó cancelaciones netas con esos organismos por más del 3% del PIB del periodo), sino en términos de generar expectativas sobre la viabilidad de la economía. Ésas son condiciones básicas para consolidar y desarrollar oportunidades de negocios y para romper definitivamente la tendencia de deterioro del mercado de trabajo.

Bernardo Kosacoff es director de la Oficina de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL) en Buenos Aires.

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