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'Yo también tengo malos pensamientos'

Xosé Hermida

A Donato Gama da Silva (Río de Janeiro, 1962) el carrete de la vida futbolística le ha dado para convertirse en ídolo del Vasco da Gama en los ochenta y en jugador venerado en el Atlético de Madrid a principios de los noventa. Quizá Jesús Gil creyó que, al traspasarlo al Deportivo, en 1993, se libraba de un futbolista en declive. Grave error. Este centrocampista reconvertido en defensa central nunca ha tenido el brillo de los grandes astros, pero es ya una leyenda viva del deportivismo. Semana a semana, Donato parece desafiar las leyes de la naturaleza: con 38 años, se mantiene como una pieza indispensable en un equipo que lucha por el título de Liga y se bate con los mejores de Europa -ahí quedó su extraordinario marcaje a Shevchenko, del Milan, quien pasa por ser el delantero más rápido del continente-. Adorado por la hinchada, nunca ha perdido su carácter apacible y humilde, ni tampoco su inquebrantable fe en Dios, como buen miembro del grupo evangelista de los Atletas de Cristo. No tiene planes sobre su retirada: todo lo confía a la voluntad del Altísimo.

Pregunta. La gente ya le llama El Abuelo. ¿No le molesta?

Respuesta. No; puede que, al principio, me empezase a llamar así algún periodista con mala intención, pero sé que le gente me lo dice ahora con cariño.

P. Dicen que es mayor de lo que declara.

R. Y no lo entiendo, porque debería ser al contrario: si me ven bien, tendrían que pensar que soy más joven.

P. ¿Y los compañeros no le hacen bromas?

R. No, no. Todos me respetan y conocen muy bien mi forma de ser y de pensar.

P. ¿Nota en los futbolistas jóvenes una mentalidad distinta a la de su generación?

R. Ha cambiado mucho, sí. A los jóvenes les falta un poco de humildad. Cuando yo empecé, respetaba mucho a los mayores y estaba dispuesto a hacer encantado cualquier cosa que me mandaran: atarles los cordones de las botas o ir a por un café. En el Reino Unido se siguen cuidando ese tipo de cosas. Pero, en general, la situación ha cambiado.

P. A pesar de lo bien que se encuentra, tiene que notar que las fuerzas van decayendo.

R. Pero al fútbol no se juega sólo con los pies. También es una cuestión de pensar y, sobre todo, de pensar rápido. Si esto consistiese sólo en correr, los mejores serían Carl Lewis o Ben Johnson. Yo trato de ir adaptándome a las circunstancias. Los años pasan, lo sé muy bien, y tengo que sufrir. Pero eso me gusta, porque nunca pude estar parado. Y creo que aún puedo seguir aprendiendo. Se trata de saber lo que tu cuerpo puede aguantar y hasta dónde pueden llegar tus fuerzas. Por eso pido a Dios que me ayude a saber cuándo debo dejarlo.

P. Como todo juego, el fútbol está sometido al azar y, por tanto, sus resultados son a veces caprichosos o impredecibles. ¿Una persona creyente está más preparada para vivir esa situación?

R. Yo no me considero mejor que nadie. Soy un seguidor de Jesucristo y una persona temerosa de Dios, lo que quiere decir que no vivo sólo para lo material. Esto es porque creo que tenemos una parte espiritual que es fundamental para nosotros. Pero tengo los mismos problemas que todo el mundo y no soy un santo: hago cosas malas, tengo pensamientos malos, me peleo con los compañeros... Pero sé que no estoy solo, porque tengo una relación con Dios.

P. Los brasileños siempre andan juntos. ¿Son como un clan?

R. Somos muy apegados unos a los otros. Es lógico: la mentalidad, el idioma, el tipo de bromas que nos gastamos... Yo, por ejemplo, me sentí muy solo cuando Baltazar se fue del Atlético de Madrid. Cuando tienes compatriotas tuyos, el tipo de ambiente es distinto, hay un cachondeo entre nosotros. A Rivaldo le van muy bien las cosas en el Barcelona, pero no tiene el ambiente que tenía aquí, con muchos brasileños, y lo echa de menos.

P. ¿Vendería su alma por jugar otros 20 años?

R. Jamás. No vendería mi alma por nada. Cristo pagó en la cruz un precio muy alto por ella.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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