Toros de agua y fuego en Benicarló
Para ver que los toros nadan y bucean como los perros y que son unos artistas tirándose de cabeza al agua, hay que venir a Benicarló. En este pueblo de Castellón de más de 20.000 habitantes y donde la alcachofa tiene denominación de origen, durante la semana de las fiestas, que va desde el 17 hasta el 25 de agosto, los toros se pasan el día dándose chapuzones en las aguas del puerto.
No es una metáfora. Son els Bous a la Mar. La plaza de toros es un poco peculiar, no es redonda, sino rectangular. Las gradas, hechas con tablones de madera sobre estructuras de hierro, se construyen formando un rectángulo con uno de los muelles del puerto. De manera que es una plaza con vistas al mar y salpicada de palmeras. Lo único que tiene en común con los ruedos convencionales es la arena. Además, aquí no matan a los toros ni les ponen banderillas, simplemente corren delante de ellos. Y cuando les va a pillar el toro: ¡plash!, al agua. Lo que pasa es que el animal, a veces, arremete con tanto ímpetu que va detrás y, ¡plash!, al agua también. Visto desde fuera, resulta chocante desde el punto de vista estético, por el contraste con todo lo que se asocia a la fiesta taurina, y divertidísimo, aunque, como cualquier cosa en la que los toros están presentes, entraña importantes riesgos. Pero, ya saben, ahí esta la gracia.
Los petardos estallan por hileras y todo es humo, luces que se encienden y apagan, y en el aire, un intenso olor a pólvora, algo casi inherente a estas tierras
La plaza tiene vistas al mar y está salpicada de palmeras. Lo único que tiene en común con los ruedos convencionales es la arena. Aquí no matan a los toros, ni les ponen banderillas
'Els Bous a la Mar'
Jaime Mundo, el alcalde del pueblo, un pepero con once años de mandato a sus espaldas, dice que él no va 'porque le hacen padecer' y que, para pasar un mal rato, prefiere asistir a otras actividades. Eso sí, permanece con el móvil encendido mañana y tarde esperando escuchar al otro lado del teléfono que no ha pasado nada.
-¿Y ahora cómo lo sacan del agua, mamá?, preguntaba un niño, planteando una incógnita generalizada entre los asistentes novatos.
-¿Ves esas barquitas que están en el agua? Pues ahora, los hombres que hay en ellas le atan una cuerda a los cuernos -lo único que sobresale del agua- y lo sacan por esa rampa tirando.
Y, aunque parezca complicado, en tres minutos está el toro otra vez corriendo por la plaza empapado en agua salina. Los toros empiezan bien temprano. Cada día, hacia las nueve de la mañana, lanzan un cohete: es el comienzo del encierro. Los seis o siete toros que sueltan, corren por las calles protegidas con barreras como en San Fermín, y lugareños y turistas (aquí la mayoría son franceses) bajan corriendo hasta el puerto.
Dicen que antes no había barreras y que los toros entraban hasta en las casas. Y es que los benicarlandos son gente empeñada en coger al toro por los cuernos. Y si no, que se lo digan a Paco Pitarch, de 38 años, que, con dos cornadas en su haber, sigue corriendo delante de ellos como los chavales. Este año preside la comisión de fiestas y coordina, junto a 20 voluntarios que no cobran, más de 200 actos. Gestionan los 44 millones de pesetas que el Ayuntamiento dedica a estas fiestas patronales en honor de san Bertomeu.
Y es que no todo son toros, ni mucho menos. Se empieza a las nueve de la mañana y se termina hacia las cuatro de la madrugada, con actos cada media hora: pasacalles de gigantes y cabezudos; globotadas infantiles, donde los niños estallan miles de globos a la vez; conciertos, juegos, competiciones, exposiciones; incluso un mercado medieval que inunda de paja las calles peatonales, en el que titiriteros, comerciantes y artesanos, como el herrero Israel Villalba, muestran los antiguos secretos de sus artes: 'Es una cuestión de oficio y herencia familiar', asegura.
