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Reportaje:

Walter Hewlett vuelve a las armas

Reabre su cruzada contra la fusión de HP y Compaq, mientras el proyecto de unión se deteriora

La mayor fusión de la historia en el planeta de la alta tecnología, la compra de Compaq por Hewlett-Packard, está produciendo también uno de los mayores espectáculos del mundo, una lucha corporativa plagada de zancadillas. Walter Hewlett, hijo del fundador, sigue empeñado en su quijotesco intento de hacer descarrilar por todos los medios la operación.

El hijo del fundador de HP solicita a un tribunal que anule la votación de los accionistas sobre el acuerdo de fusión

La empresa se defiende como puede: ha cortado la cabeza al incombustible disidente y no le permite presentarse a la reelección para el consejo de administración en represalia por haber llevado la fusión a los tribunales. Hewlett-Packard y Compaq, mientras, siguen adelante con sus planes de integración, que esperan anunciar el mes que viene si Hewlett se estrella contra los molinos judiciales.

Los accionistas de Hewlett-Packard se pronunciaron hace un mes sobre la fusión. El recuento de los votos comenzó inmediatamente y no se conocerá hasta mediados de mayo. Carly Fiorina, la consejera de la HP y gran promotora de la unión de ambas compañías, dijo al poco de cerrarse la urnas que su propuesta había ganado por un margen 'ajustado, pero suficiente'. Hewlett replicó que era imposible decir nada porque la diferencia era mínima, del orden del 1% de los sufragios, unos 20 millones de acciones de un total de 2.000.

Sintonía con Wall Street

En aquel momento parecía posible la paz entre ambos bandos tras el fragor de una batalla que había durado meses, desde que a finales de 2001, primero Walter Hewlett, y luego la familia Packard, hicieron saber que el 18% de las acciones que controlaban votaría contra la fusión anunciada en septiembre entre sonrisas y parabienes por Fiorina y el presidente de Compaq, Michael Capellas. Las familias sintonizaban con Wall Street, que, tras el anuncio de la creación de un gigantesco conglomerado de 80.000 millones de dólares de facturación, hizo caer un 19% el valor de la acciones de HP. La subsiguiente debilidad bursátil del sector de la alta tecnología y de los ordenadores ha hecho que una operación valorada en septiembre en 25.000 millones de dólares ronde ahora los 19.000.

'Cuando los ánimos se hayan enfriado, espero que podamos abandonar el rencor y encontrar un terreno común', dijo Fiorina a los accionistas en la junta extraordinaria que precedió a la votación, en la que tendió la mano a las familias disidentes: 'La compañía siempre estará orgullosa de llevar sus nombres'. Hewlett expresó en público su deseo de seguir en el consejo de administración de HP, donde la suya era la única voz disidente con respecto a la fusión, y ambas partes pactaron luego su reelección. Todo parecía ir sobre ruedas, con Walter Hewlett aparentemente dulcificado y dispuesto a apoyar lo que decidiera la votación. 'Si sale adelante, será porque así lo han querido los accionistas', dijo.

Hasta que soltó la bomba, que en la mejor tradición americana consiste en recurrir a los tribunales. A las pocas horas de que Hewlett-Packard abriera sus brazos al hijo pródigo, Walter Hewlett presentaba una demanda ante un tribunal de Delaware en el que pedía la anulación de la votación por considerar que la compañía había recurrido a 'medios impropios' para arrancar el voto favorable de algunos accionistas, además de haberse 'implicado en una serie de mentiras' para presentar favorablemente una fusión que está lejos de ser tan productiva como se ha hecho creer.

Hewlett alega que Fiorina y compañía retorcieron el brazo de Deutsche Asset Management, una filial del Deutsche Bank, que con 25 millones de acciones es uno de los mayores accionistas institucionales de HP. Según Hewlett, el inversor alemán se había pronunciado contra la fusión y se vio obligado a cambiar de opinión en vísperas de la consulta después de que HP hiciera saber al banco que votar 'no' le dejaría fuera de una operación crediticia valorada en 4.000 millones de dólares. El juez ha rechazado esta semana la petición de Hewlett-Packard de archivar el caso y ha fijado una primera vista para el próximo día 23, no sin aventurar que Walter Hewlett tendrá muy difícil probar las alegaciones.

