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La presidenta filipina anuncia una 'transición tranquila' y una renovación moral del Gobierno

Gloria Macapagal Arroyo, tras despertarse ayer presidenta de Filipinas, inició su primer día de trabajo con una solemne misa de acción de gracias. Poco después se reunió en un hotel con sus más estrechos colaboradores, entre los que destaca el ex senador Alberto Rómulo, quien ya es su nuevo ministro de Finanzas encargado de restañar la confianza inversora. La prioridad es 'una transición tranquila' más que 'asaltar las instituciones heredadas', dice la presidenta. Macapagal Arroyo sostiene que entre sus propósitos destaca el de elevar los niveles morales del Gobierno y de la sociedad.

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Entre los cambios que pretende introducir la nueva presidenta está la prohibición expresa de que empresas vinculadas a las familias de los ministros puedan beneficiarse de contratos con el Estado.

Las calles del centro de Manila amanecieron sin cambios en el decorado: los mismos atascos de costumbre en un festivo, con los jeepney (unos simpáticos carricoches de colores que sirven de microbuses de línea) pugnando por el paso entre las innumerables obras; la gente saliendo de sus iglesias tocada con sus mejores galas o los vendedores de periódicos mostrando los titulares más felices del día anterior en espera de una venta mejor. '¡Buena suerte, señora presidenta!', deseaba The Manila Times; mucho más circunspecto, The Philipine Star decía: 'Es tiempo para construir'.

En la avenida de Epifanio de los Santos, conocida con el acrónimo de EDSA, donde han tenido lugar las concentraciones que derribaron a Ferdinand Marcos en 1986 y las de estos días contra Estrada, un grupo de barrenderos recogía ayer los restos de la fiesta del cambio, mientras que otro regaba el pavimento con mangueras. No quedaba allí ninguno de sus protagonistas, sólo fotos caídas y carteles rasgados. Pero una nube de curiosos se acercaba para tomarse fotos, sin duda para exagerar ante parientes y amigos su valentía.

En la calle de Einsenhower, en el barrio de San Juan, donde el ex presidente comenzó su carrera política como alcalde, no había carteles ni alegría ni turistas. La vivienda del ciudadano Joseph Erap Estrada, como le llamó un diario capitalino, está clausurada para las visitas; una guardia privada vigila y filtra la entrada.

En una esquina de lo que debió ser la delantera de la mansión, cerca de una puerta tapiada hace años tras algún ensanche de la edificación, un grupo de muchachos jugaba distraído a las cartas con un puñado de pesos arrugados prendidos en el puño. Ninguno desea hablar de Estrada. 'No comment', exclama el más joven. Una niñita translúcida admite que a ella sí le gusta el ex presidenta, pero no quiere revelar su nombre. Hay mucho miedo a que el futuro atropelle el pasado. Fuera de San Juan, en Quezon City, un hombre llamado Jaime, Jimmy según su tarjeta, no duda en dar una sentencia: 'No sé si Gloria es buena; pero es mejor que Erap [Estrada]'.

El trabajo presidencial que tiene por delante Macapagal Arroyo es complicado. Por eso, ya ha advertido de que Filipinas necesitará del trabajo de más de una persona (ella) y más de los tres años que tiene por delante de mandato para hallar soluciones. Su ministro de Finanzas habla de cinco años para recuperar sólo un crecimiento sostenido.

El nuevo Gabinete

La elección del Gabinete será la primera prueba, pues son varios los dirigentes que abandonaron a Estrada en espera de una recompensa en forma de cargo. 'Gloria Arroyo no pertenece al grupo de Cory Aquino, Jaime Sin y Fidel Ramos; pero ella era la única salida constitucional', dice un diplomático occidental. 'Ahora, la nueva presidenta deberá labrarse sus propios apoyos', añade. Por ello, una de sus propuestas de gobierno es 'romper con la dinámica de una política basada en las personas y no sobre los programas'.

En Filipinas, esto va a ser difícil, alertan los analistas, pues toda esa clase política está entroncada por lazos de familia, amistad o sólo de negocio. Lazos que, por otra parte, no impiden los cambios de bando sin rubor.

Una de las claves a corto plazo está en los militares. Tras el llamado People Power I, el Gobierno de Cory Aquino sufrió varios intentos de golpe de Estado; fracasaron, pero debilitó su capacidad de gobernar y, a la postre, su popularidad. La presidenta Macapagal Arroyo ha cambiado al jefe de la que va a ser su guardia presidencial en el palacio de Malacañang.

El coronel Glen Rabonza reemplaza al general Rudolfo Díaz, que pasa a mandar el 7º Batallón de Infantería. El jefe de Estado Mayor, general Ángelo Reyes, quien finiquitó el régimen de Estrada tras mudarse a la oposición a última hora, pasará a retiro en sólo dos meses; él también anhela su premio. Los primeros movimientos tácticos de la presidenta dan a entender que cuenta con él; como con el titular de Defensa de Estrada, Orlando Mercado. Al menos en el corto plazo, no quiere sobresaltos.

Este operativo es, según el diplomático, un complejo encaje de bolillos que tiene una cita en el horizonte: las elecciones de mayo, cuando se renueven en las urnas la mitad de Senado, la totalidad de la Cámara de Representantes y los gobernadores. Allí es donde Gloria Macapagal Arroyo debe sentar sus bases de poder si no desea acabar como el ex presidente Estrada, pues ése será el Parlamento que la acompañe hasta las elecciones presidenciales del año 2004.

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