Son impensables unas fiestas en Benicarló sin que se celebre la Gala de las Entidades. Hacia las diez llegan al Ayuntamiento las damas, vestidas con trajes de falleras, de noche e incluso de novias. Son las mujeres que representan a las asociaciones, cogidas del brazo de sus elegantes acompañantes. A las once van, casi en procesión, seguidos de la banda de música y por un pasillo de gente, hasta el anexo del polideportivo, donde se celebran la cena y el baile de gala. Lentejuelas, brillos, chales, mantones de Manila...
El 'Correfoc'
Si alguno de los presentes no conociese el programa, pensaría que es un bodorrio impresionante, que el alcalde se ha casado con la reina de las fiestas, porque cogidos del brazo y precedidos por niñas vestidas de tul celeste cierran la comitiva; y ella, la reina, además de corona, luce un vestido de novia blanco con larga cola.
Otra noche se celebra el Correfoc. Las luces se van apagando al paso del toro de fuego. El pueblo se alumbra con las chispas de los carruseles y los sopletes que llevan los hombres-demonio, vestidos con trajes ignífugos de color rojo. Los tambores retumban y anuncian su llegada a oscuras, ante la expectación y excitación de los presentes. La gente huye despavorida a guarecerse de esa inmensa cantidad de chispas. Los más atrevidos, ataviados con gorros y camisetas de manga larga, se meten bajo esos paraguas de fuego formando un círculo con el demonio y gritando hasta que el petardo, que gira y gira sin parar alrededor de una varilla, muere. Los petardos estallan por hileras y todo es humo, luces que se encienden y apagan, y en el aire, un intenso olor a pólvora, algo casi inherente a estas tierras.
Hacen hasta una cena multitudinaria a la que van todos en la plaza de la Constitución. Cada familia, cada peña, cada cofradía... todos con su comida: paellas, calderetas, cocas o bocadillos. Las sillas, las mesas, la bebida y la orquesta las pone el Ayuntamiento. La fiesta está servida. Es lo que se conoce como el Pa i porta. Las gentes de aquí dicen que Benicarló es una ciudad con corazón de pueblo. Y no les falta razón.
La Fergó vino a presentar a 'su niño'
NURIA FERNÁNDEZ GÓMEZ, Fergó para los espectadores y seguidores de Operación Triunfo, la joven malagueña que cautivó al público con su mirada lánguida y sus ojos negros, vino a Benicarló a presentar su nuevo y único disco: 'Mi niño, como digo yo', decía. La chica de Nerja, con 23 años, cantó sin teloneros. Ella solita, con un vestido largo de tirantes y volantes que marcaba sus insinuantes caderas y recalcaba su aire flamenco, fue la representante en estas fiestas benicarlandas de los chicos de la academia, que este verano se han convertido en elemento imprescindible de cualquier fiesta que se precie. En la rueda de prensa previa al concierto, la que fuera Miss Nerja en su día aseguró que lo suyo era el espectáculo y se mostró abierta a cualquier género: 'Música, cine, televisión, series', enumeró, 'hay proyectos y cosas', agregó. Y en relación al cataclismo musical provocado por la entrada masiva de los triunfantes cantantes de Operación Triunfo en el mundo de la música, la malagueña lo resolvió rápido. 'A mí me da igual lo que digan, yo he tenido mi oportunidad de coger el tren y lo he hecho, y voy a aprovecharlo. ¿Qué quieren, que me quede en tierra porque otros no han tenido esa oportunidad?', respondió decidida. Eso sí, en ningún momento pronunció la frase que ella misma hizo célebre en la gala que se celebró en Granada con motivo de la participación de sus compañeros de academia en el Festival de Eurovisión, esa que decía '¡que le den por culo al mundo!'. ¿Le habrían advertido de que ése era justo el apellido del alcalde?
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