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Aznar emplaza a Cataluña a elegir entre implicarse en España y las 'ocurrencias' de cambio institucional

El presidente advierte de la necesidad de mantener la disciplina presupuestaria

La semana pasada, en el debate de política general, todos los partidos catalanes, salvo el PP, apostaron por iniciar en la próxima legislatura un proceso de reforma del Estatut, un gesto que no preocupa demasiado a Aznar, ya que no tiene ninguna aplicación práctica con carácter inmediato.

Pero el presidente del Gobierno no escondió que, para el PP, estos planteamientos no tienen ningún sentido. Ridiculizó propuestas como el federalismo asimétrico -'¿y eso qué es?', se preguntó con sorna- y el modelo suizo -'¿y por qué?'-. También exigió que se precise de qué se habla cuando se pide una revisión del pacto constitucional.

'Estamos al final de un ciclo político', insistió Aznar, quien consideró 'muy importante', también para España, cómo debe afrontar Cataluña la nueva etapa. A su juicio, 'no es necesario revisar el pacto constitucional' porque España significa hoy 'libertad y prosperidad' frente 'a los desafíos rupturistas sobre raíz de terror o étnicos', en alusión a Euskadi y la propuesta del lehendakari, Juan José Ibarretxe, de convertir esta comunidad en un Estado libre asociado. 'Cataluña sólo será periférica si quiere ser periférica', cambió de tejado la pelota.

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Falso dilema

Los socialistas catalanes rechazaron los dilemas planteados por Aznar. 'Nosotros siempre hemos optado por una Cataluña con más autogobierno y por una España federal. Precisamente es la política excluyente de Aznar la que provoca dudas en muchos catalanes', afirmó el portavoz del Partit dels Socialistes (PSC), Miquel Iceta. El portavoz de Esquerra Republicana (ERC), Joan Ridao, por su parte, acusó a Aznar de 'fariseo' y a Jordi Pujol de 'servil'.

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Pese a las mencionadas 'ocurrencias', el jefe del Gobierno se cuidó mucho de diferenciar los casos de Cataluña y Euskadi, y de contraponer ambas realidades incluso en términos económicos.

Así, frente a un País Vasco atrapado entre 'modelos autárquicos y localistas que siempre han fracasado' y que ha visto caer su nivel de renta 40 puntos porcentuales en los últimos años, José María Aznar vendió como ejemplo al propio empresariado autóctono la apertura de la economía y de las empresas catalanas. Entre los datos que ofreció, destacan un grado de apertura que ha pasado del 54% al 71%, la mejora en nueve puntos de la convergencia catalana con Europa y la reducción del desempleo del 19% al 9%, en unos años de Gobierno del PP que han tenido el ciclo económico de cara hasta la llegada de 2001.

'Disparate'

Tras 'echar de menos' nuevamente la incorporación de CiU al pacto antiterrorista suscrito por populares y socialistas, Aznar apuntó las tres únicas fórmulas que, a su parecer, existen para combatir a ETA: derrotarla, rendirse o darle la razón. 'La secesión es un disparate', enfatizó, echando mano otra vez del fantasma de los Balcanes.

El cambio de ciclo y la crisis han desbaratado los planes de rigidez presupuestaria que la Europa comunitaria planeó en tiempos de bonanza, con particular énfasis en el caso de Francia, pero también con cierta complicidad alemana e italiana.

España ha capitaneado la ortodoxia y las bondades del déficit cero, y Aznar -presentado por Fred Kempe, editor de The Wall Street Journal, como un dirigente con 'visión a largo plazo' al que 'se oye más en Washington que al canciller alemán' y que ha demostrado su 'gran valor en Perejil'- volvió ayer a la carga.

La política económica del Gobierno, que resumió en 'huir de la tiranía del corto plazo', es 'predecible'. O lo que es lo mismo, abominar de cualquier rastro de déficit público y aplicarse en reformas como las del subsidio de desempleo, en la que acaba de dar parcialmente marcha atrás. 'La credibilidad se arruina en un suspiro', remachó.

Pujol, que no participó en la comida coloquio del Ritz, criticó la 'obsesión excesiva' de que hace gala el Gobierno español.

De hecho, ningún miembro destacado del Ejecutivo catalán acudió a la cita, organizada por The Wall Street Journal y Pricewaterhouse Coopers (PwC).

Aznar comió en compañía del alcalde, Joan Clos; Antoni Brufau, director general del Grupo La Caixa; José Manuel Lara, vicepresidente y consejero delegado de Planeta; Alberto Fernández Díaz, todavía presidente regional del PP; Miguel Fernández de Pinedo, presidente de PwC en España, y el mencionado Kempe, entre otros.

Entre el resto de los asistentes figuraron el primer ejecutivo de Freixenet, Josep Lluís Bonet; Josep Manuel Basáñez, presidente de Caprabo y de Mercado del MEFF; Antoni Pont, presidente de Borges, y Josep Maria Serra, de la aseguradora Catalana Occidente.

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