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VISTO / OÍDO
Columna
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Fundamentalismo

Cebrián criticó en el Club Siglo XXI el 'fundamentalismo democrático', y aclaró que es una licencia: ningún fundamentalismo puede ser democrático. Suelo usar 'dictadura democrática', que me parece menos contradictoria: utilizar todos los permisos de una democracia de transición -las reglas D'Hondt para desvirtuar la base de 'un hombre, un voto'; las circunscripciones electorales repartidas de manera que un escaño pueda corresponder a números variables de votos; la desprotección a los partidos pequeños; el gran dinero para partidos y grupos parlamentarios- para estancar cualquier flexibilidad legislativa y para proseguir la tradición nacional del Hombre Fundamental, ilustrada por Carlos I, Felipe II, Franco. Cebrián será maltratado por los fundamentalistas que ignoran que lo son, y mucho más por los que lo saben. Su famoso artículo El discurso del método (18-5-01) fue breado. Es costumbre con los que escriben en este periódico. Con Cebrián más, porque se le atribuye la condición de dictador del pensamiento del periódico: es evidentemente injusto, como lo demuestra este mismo caso de las elecciones vascas. Puede que rechace la condición de Fundamental, aunque sea fundacional.

Al hilo de su discurso anotaba yo el proceso de la historia, y no sólo de España: desde Adolfo Suárez, con un oportunismo sensato, después de haber fallado el continuismo de la línea Rey-Arias Navarro-Fraga y con la valiosa presión de la calle, a Felipe González y a Aznar. Caída libre. El mundo que va de Kennedy a Bush tiene esta misma tendencia horrible, y de allí emana todo. Discrepo de Cebrián en algunas cosas. En la sobrevaloración de González; en la de la transición. Creo que en ella estaba inscrito ya este sistema, y por eso digo que Aznar utiliza continuamente lo que se determinó entonces y en los años siguientes, y raras veces se pasa de la raya legal, aunque continuamente de la moral y de la humana. Señalaría como puntos clave de estos años el paso de Arias a Suárez, la caída militar del 23-F, la gruesa temporada del nuevo socialismo, la mayoría absoluta de Aznar, y ahora, las elecciones vascas. Aunque veo intentos de volver a la situación anterior. Es de carácter: las sucesivas derrotas del PP terminaron en su éxito. Es el dato que ilumina a Aznar. Pero la historia nunca se repite, se caricaturiza (Marx).

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