Hasta ahora era la palabra de Hewlett frente a los silencios de HP y Deutsche Bank. Pero el miércoles trascendió una grabación que echa leña al fuego. El San José Mercury News, el periódico de Silicon Valley, transcribía el contenido de un mensaje dejado por Fiorina en el contestador automático de su director financiero, Robert Wayman, en el que la consejera expresaba su dudas sobre el sentido del voto del Deutsche Bank y otro importante accionista. 'Tú habla con Deutsche Bank y yo lo haré con Northern Trust, a ver lo que podemos conseguir, aunque quizá tengamos que hacer algo extraordinario para conseguir su apoyo', decía Fiorina. Para Hewlett, ese mensaje es la pistola humeante. Wayman ha salido al paso de las sospechas con el argumento de que la dirección de HP analizaba constantemente las intenciones de voto de los accionistas y que, efectivamente, la empresa 'hizo esfuerzos extraordinarios' en los últimos días, con docenas de reuniones y presentaciones del plan dirigidas a ganar la voluntad de los dubitativos.

Hewlett también subraya en sus denuncia que HP realizó, durante la intensa campaña previa a la votación, 'numerosas declaraciones falsas y engañosas' en lo relativo a los efectos de la integración de Compaq. La empresa mantiene que la fusión le permitirá lograr un recorte de gastos en torno a los 2.500 millones de dólares anuales desde el momento en que se apruebe la operación hasta el 2004, con una pérdida de facturación conjunta de sólo el 5% y un recorte de 15.000 trabajadores en una plantilla que, con la suma de ambas entidades, llega a 150.000 personas en todo el mundo.

Objetivos inalcanzables

El heredero dice que eso es imposible. Según él, los responsables de gerencia saben que los objetivos financieros nos serán alcanzados para el 2004, que los dividendos serán inferiores a lo que se ha venido presentando y que los despidos llegarán a 24.000. Fuentes del equipo de integración, formado por 900 personas, le dan en cierta medida la razón. Reconocen que recortar 2.500 millones en un negocio de 80.000 no resultará difícil. Más arduo será limitar los daños al 5% de los ingresos, que las fuentes consideran puede subir hasta una horquilla del 10%-15%. 'Dudo mucho de que vayamos a poder recortar 2.500 millones en lugares que no dañen a los ingresos', decía en el semanario BusinessWeek uno de los implicados en el proceso.

Los analistas estiman que la persistencia de Hewlett en socavar los planes de HP y Compaq perjudican a la empresa, que puede encontrarse en el limbo judicial, si el proceso sigue adelante y se plantean posteriores recursos, en momentos en que la operación debería estar exenta de incertidumbre. Fiorina y Capellas dicen que el programa para la fusión se adelante y HP ya ha anunciado las indemnizaciones que recibirán quienes pierdan sus empleos. Los mercados, que se pronunciaron contra la integración en septiembre, se comportan como si ya hubiera salido adelante. A Hewlett se le reconoce el valor moral de su lucha en solitario, pero también se le hace notar que, llevada al extremo, puede resultar más dañina que beneficiosa para la sociedad fundada por su padre.

232 millones de dólares y seis meses para el referéndum

En los seis meses de campaña para conseguir votos a favor o en contra de la fusión no se ahorraron dólares. Entre unos y otros se gastaron por encima de los 232 millones de dólares, con el grueso de la factura a cargo de HP, que dedicó una buena partida de sus 150 millones a anunciar a doble página en la prensa cómo la fusión de HP y Compaq crearía un líder en numerosos campos y cómo no avanzar suponía quedarse donde empezó HP en la primera mitad del siglo pasado. Compaq invirtió unos cincuenta millones en una operación aprobada abrumadoramente por sus accionistas, mientras Walter Hewlett dedicó 32 millones de la fundación con la que controla el 5% de las acciones de HP a tratar de convencer a los inversores de lo innecesario y contraproducente de la fusión. Uno de sus puntos era la traición al llamado HP way, el modo de hacer las cosas en HP, una cultura de cierto paternalismo empresarial, descentralización operativa, crecimiento gradual y consenso. Fue su apasionada defensa del HP way lo que le hizo cosechar calurosos aplausos de los empleados en la junta general del pasado 19 de marzo, en el mismo podio donde Carly Fiorina recibió los abucheos del auditorio. Hewlett cree que la absorción de Compaq irá en detrimento de la productiva línea de negocio de las impresoras, además de sumarse a una cadena de fusiones en el sector que raramente ha dado resultados satisfactorios (Compaq aún padece de la indigestión de haber engullido a Tandem y Digital). El mensaje expuesto por Fiorina a lo largo de este tiempo es que el sector de la informática e Internet está en un proceso de maduración que hace inevitable la reducción del número de agentes y que la fusión de HP y Compaq crea las escalas necesarias para que la futura HP sea un rival a la altura de IBM.

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