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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El póquer de Niza

El Consejo Europeo que se abre hoy en Niza es de una importancia vital para el futuro del continente: ha de dirimir una nueva distribución del poder entre los Estados y nuevas transferencias de soberanía. Un fracaso no sólo estancaría la construcción de la UE, sino el proceso de reunificación europea tras el final de la guerra fría. Un acuerdo, aunque no sea perfecto, es necesario para que se inicie en pocos años la ampliación al Este, una tarea de dimensiones históricas que exigirá otras muchas reformas institucionales, además de las que están sobre la mesa. En Niza se intentará completar el Tratado de Amsterdam, cerrado en falso en 1997, con una redistribución de los votos en el Consejo que tenga más en cuenta el factor demográfico y que facilite las decisiones. La negociación es una partida de póquer que sólo se resolverá en el último minuto, y si todos ceden en algo. Es una lucha entre Estados grandes y pequeños. Pero, sobre todo, entre Alemania, que quiere que se le reconozca su mayor peso tras la unificación, y Francia, que difícilmente puede renunciar a la paridad franco-alemana que subyace en la filosofía y en la construcción inicial europea.Son varias las fórmulas que se barajan para conjugar los deseos de París y Berlín con los de otros países, incluida España, que vio deteriorada su posición en el Consejo con la última ampliación y a la que se le prometió satisfacción en Amsterdam. España, el más pequeño de los cinco grandes, quiere conservar esta posición en una UE ampliada.

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Un fracaso de la cumbre por un enfrentamiento franco-alemán reabriría heridas profundas. Aunque no sea ya el único eje en una Europa mucho más compleja, la construcción continental no avanzará si no funciona esta pareja histórica. Más que en diferenciarse en número de votos de los otros grandes, Alemania está interesada en reducir el derecho de veto en cuestiones que pasarían a decidirse por mayoría cualificada. Para que la UE ampliada funcione, esta renuncia al veto en asuntos importantes -que van desde la fiscalidad y el fondo de cohesión hasta las fronteras o la propiedad intelectual- es más significativa que la famosa reponderación.

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La agenda de Niza es más amplia, aunque los jefes de Estado y de Gobierno llegan a la Costa Azul mirando al retrovisor. Las visiones sobre lo que será la nueva Unión Europea ampliada brillan por su ausencia desde hace algún tiempo. Destaca la falta de liderazgo, más aguda en relación con tiempos anteriores. Lamentablemente, ya sabemos algo que no ocurrirá en la ciudad francesa: la Declaración de Derechos Fundamentales de la UE, que se proclamará pero no se adoptará con efectos jurídicos. Se queda en un texto digno sin efecto práctico alguno; y que antes o después habrá de incorporarse a los tratados.

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