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Reportaje:

El último paisaje de García Lorca

La Junta de Andalucía protegerá el solar del caserón donde el poeta estuvo detenido antes de morir

La noche en que iba a morir, Federico García Lorca tal vez vio por última vez, muy a lo lejos, las luces de su pueblo natal, Fuente Vaqueros (Granada), y también las de Moclin, la villa donde se desarrollaba su tragedia de Yerma. Las vio desde el caserón conocido como La Colonia, en Viznar, un viejo molino que, al estallar la guerra civil, había pasado de ser un lugar de veraneo para los niños granadinos a una improvisada cárcel. Allí llevaban a los detenidos 'no oficiales', a los que, horas después, sólo serían desaparecidos. Lorca fue uno de ellos, y La Colonia, el último lugar donde estuvo encerrado. Ayer, después de dos años de negociaciones, la Junta de Andalucía adquirió por fin el solar donde una vez estuvo el viejo molino, hoy ya desaparecido. A partir de ahora será zona de interés histórico y un monumento al recuerdo. El último paisaje de Lorca.

'Recuperar este lugar es fabuloso, es uno de los días más felices de mi vida', decía, emocionado, el hispanista y biógrafo del poeta granadino Ian Gibson. 'Aquí pasó Lorca sus últimas horas, con la angustia que supuso saber que iba a enfrentarse a la muerte, de la que tanto había escrito y hablado'.

Jamás se supieron ni el día (probablemente el 18 de agosto de 1936), ni la hora, ni el lugar en que García Lorca fue ejecutado por la maquinaria de terror asesino que había impuesto en Granada el gobernador civil falangista José Valdés. Tampoco el nombre de sus verdugos, ni la fosa en la que fue enterrado. Se sabe que fue en la carretera que une los pueblos de Viznar y Alfacar, a nueve kilómetros de Granada, cerca de la fuente de Aynadamar (Fuente de las Lágrimas, en árabe). Algunos falangistas que lo custodiaron en La Colonia, en donde sólo estuvo algunas horas, refirieron que, al llegar, Lorca creía que tendría que realizar trabajos forzados y que, cuando supo que iba a morir, quedó absolutamente en silencio, abatido, y pidió un confesor, que no tendría. De allí, de madrugada, miembros de las escuadras negras, grupos organizados por Valdés para aterrar a la población y que actuaban a su antojo, se llevaron a Federico García Lorca a cualquier cuneta.

'Con la adquisición de los terrenos se ha evitado que en el futuro se construyan urbanizaciones y que se olvide la inmensa tragedia que se produjo aquí', señaló Gibson.

Porque no fue sólo García Lorca el único ejecutado en los primeros días de la guerra civil en Granada. A 200 metros de La Colonia se encuentra el barranco de Viznar, donde eran conducidos todos los sospechosos de lealtad a la República o de cualquier cosa. No hacían falta denuncia formal, ni juicio, ni pruebas. Tan sólo que alguien los acusara de algo. Los integrantes de las escuadras negras los llevaban de madrugada y los ejecutaban. En la jerga se conocía como 'darles el paseo'. Se calcula que en la fosa del barranco hay de 600 a 3.000 cadáveres, según diversas fuentes.

La actuación que la Junta de Andalucía pretende realizar en los 10.000 metros de terreno adquiridos por 22 millones de pesetas será 'muy blanda', según explicó ayer la consejera de Cultura, Carmen Calvo. 'Se acordonará la zona, se plantarán jardines y se pondrán bancos para que la gente pueda sentarse a recordar', anunciaba. 'Queremos preservar el lugar donde ocurrió tanto dolor para que eso no vuelva a repetirse', dijo. 'Y para que los que todavía atentan desde la violencia piensen que la paz y la vida tienen que estar por encima absolutamente de todo'.

El hermosísimo paisaje de la vega granadina que puede contemplarse desde los restos de La Colonia (tan sólo quedan los suelos y el resto de unas escaleras) se convertirá así en otro de los hitos que los admiradores de Lorca podrán visitar en Granada, a unos dos kilómetros del sitio donde se cree que se encuentran sus restos y que hoy es un parque que congrega a miles de granadinos cada 18 de agosto. La Junta pretende hacer del camino entre Viznar y Alfacar un espacio protegido que evite intervenciones como la que hace un par de años tuvo el Ayuntamiento de Alfacar al pretender construir un campo de fútbol.

Ian Gibson, como el poeta Juan de Loxa -dos de las personas que más lucharon en los años sesenta y setenta por la recuperación de la figura del poeta granadino-, se sentían ayer muy satisfechos. Fue Gibson quien planteó hace unos años la necesidad de preservar el lugar. Para ello llevó personalmente a la consejera de Cultura a Viznar en un tórrido julio, hasta convencerla. Desde ayer, ya muchos pueden ver lo último que vio García Lorca.

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