_
_
_
_

Guerra contra las mafias del sexo

Natacha no se llama Natacha. Pero en cualquier caso es a sus 18 años el nuevo producto estrella de una de las muchas cadenas de prestaciones sexuales que se anuncian en la prensa de Tel Aviv. A pesar de que esta rubia ucrania, llegada hace cuatro meses a Israel, está considerada como una empleada aventajada, su tarifa es relativamente modesta -300 shekles, unas 1.500 pesetas, por atenciones de una hora- si se compara con lo que percibían sus compañeras tiempo atrás, cuando por servicios similares los clientes llegaban a desembolsar tres veces más.El desplome de los honorarios de las trabajadoras del sexo en Israel está directamente vinculado a esa feroz competencia surgida como consecuencia de un exceso de oferta, originada por la llegada masiva de las jóvenes operarias de los países del Este, preferentemente de las antiguas repúblicas de la Unión Soviética, de donde se calcula que salen anualmente medio millón de braceras, que pasan a engrosar directamente las plantillas de los burdeles occidentales.

La permeabilidad de los pasos fronterizos hebreos, dispuestos a recibir a cualquiera que asegure ser un turista dispuesto a peregrinar por Tierra Santa, la permisividad de las leyes judías, que no castigan a aquellos que fomentan la prostitución, y la aparición en el país de redes mafiosas perfectamente estructuradas han convertido a Israel en la "tierra prometida" de los negocios sexuales, según se desprende de un reciente informe de Amnistía Internacional.

Durante dos meses una delegación de este organismo, reforzada por diputados israelíes, ha estado buceando en los burdeles de Tel Aviv, en las redes de la prostitución y en las celdas de la prisión de mujeres de Neve Tirza hasta descubrir que Israel se ha convertido en el centro del mercado mundial del sexo, donde se compra y vende por inmensas cantidades de dinero cualquier mujer susceptible de ser convertida por la fuerza o el engaño en prostituta.

"Los propietarios las someten a una estrecha vigilancia, restringen sus movimientos e incluso las encarcelan en los lupanares", según aseguran los investigadores.

Esta situación de práctica esclavitud finaliza en contadas ocasiones gracias a los esfuerzos de la policía, que desde hace un tiempo se dedica a irrumpir en los burdeles y detener al mismo tiempo a responsables y pupilas sometiéndoles a ambos a una criba judicial, que en la mayoría de los casos culmina con la liberación de los empesarios y el encarcelamiento de las mujeres hasta que son devueltas a su país.

En los últimos cinco años han pasado por la prisión de Neve Tirza esperando ser deportadas 900 mujeres. Entre el 60 y el 70% originarias de la ex Unión Soviética, y entre el 10% y el 20%, con menos de 18 años. El periodo máximo de detención no supera las dos semanas, a no ser que las autoridades decidan convertirlas en testigos de los procesos seguidos contra sus ex patrones durante meses, aunque el resultado es siempre el mismo: en el 90% de los casos, las mujeres se niegan a testificar contra sus proxenetas.

"¿Por qué no testifiqué ante el tribunal? Él conoce mi dirección en San Petersburgo y mi número de teléfono porque me cogió el pasaporte y me amenazó con encontrarme en mi casa en Rusia si no funcionaba como él quería", confesó Anna, de 31 años, ex profesora de Física en su ciudad natal y que entró en Israel con un visado turístico tramitado por una organización que le había prometido un salario mensual de 1.000 dólares -20 veces más que su sueldo en Rusia- por un trabajo honesto, pero que acabó siendo vendida a una mafia local del sexo por 100.000 dólares.

El informe de Amnistía Internacional ha conseguido sensibilizar a la clase política israelí, especialmente a la diputada y feminista Yael Dayan - hija del célebre general Moshe Dayan-, quien desde el Parlamento de Jerusalén ha prometido encabezar una cruzada contra los responsables de la prostitución en Israel. A su lado, cerrando filas, se ha colocado Nathan Scharansky, el ministro del Interior y máximo dirigente del partido Israel Be Aliya, compuesto en su totalidad por inmigrantes de origen ruso, quien hace algunas semanas acompañó a Yael Dayan en una visita que la diputada se empeñó en hacer, con un grupo de compañeros del Parlamento, por los prostíbulos de Tel Aviv.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_