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Lecturas

Hay días informativamente intensos y cargados de significado político. Días que invitan a hacer muchas lecturas desde planos diferentes. El 8 de febrero se produjo en Madrid esa extraña coincidencia: Zaplana presentaba un libro, firmado por él, en el que resume su visión sobre el Estado autonómico y Maragall avanzaba su propuesta de lo que entiende como nuevo federalismo. Dos propuestas que descansan en concepciones diferentes del modelo de Estado y que merecen ser leídas con detenimiento. No menos interesantes me han parecido las posteriores lecturas que se han hecho de los actos -que no de lo que defienden los textos- por parte de algunos profesionales de la comunicación y el tratamiento otorgado a uno y otro acontecimiento.

En cuanto al libro firmado por Zaplana, más allá de entretenerse en saber si ha puesto o no 'hasta la última coma', lo que tiene significado político es que el presidente de la Generalitat y miembro de la dirección nacional del PP, hace suyas unas propuestas sobre el modelo de Estado que deben ser tenidas en consideración y, en su caso, debatidas. La tesis central del libro descansa, a mi juicio, sobre la idea de que el desarrollo de la Constitución de 1978, que inicialmente reconocía una clara asimetría para encajar las nacionalidades históricas, ha evolucionado de forma que en la actualidad puede hablarse de la culminación, con éxito, de un proceso difícil, pero extraordinario, de construcción del Estado autonómico. En su opinión, a punto de culminar el proceso de transferencias, puede hablarse de un sistema autonómico ya consolidado, cuyo modelo de llegada es uniforme, homogéneo y estable, sin que ello signifique que deba considerarse cerrado.

Aunque la redaccción introduce discontinuidades y reiteraciones, algunos lugares comunes e incluso, en menor grado, alguna confusión conceptual (como por ejemplo 'Estado central'), el libro tiene el mérito de ser uno de los primeros textos elaborados por un representante de la derecha española que incorpora, si bien de forma parcial e incompleta, parte de las ideas fundamentales que desde hace tiempo explicamos a nuestros alumnos en las universidades españolas.

Incorpora pocas propuestas y en las páginas existen demasiados silencios tácticos y zonas de sombra respecto de cuestiones fundamentales sobre las que, en cambio, existe amplio consenso entre expertos de signo muy diverso al reclamar su inaplazable reforma. Entre las reformas propuestas, nada nuevo respecto al modelo de financiación, salvo en una cuestión fundamental: su olvido del principio de equidad y la ausencia de referencia a las diferencias de financiación per cápita respecto de las comunidades con regimen foral (País Vasco y Navarra). Silencio clamoroso respecto a la reforma del Senado. Ninguna referencia a la necesidad de dotar de autonomía, nuevas competencias y mayores recursos a la administración local, tercer pilar del Estado. Apunta, imagino que por boca o con autorización de otros, la necesidad de crear una Conferencia de Presidentes similar a la existente en Alemania. Remite a una futura ley de Cooperación Autonómica. No aborda con claridad el problema de la representación de las comunidades autónomas (que también son Estado) en los niveles de decisión supranacionales que hace tiempo han resuelto otros países de la Unión que ni siquiera responden a estructura federal. Plantea una aceptable reforma de la Agencia Tributaria. En conjunto, da la impresión de haber querido sintonizar con quienes desde hace tiempo planteamos la necesidad de mejorar dispositivos institucionales y de abordar las grandes cuestiones que definitivamente nos identifiquen de hecho con los estados federales de nuestro entorno, pero no se ha atrevido a incorporar siquiera las reformas mínimas sobre las que hay consenso, porque este consenso no existe en su partido. Es decir, sí pero no. Como siempre. Por cierto, muchas referencias a Estados federales uninacionales, como el alemán e incluso el norteamericano, y ninguna al único estado europeo plurinacional que ha consolidado un estado federal asimétrico, Bélgica.

A la misma hora Maragall explicaba su forma de entender la España plurinacional posible. Su forma constructiva, actual y respetuosa con el espíritu constitucional, de dar significado político al hecho de ser diferentes e ir juntos. Sus ideas están asentadas en los principios federales de lealtad, devolución, proximidad, pacto, diálogo, solidaridad y búsqueda del interés común de los pueblos que integran España. Haciendo residir '...en la persona y en la sociedad, más que en la nación, la fuente del derecho' y, en consecuencia, situándose en una posición equidistante de las propuestas 'nacionalistas' mantenidas tanto desde el jacobinismo centralista como desde el independentismo. Fundamenta su propuesta en cuatro pilares: el político, el fiscal, el cultural y el judicial.

Para cada ámbito, las propuestas principales son: a) reforma del Senado, para convertirlo en la auténtica cámara de los territorios (sería necesaria otra reforma puntual de artículos de la Constitución, pero no del título VIII); b) reforma del sistema de financiación que otorgue estabilidad, autonomía, corresponsabilidad, suficiencia (hasta aquí igual Zaplana) y equidad. Propone igualar en veinte años el gasto público por habitante de las comunidades de régimen foral (hoy muy superior) con las de régimen común, a partir del principio 'pagar por renta y recibir por población'; c) redistribución del gasto público entre las administraciones central, autonómica y local, en una proporción de 40-30-30; d) igualar la inversión del Estado por habitante en las áreas metropolitanas; e) protección por el Estado de todos los idiomas españoles en documentos oficiales y en instituciones culturales españolas, al tiempo que las autonomías con lengua propia debieran 'defender y proclamar el castellano como una inmensa riqueza propia'; f) necesidad de que pueda explicarse en las escuelas una historia común de los pueblos de España, que impida tanto la explicación de la '...historia única de España como las diecisiete versiones autonómicas de la misma'; g) introducir algunas reformas en los Tribunales Superiores de Justicia, y h) prevér la redistribución de poder y competencias entre las comunidades autónomas y los municipios, haciendo prevalecer el principio de proximidad. Todo ello, para hacer posible una equiparación con la estructura y funcionamiento de otros estados federales de Europa. Para Maragall, como para muchos otros, el modelo de llegada que la Constitución de 1978 prefigura es federal.

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Por último, tan significativos me parecieron los textos como los contextos. Desde la interpretación acerca de si se trataba de la presentación 'oficial' de la candidatura a la presidencia del Gobierno por parte de Zaplana, hasta el repaso de las cuidadas presencias y ausencias en uno y otro acto, todo estuvo cargado de significado político. Me resultó significativa -en este caso hablo con conocimiento de causa- la ausencia de determinados líderes socialistas en el acto de Maragall que, no lo olvidemos, era presentado por el secretario general del PSOE, Rodríguez Zapatero. En el que tenía lugar a escasos metros de allí, me llamó la atención la presencia en un acto no institucional, casi de partido, del arzobispo de Valencia. Me gustaría saber en cuántas ocasiones ha ocurrido algo similar desde la transición. No me pareció irrelevante la presencia del referente moral del PP, la señora Botella. En cambio, la muy estudiada presencia de José Bono -por cierto explicando una idea de España más simplista que la defendida por el propio Zaplana, pero menos que la que defiende Rodríguez Ibarra- no me llamó la atención porque ya forma parte del paisaje. La auténtica noticia en este caso habría sido que Bono hubiera preferido asistir al acto donde participaban Zapatero y Maragall.

Joan Romero es catedrático de la Universidad de Valencia.

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