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Reportaje:

Tan diferentes y tan iguales

Jóvenes de zonas marginales cultivan el entendimiento entre culturas en Málaga

Rubios, morenos y pelirrojos; blancos y negros; católicos y agnósticos; europeos, africanos y asiáticos. Son medio centenar de jóvenes entre 15 y 35 que durante 13 días participan en Málaga en el Encuentro Internacional de Jóvenes 2002. Juntos podrían reaccionar agua y al aceite, pero hay demasiados elementos que convierte a esta expedición en un grupo muy homogéneo Y es que los participantes de esta cita provienen de zonas desfavorecidas ubicadas en ciudades como Belfast, Palermo, Hamburgo, Liverpool o Madeira.

Y para eso han salido de sus barrios, con el fin de ser educados para el entendimiento entre culturas. Algunos, como los procedentes de Belfast (Irlanda del Norte), es la primera vez que salen de su distrito. Quizá, aunque no lo sepan, hayan recorrido el mundo como modelos accidentales de las llamativas fotografías de carros de combate británicos paseando entre juegos infantiles y pintadas hostiles.

Christa Berta es responsable de European Play Work Association, una red de centros juveniles que organiza estos encuentros desde hace casi dos décadas. 'Algunos de los muchachos que han venido, por ejemplo los de Belfast, empiezan a entender ahora que es posible vivir sin guerra. Con el contacto con otros jóvenes asumen que sus derechos y su dignidad están respetadas', comenta.

En estas dos semanas, este grupo intercambia historias duras que aspiran a finales felices, porque los inicios se enmarcan en zonas exentas de lujos y golpeadas por la guerra, en unos casos, o por la delincuencia, las drogas y la intolerancia en otros. En el encuentro han participado Eshan, afgano de 18 años; Islam, checheno de 17; y Samson, de 16 años y procedente de Sierra Leona. Casi no tienen edad para votar y ya son refugiados políticos en Hamburgo, donde viven en centros de acogida desde hace entre uno y dos años.

A pesar de su juventud, Eshan, Islam y Samson conocen bien las dificultades por las que pasan sus países. 'Ya ha pasado lo peor; espero que la guerra no comience de nuevo, pero lo temo', comenta Eshan. Samson e Islam conocen desde la lejanía las penurias que asolan a sus países. 'Nadie quiere marcharse de casa, pero lo primero es vivir, y hay situaciones en las que es imposible', sostiene Islam, un adolescente con mirada curtida.

La visita al barrio deprimido de La Corta, en Málaga, deja un escenario de colorido y de exploración de lo desconocido. Pero no todo es tristeza. Una improvisada pasarela humana agasaja trajes realizados con materiales reciclados que las muchachas extranjeras lucen. No hay famosos, pero sí la algarabía flamenca de los vecinos, de etnia gitana. Además, Eshan está raro. Quiere que su chica pose en la fotografía con él, pero ella se resiste. Es malagueña y quizá otros no entiendan que ella, ahora, sonría cuando está cerca de Eshan.

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