De vuelta a la libertad
La asociación ecologista Grefa suelta animales recuperados para denunciar la caza ilegal
Después de contar hasta tres, y sujetando el cuerpo del ave con extrema delicadeza, uno de los cuidadores abre las manos y deja que el mochuelo eche a volar. Ahora ya puede hacerlo. Se ha recuperado de las graves heridas ocasionadas por un atropello.
El Grupo de Recuperación de la Fauna Autóctona (Grefa) soltó ayer 25 aves que habían sido rehabilitadas en el centro que esta organización ecologista tiene, desde hace 20 años, en Majadahonda. El objetivo, además de devolver a los animales a su hábitat natural, era llamar la atención sobre los peligros que la caza ilegal supone para muchas especies protegidas. La caza furtiva, pero también la legal, continúan siendo uno de los factores más graves de amenaza para la fauna de la Comunidad, según Ernesto Álvarez, portavoz de Grefa. 'Las administraciones públicas han apostado por complacer las demandas de los cazadores frente a los que tenemos un concepto más integral de la conservación de la naturaleza', afirma.
'Tened cuidado con mis niños', dice una de las trabajadoras del centro refiriéndose a los mochuelos que ha cuidado durante más de dos meses. La suelta de aves tuvo que hacerse en hasta cinco puntos distintos de la sierra, muy bien elegidos para que fueran los más adecuados para cada especie y también para evitar que las distintas aves se predaran unas a otras. La diversidad de sitios escogidos para la puesta en libertad sirvió también para denunciar 'los planes urbanísticos irresponsables' que se llevan a cabo en zonas de alto valor ecológico y que provocan que los animales salvajes pierdan su hábitat natural.
Los miembros de Grefa, acompañados por padrinos y madrinas de las aves rehabilitadas -que pagan desde 50 pesetas al día para colaborar en la recuperación de los animales-, se despidieron ayer de los cernícalos, alcaravanes, cárabos, autillos (búhos pequeños) y águilas ratoneras a los que han estado curando cada día. 'Estoy emocionada porque voy a soltar uno y es la primera vez', comentaba una madrina.
Para la suelta se eligieron lugares de la sierra madrileña que pudieran convertirse en los hogares idóneos para cada una de las especies. 'Esta zona es buena para los autillos, porque desde aquí emigran a África', aseguraba, en los alrededores de la presa de Valmenor, uno de los trabajadores de esta ONG. Hubo que separar a los animales entre ellos también porque 'podrían ser alimento unos de los otros', según advierte Álvarez.
Estos ecologistas llevan a cabo sueltas como la de ayer durante todo el año. 'Intentamos evitar el invierno crudo para que los animales tengan mejor clima', puntualiza Álvarez.
Los bichos, como les llaman cariñosamente los veterinarios, biólogos y voluntarios que les cuidan, suelen ser llevados a las dependencias del Grefa por alguien que los recoge en el campo heridos o enfermos. La causa más común de sus heridas es que hayan recibido disparos de cazadores, aunque también abundan los animales que deben ser rehabilitados porque han comido alimentos envenenados, han sido atropellados al cruzar por una carretera, se han posado sobre tendidos eléctricos desprotegidos o sus espacios naturales han sido destruidos.
Al llegar se les revisa en la enfermería . 'A veces tienen fracturas, otras veces sólo están delgados y despistados', relata otro miembro del Grefa. Después de unos días pasan a otras instalaciones más grandes, donde se les muscula y se les prepara para el regreso a su entorno. 'Pero todo nuestro trabajo cae en saco roto cuando a estos animales se les quita el hábitat', señala Álvarez.
Muchas de las aves que convalecen en este lugar de rehabilitación son huérfanas; cuando un ejemplar adulto es abatido por un cazador, las crías permanecen ocultas hasta que se salen de sus escondites por el hambre y son descubiertas. En los animales que han sido recogidos con corta edad es más difícil la preparación para la puesta en libertad, porque se han acostumbrado al humano.
Los residentes más habituales del centro son, además de las aves, anfibios, perros y reptiles, aunque las instalaciones de la Grefa han dado cobijo en alguna ocasión a águilas imperiales, lechuzas comunes, buitres negros y hasta algún lince, que son cuatro de las especies cuya supervivencia está en peligro en la Comunidad de Madrid.
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