_
_
_
_
_
Reportaje:

El enemigo del demonio

El cura José Antonio Fortea explica los exorcismos de la Iglesia católica

Carmen Morán Breña

Los exorcismos no son sólo ceremonias que ocurren en el cine. En el seno de la Iglesia católica siguen practicándose. José Antonio Fortea, un sacerdote de Alcalá de Henares (Madrid), es un experto demonólogo que ha participado en 13 de estos ritos. Fue así como descubrió que es posible que la cabeza de una persona, como la de la niña de la película El exorcista, dé la vuelta 360 grados. Sentado en su casa, rigurosamente vestido de negro salvo a la altura del cuello, describe con serenidad clerical el desarrollo de un ritual de exorcismo: 'A veces duran horas y horas y durante días. El sacerdote se pone delante del poseso y recita oraciones especiales, le derrama agua bendita, le muestra el crucifijo, le unge con el santo crisma. Eso es el exorcismo, nada más'.

'Escupen a los sacerdotes, los ojos se les ponen en blanco, una fuerza interna mueve sus cuerpos'

Aconseja que en una de estas sesiones 'haya por lo menos seis personas, aunque se trate de una mujer, porque se ponen muy furiosos y hacen mucha fuerza. Normalmente el poseso salta y hay que agarrarlo'. 'Durante el trance, escupen a los sacerdotes, los ojos se les ponen en blanco, una fuerza interna mueve sus cuerpos. Están fuera de sí, no son responsables de lo que hacen; después, cuando recuperan la conciencia, te piden perdón'. En una ocasión, este sacerdote tuvo que emplear sus dos brazos para sujetar la cabeza de una mujer en pleno trance. Aun así, insiste en que el ritual, que se celebra en la iglesia con la puerta cerrada, dejaría frío a cualquier espectador.

Fortea nació en Barbastro (Huesca), 'en el mismo pueblo del fundador del Opus Dei', hace 33 años. Estudió teología y su tesina es 'prácticamente el único trabajo académico teológico sobre exorcismo que hay en el mundo'. Ahora acaba de publicar un libro, Daemoniacum. Tratado de Demonología (Editorial Belacqua), que saldrá a la venta el 18 de febrero. Aquella tesina de Fortea le dio a conocer entre los sacerdotes, de tal forma que, cuando un cura se encuentra con un caso dudoso, le pide a él que lo atienda para determinar si están o no ante el maligno. El joven párroco recuerda en su casa, sentado en un sillón, medias y zapatillas de paño negras; un cuadro de angelotes le observa desde la pared: 'Me llegaron un caso y otro, y al final, soy yo quien atiende casi todos los que hay en España', dice sopesando cada palabra.

'Con experiencia lo ves claro. Cuando te encuentras con alguien que razona perfectamente y de pronto te dice: padre, yo hice espiritismo y desde entonces mi mujer me dice que por las noches aúllo y tomo posturas animales; padre, cuando entro en la iglesia me siento mal, me tengo que salir; padre, en algunos momentos es como si perdiera la consciencia y dijera cosas que no quiero decir, blasfemias, y esto no me había pasado nunca'. Esto es un caso claro, explica. La cura que llega mediante el exorcismo será para la Iglesia la prueba que confirmará la verdadera posesión, pero Fortea advierte que, en la mayoría de los casos, sólo son enfermedades mentales o ataques de epilepsia.

Para el psiquiatra Alberto Fernández Liria, jefe de servicio del hospital de Alcalá de Henares, estas manifestaciones son siempre patologías psiquiátricas, aunque no niega que, a veces, la práctica del exorcismo surta efecto, porque ambos, el sacerdote y el paciente, creen en el remedio que se aplica.

Para la Iglesia, el demonio sigue siendo una verdad incontestable, un ser espiritual, no sólo un símbolo del mal. Entre los católicos hay exorcistas famosos como el padre Gabriel Amorth, en Roma, y el propio Juan Pablo II ha practicado algún exorcismo. Son las prácticas de santería, misas negras, espiritismos, lo que trae al demonio a nuestro mundo, dice Fortea. 'Satán no elige a sus víctimas, son ellas las que lo invocan, aunque no lo sepan'. Entre esas víctimas hay gente de todas las edades y religiones y las ha habido en todas las épocas. 'El demonio posee en todas partes'. Lo que no pueden, por suerte, es tener hijos, porque al no tener materia 'no puede enviar nada que fecunde un óvulo'.

El sacerdote no quiere profundizar mucho más. 'Con la cantidad de gente loca que intenta convencerte de que está posesa, basta dar detalles para que los imiten a la perfección'. 'En unos años no han sido más de 30 las personas que se creían poseídas, afortunadamente. Yo trato de convencerles, les mando a la Seguridad Social. Y la respuesta siempre es la misma: el loco será usted', dice con una sonora carcajada.

José Antonio Fortea, en su casa.
José Antonio Fortea, en su casa.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_