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El mundo universitario reivindica el diálogo en el homenaje a Lluch

San Sebastián, Zaragoza, Barcelona y Valencia recuerdan al ex ministro

Las cuatro universidades en las que Ernest Lluch trabajó y formó generaciones no sólo de economistas, sino también en el arte del sapere aude o 'atreverse a pensar', rindieron ayer un cerrado homenaje al ex ministro socialista, cuando se cumple un año del 'infame asesinato'. En un acto simultáneo que unió por videoconferencia a las universidades de Barcelona, Zaragoza, San Sebastián y Valencia, sus respectivos rectores y el Nobel José Saramago reivindicaron la vocación incansable de 'diálogo' de Lluch como instrumento para resolver el conflicto vasco y como antídoto contra los totalitarismos.

Las palabras de un visiblemente emocionado José Saramago dieron inicio ayer al funeral laico en memoria del profesor Ernest Lluch, asesinado por ETA hace un año. El acto, que reunió en el paraninfo de la Universidad de Valencia a los hijos de Francisco Tomás y Valiente, ex presidente del Tribunal Constitucional, y del catedrático Manuel Broseta, también asesinados, se convirtió en un multitudinario homenaje.

Con la lectura por Saramago de Las Españas vencidas del siglo XVIII de Lluch arrancó la emotiva reinvidicación de su legado intelectual y cívico por parte de profesores, compañeros, políticos y alumnos de la última generación formada por el economista catalán en la sede valenciana de la Cátedra Cañada Blanch.

Más que un homenaje, en el sentido estricto, el acto de ayer fue una declaración pública de 'compromiso' con los 'principios sólidos de libertad, tolerancia y pasión por el conocimiento' que Lluch siempre defendió, dijo el rector de la Universidad, Pedro Ruiz Torres. Bajo la máxima Atreverse a pensar de Kant, que constituyó una de sus referencias vitales, una veintena de profesores, estudiantes y personal de administración dió comienzo a la lectura de una selección de textos de Camus, Blaise Pascal y John Stuart Mill, que culminó con el poema que el catalán Salvador Espriu le dedicó en vida.

'Para la ilustración sólo es necesaria una cosa, libertad, y la más innocente entre todas que es la libertad de hacer un uso público de ella desde la razón', reivindicó Saramago releyendo a Lluch. Aunque para alcanzar este escenario de 'encuentro, convivencia y progreso', vaticinado por el rector Ruiz, sea necesario antes sentar los pilares de un diálogo basado 'en la exigencia de libertad de conciencia y de pensamiento' y 'en la libertad de asociación para cualquier fin que no cause daño al prójimo', como lo concebía Mill. Pero para saber de tolerancia hay que desterrar 'la servidumbre, la mentira y el terror' y, sobre todo, evitar 'golpear'. Porque, como escribió Camus, 'al golpear, el mundo se divide en dos', y porque 'un diálogo a la altura del hombre, cuesta menos caro que el evangelio de las religiones totalitarias'.

En todas las lenguas de Lluch (catalán, vasco y castellano) los presentes se fueron definiendo en contra de los 'totalitarismos' de distinto signo, y apelando a 'la política' como la vía 'para arreglar los asuntos de todos'. 'Más allá de nihilismos, todos nosotros, preparamos un renacimiento. Pero pocos lo saben'.

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