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Crítica:CRÍTICA | ÓPERA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Bellini como reto

El Taller de Ópera ha asumido un difícil reto con este nuevo montaje: La Sonnambula es una obra cuyos principales papeles son bien temidos por los profesionales debido a la depuradísima escuela que exige y a lo arriesgado de la tesitura en los papeles de Amina y Elvino.

Se comenta aquí la actuación del día 26, pero es preciso advertir que los solistas variarán a lo largo de las seis sesiones con que se conmemora el bicentenario de Bellini. En lo que respecta a la escuela, el día del estreno pudo percibirse otra vez la mano de Ana Luisa Chova (profesora de técnica vocal), que ha sabido introducir a los alumnos en las arduas exigencias que Bellini plantea, proporcionándoles con ello una base firme sobre la que desarrollar su futuro profesional. Carmen Avivar hizo una Amina muy sugestiva en la coloratura, el legato y las medias voces, si bien le falta algo de control en la gradación de los reguladores y el esmalte de los sobreagudos. Un punto estridente también en la zona alta resultó Mónica Bueno (Lisa), aunque ambas evidenciaron excelentes maneras como cantantes y actrices. El Elvino de José Manuel Zapata lució una voz muy de notable potencia y bien timbrada, cuyo encanto percibió el público rápidamente. La afinación sólo se resentía, alguna vez, a partir del paso. Un instrumento muy atractivo (quizás el que más, si bien la dificultad de su personaje era bastante menor) fue el de Cristina Faus (Teresa). El Conde de Augusto Val tuvo una gran presencia escénica, y resultó muy grata la voz de Luis Vicente.

La Sonnambula

De Vincenzo Bellini. Director musical: Cristóbal Soler. Director de escena: Antonio Díaz Zamora. Solistas y coro del Taller de Ópera. Orquesta Sinfónica del Mediterráneo. Palau de la Música, Sala Rodrigo. Valencia, 26 de Diciembre.

Coro y orquesta cumplieron de buena gana, dirigidos con brío y tensión por Cristóbal Soler. La regulación dinámica falló como siempre en una sala -la Rodrigo- que en absoluto está concebida para la ópera. La escenografía se movió dentro de unos parámetros tradicionales y eficaces. La dirección de escena consiguió que los solistas no lucieran sólo en su faceta de cantantes. Debe recordarse que buena parte de los miembros del Taller trabajan sin cobrar o son todavía estudiantes, y que las observaciones críticas se realizan como un factor más para su confrontación con la realidad operística profesional. Los resultados fueron bastante más que dignos.

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