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Columna
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La venda antes de la herida

De aquí al 6 de febrero cualquier cosa puede ocurrir, incluso que Eduardo Zaplana sea elegido presidente del Comité de las Regiones de la Unión Europea, a pesar de que el Partido Popular Europeo (PPE) esté en minoría en este organismo. Pero los pactos en Bruselas se tejen y destejen con una facilidad pasmosa y nada debe descartarse. Por si acaso, el presidente de la Generalitat se ha puesto la venda antes de la herida y reclama su honor por ser vicepresidente. Lástima que la prudencia y el realismo político que ahora exhibe no estuvieran presentes en aquella imperial sesión de las Cortes Valencianas, celebrada a mediados de noviembre del pasado año cuando ni tan siquiera era el candidato oficial del PPE, donde proclamó que era 'el elegido para arreglar los problemas del Comité de las Regiones' ante el estupor de una oposición que tuvo que soportar toda clase de descalificaciones, simplemente por negarse a ejercer de costaleros en el anda que debía llevar a Zaplana en procesión triunfal hasta Bruselas. Descalificaciones que han vuelto a aparecer en cuanto se ha sabido que los socialistas españoles en el Comité no apoyaban al presidente valenciano y sí a su propio candidato, por muy inglés que sea, como si no fuera eso lo lógico. Que se sepa el PP no consensuó con el PSOE el apoyo a Zaplana, sino más bien todo lo contrario.

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Por otra parte -con independencia de lo que ocurra el 6 de febrero- muchas cosas han cambiado en los últimos dos meses. Henchido de fervor europeo y regionalista, el presidente de la Generalitat apostaba en el Club Siglo XXI de Madrid el 29 de noviembre de 2001 por una 'más sólida identificación de los ciudadanos con el proyecto europeo' y por 'impulsar el fortalecimiento de la política regional con la meta de incorporar los objetivos de cohesión y equilibrio territorial en todas las decisiones e iniciativas comunitarias'. Acontecimientos recientes, sin embargo, anuncian serias dificultades para alcanzar tan ambiciosos proyectos. Y los problemas no vienen desde la oposición, sino desde la actividad política que desarrolla el PP y, especialmente, José María Aznar en este arranque de su presidencia de la Unión Europea. Las ideas de Zaplana casan mal con una realidad política en que los Gobiernos recuperan competencias que ya cedieron a las regiones o se resisten a transferir otras a Bruselas. Y chocan con las primeras concreciones de la 'segunda descentralización' que se planteó para dar más poder a los municipios y, parece claro, sólo busca recortar competencias a las comunidades autónomas en beneficio de las diputaciones. Malamente, pues, se puede potenciar las regiones en Europa mientras aquí se las vacía de contenidos. El presidente valenciano se ha quedado sin discurso y, si las cosas no cambian, tendrá que esperar al 2004 para presidir el Comite de las Regiones. ¡Cómo ha empezado el año!

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